Cicatrices

Imagen de Icorbeles

Reseña de la continuación de El Dios de los Mutilados, obra de Claudio Cerdán publicada por Equipo Sirius

 

Cicatrices podría resumirse diciendo que es la degradación de todos los tópicos de la literatura fantástica. Dicho así, puede parecer que estamos ante una mala obra, cuando en realidad estamos hablando de una novela innovadora y que puede marcar un nuevo rumbo en este género tan necesitado de ideas nuevas. Tal vez incluso se convierta en una obra de culto.

Debo reconocer que tomé la lectura de este libro con grandes expectativas, a pesar de que desconocía por completo la saga. El gancho con el que se presenta Cicatrices es tentador: el estilo de novela negra, con toques de humor irreverente, al servicio de la fantasía más clásica. El resultado es un producto totalmente nuevo, que algunos ya han bautizado con una etiqueta que resume la filosofía de Cerdán: spaghetti-fantasy.

Comentemos un poco el argumento. Ha pasado un tiempo desde que Sluger, Dios del Exilio, volviera al mundo tras engañar a un grupo de héroes. Pero el ser demoníaco aún está preparando su gran asalto. Mientras tanto, tres paladines luchan contra sus propias miserias cada cual a su modo: Manco, el caballero de una mano, llega a la isla prisión donde son enviados los peores criminales y los leprosos, en busca de una prueba de que su dios no ha muerto; Estigma, el Paladín Caído de Catarsis, un remedo de hombre cuyo cuerpo degradado y lisiado sólo se sostiene por una voluntad cargada de ira, se adentra en los abismos del mundo para matar a Sluger y conseguir así la redención; y por último, el elfo Macáligan, el Caballero del Dragón, el mayor héroe de su tiempo, ahora convertido en un paralítico sin un camino claro. Los tres protagonistas vivirán sus propias aventuras, más conectadas entre sí de lo que pueden imaginar.

Un panteón de personajes realmente pintoresco, alejado totalmente de los tópicos: donde Sturm Brightblade (Crónicas de la Dragonlance) es un hombre noble, Manco es un tipo rudo capaz de cualquier treta para conseguir sus objetivos; donde Legolas (El Señor de los Anillos) es un elfo inmaculado, bondadoso y perfecto, Macáligan es un pordiosero borracho; y Estigma podría darle unas cuantas lecciones de sufrimiento a Raistlin (Crónicas de la Dragonlance). Cada uno de estos personajes está cargado de miseria y sentimientos a cada cual más bajo. Son individuos que traspasan el límite de la bondad, y cuyos actos, aunque los dirijan a realizar grandes proezas, están condicionados por sus infiernos personales. Más que héroes, se trata de anti-héroes.

Quizás algún lector se sienta intimidado por la novela si no ha leído la primera parte. Aunque reconozco que es apropiado leer El Dios de los Mutilados, la verdad es que no es necesario para disfrutar de su segunda parte. Se trata de una historia autoconclusiva, que contiene la suficiente información de su predecesora para entender el argumento. Hablo por experiencia, pues no he leído la primera parte (aunque sin duda lo haré).

A Claudio Cerdán se le tiene por el chico malo de la fantasía épica en España, y la verdad es que el apelativo le viene como anillo al dedo. Su técnica narrativa está cargada de un descaro tarantinesco (o “coeniano”, referente a los hermanos Coen) más cercano a la novela negra. Es una novela cínica, donde mezcla la clásica acción épica con un humor socarrón y canalla. La historia está cargada de gags divertidísimos (ojo al modo en que un dragón mata a toda una familia de granjeros), pero también de una crudeza que raya el gore. Sus diálogos (muy acertados en todo caso) están cargados de tacos, una dosis de realidad directa al estómago de los que siempre hemos estado acostumbrados a los diálogos “educados”. Cicatrices es una mezcla entre El Señor de los Anillos, Sin City y Kick-Ass. Y aun así su estilo es pulcro, ligero y sencillo de seguir. El ritmo es veloz, muy cercano al cine, prima la acción por encima del detallismo. La lectura es fluida, el argumento absorbente, y los personajes están muy bien definidos.

En conclusión, Cicatrices es una muy buena novela. Cerdán ha sabido tomar un género en el que todo estaba inventado y le ha dado un lavado de cara, o mejor, le ha ensuciado la cara, hasta conseguir algo novedoso, divertido, miserable, bizarro y, a la vez, muy entretenido. Una novela muy recomendable para quienes deseen algo original.

 

LO MEJOR: La fórmula novedosa de pervertir los tópicos. La fluida narrativa y su ritmo, que no decae en ningún momento.

LO PEOR: Al ser una segunda parte, al principio puede desorientar si no se ha leído la primera.

MI NOTA: 8'5

 

Javier Pellicer Moscardó

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