De perros y huesos

Imagen de Anne Bonny

Reseña de la novela gráfica de Colo ganadora del II Concurso de cómics Planeta DeAgostini

De quitarse el sombrero. Es difícil encontrar otras palabras para plasmar la sensación que me ha dejado esta novela gráfica con la que debuta, por la puerta grande, Colo. Nada menos que el II concurso de cómic Planeta DeAgostini que se llevó con ella, y, desde luego, méritos para haberlo conseguido no le faltan.

En la contracubierta encontramos una de estas frases propias del servicio de marketing editorial: "lleno de trabajados diálogos que recuerdan a los del mejor Tarantino". Lo curioso del asunto es que se han quedado cortos: sí, tiene algo del conocido cineasta, pero más que haber importado su esquema a nuestro país, lo que ha conseguido Colo es, partiendo de nuestra realidad, hacer algo que causa la misma impresión, o más, de hecho, gracias a la cercanía.

Los diálogos son precisos, ingeniosos y están llenos de vida, pero son sólo la punta del iceberg de unos personajes tan sólidos como sorprendentes y humanos. No hay nada tópico, pero todo resulta muy creíble, y no sorprende leer al final del libro que el autor se ha inspirado en vivencias reales (aunque no las plasme tal cual). Sí, algo así tenía que haber cuando es capaz de sumergirnos de un modo tan vívido en un escenario tan concreto.

La trama se presenta por capítulos que son como escenas de una película o de una obra teatral. Cada una nos permite profundizar en un protagonista, pues cada personaje lo es, y a medida que avanzamos vemos cómo se completa un mosaico complejo en el que todos están interrelacionados de un modo indisoluble. De este modo, vamos conociendo a bohemios, camellos, criminales, policías... todo un reparto de los bajos fondos nacionales.

Al mismo tiempo, a pesar de lo apasionante que resulta la trama, podríamos decir que se trata de una historia anecdótica, de un momento intenso vivido por unos personajes que, sin embargo, no detiene la implacable rueda del mundo. Y quizás sea en este particular en el que se crece todo el drama, a veces tragicómico, que nos presenta Colo, en ese microcosmos que colapsa aunque el universo siga girando.

Es raro que un cómic transmita con tanto acierto tantas sensaciones. Al escribir la reseña me emociono de nuevo recordando algunos de los momentos finales de la historia. La sencillez con la que se nos acercan estos variopintos vividores y la intensidad con la que conectamos con sus cuitas es sorprendente. Hay escenas que son, sencillamente, memorables.

El apartado gráfico juega muy bien con estos sentimientos. El trazo y el color están aplicados de un modo visceral, casi de diría que descuidado, pero esta impresión se desmiente al observar las cuidadas composiciones a través de las cuales se articula la historia. Colo domina todos los planos y sabe ponerlos al servicio de la narración. El lector no duda: es conducido con una amable pero implacable mano a través de la lectura, tal y como les sucede a los propios personajes en sus vidas.

En definitiva, una novela gráfica fascinante, llena de sentimiento y, sobre todo, capaz de transmitirlo. Mi más sincera enhorabuena al autor. Habrá que seguir de cerca sus pasos.

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