Pandorum

Imagen de Lawbug

Crítica de la película de ciencia ficción de Christian Alvart y Travis Milloy

El futuro de la Tierra es desalentador. Se encuentra superpoblada y con los recursos naturales a punto de agotarse por completo. La extinción de la raza humana es algo inevitable. La única solución posible es emigrar a Tanis, otro planeta de características similares. Sesenta mil personas son sometidas a hibernación para poder soportar el arduo viaje de 100 años. Sólo un pequeño grupo compondrá la tripulación que se mantendrá despierta por turnos para evitar los posibles problemas. Aunque, varios años después de su lanzamiento, dos miembros de remplazo sufrirán un despertar no programado. Lo único que encontraran es el reactor casi agotado y ningún rastro de sus compañeros. Algo extraño recorre la nave y puede que sean los únicos supervivientes. Su salvación dependerá de si son capaces de reiniciar el reactor sin sucumbir al síndrome orbital disfuncional o, como se conoce comúnmente, Pandorum.

Cuando el Cabo Bower (Ben Foster) y el teniente Payton (Dennis Quaid) despiertan de su hibernación algo muy extraño sucede en la nave Elysium. El equipo al que deberían sustituir no aparece, el reactor está apunto de colapsarse, en el puente nadie responde, están desorientados, sufren perdida de memoria y están en una nave espacial habitada por extraños seres que se dedican a cazar a los pocos supervivientes que quedan. Oscura y claustrofobia definen perfectamente a esta descendiente de la famosa Alien mezcla de ciencia ficción y terror psicológico.

Para empezar hay que señalar magnífica escenografía que compone el aspecto visual. La nave, en lugar de parecer que se le acaba la energía, parece que va a explotar, se encuentra destrozada y en tan mal estado como si hubiera sufrido una guerra interna durante años. Detallista desde tubos y placas de metal hasta el efecto lumínico que marca la propia trama. Un escenario magnífico para inculcar en el espectador un miedo psicológico a cualquier sombra, movimiento o un ruido metálico entre mezclado con los últimos gemidos de la nave. Algo que, acompañado con unos monstruos que no sabemos de dónde han salido y que cazan a sus anchas, despierta un gran interés en la historia y su propio desarrollo. Cierto que el argumento resulta muy típico dentro de películas del género. Un héroe, una nave perdida en el espacio, bichos que quieren matar todo lo que se cruzan y un tiempo muy corto para lograr salir con vida. Aunque tampoco se necesita mucho más mientras se cuente bien. Teniendo en consideración que últimamente priman los efectos especiales sobre el argumento se agradece un buen desarrollo.

El principal problema que tiene el guión es la propia complejidad de sus diversas tramas simultáneas: está compuesto por una central y varias subtramas. En la primera nuestros dos intrépidos héroes hacen todo lo posible por sobrevivir mientras llegan al reactor en tiempo récord. Luego, por medio de flashbacks, una de las subtramas nos contará los motivos que movieron al Cabo Bower y su teniente para apuntarse a la misión. Además, en paralelo a todas, encontraremos la propia historia de la nave y las causas que la llevaron a la situación en la que ahora encuentra. Posteriormente, y hacia el final, como es de suponer, todas las ramas del árbol confluyen en un mismo tronco que aclarará todas las dudas que nos han ido surgiendo. Sobre todo aquella referente al síndrome Pandorum que da el titulo. Pese a que la forma de exposición no es compleja resulta engorrosa la cantidad de información con la que se bombardea de continuo, siendo, la mayoría de las veces, bastante innecesaria e irrelevante para el argumento original. De hecho, un espectador que no preste mucha atención puede llegar a perderse en algunos instantes. Es más, incluso prestando atención, hace falta visualizarla un par de veces para encontrar sentido a ciertos detalles que pasan desapercibidos las primeras veces o no se llegan a entender.

Otro de los puntos negativos son las escenas de acción mal colocadas; o mejor dicho, introducidas a presión en la historia sin aportar ni un ápice de emoción. Cierto que los monstruos son muy feos y unas máquinas asesinas que corren arriba y abajo sin parar, pero no hacen nada más. La idea inicial durante el arranque de la proyección es que los supervivientes deben de ser de una pasta especial; o, por lo menos, es de esperar que una nave futurista tenga armas, o alguna cosa que utilizar, aunque sea una mala barra de hierro arrancada de los múltiples conductos. Pero va a ser que no. La mejor forma de enfrentarse a engendros aniquiladores de vida totalmente desconocidos es cuerpo a cuerpo y con orgullo suicida. Lo que hace que pase de un emocionante principio repleto de expectativas a un tedioso desarrollo cargado de peleas a la luz de las linternas donde no ves ni el suelo donde apuntan. Además, por si no fuera suficiente tormento encontrarse escenas de saltos, gritos y peleas mal coordinadas, Ben Foster posee una suerte tan inusual que ni el propio guionista debía creérselo según lo redactaba. Es decir, una persona corriendo por todos lados sin más luz que una pobre linterna, perseguida por alienígenas, guiado por un Dennis Quaid que pierde la comunicación cada dos por tres y no encuentra casi ningún estorbo destacable en su camino y ni se mancha el traje. Vamos, lo normal. Eso sí, como muchos antecesores, el filme, tiene defectos espacio-temporales producidos por las necesidades de la historia muy curiosos. No es que sea algo reseñable pero no deja de tener interés científico; la magia del cine. Tardan media cinta en avanzar diez metros y, de golpe, en dos minutos, hacen quince kilómetros sin un mal tropezón. Sin palabras.

En resumen: interesante. Un gran comienzo muy prometedor que acaba perdiendo fuerza para convertirse en algo típica. Un buen planteamiento y puesta en escena a la que le falta mucha agilidad por un mal desarrollo. Atractiva para los amantes de la ciencia ficción de terror; y que gracias, principalmente, a un original final merece que sea vista.

 

Ficha técnica:

Título original: Pandorum

Género: Ciencia ficción, Terror

Director: Christian Alvart

Guión: Christian Alvart, Travis Milloy

Música: Michl Britsch

Productora: Constantin Film, Overture Films, Alliance Films

País: Estados Unidos, Alemania

Duración: 108 min.

Año: 2009

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