El emisario

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Un relato de LCS

 

El emisario sacó el cuchillo de hoja curva de su funda y se lo colocó en el cuello del anciano.

—Debería matarte aquí mismo dijo.

El anciano al sentir la punta del cuchillo clavándose en su piel retrocedió de puntillas unos cuantos pasos hasta que se encontró con la puerta cerrada.

—Lo siento, mi señor, ya le he dicho que los soldados se llevaron el último caballo de refresco.

—Eso no es excusa para los emisarios del Margrave.

—Mi señor, creo que si guarda su cuchillo, podríamos buscar una solución. Tengo una hija.

El emisario retiró el cuchillo del cuello del anciano y se atusó con la mano izquierda las puntas de su bigote negro y grasiento. Aunque mantuvo los ojos delante del anciano, ya no lo veía. Seguramente pensaba en que era de noche, apenas había luna y los campos estaban cubiertos de nieve. Había sofocado a su caballo galopando demasiadas leguas y los dos necesitaban descansar. La mañana siguiente continuaría con su viaje. Unos instantes después gruñó, apartó al anciano de un empujón y abrió la puerta de la casa.

El interior estaba casi a oscuras. La única iluminación provenía de la vela que sujetaba en la mano una mujer muy corpulenta en camisón que no se atrevía a mirarle directamente a los ojos. El anciano entró poco después y encendió varios candelabros. Aunque la estancia ocupaba casi toda la planta baja de la posada, en penumbra no parecía demasiado grande. El emisario cogió con una mano un taburete de madera, lo colocó debajo de sus piernas y se sentó junto a una mesa.

—Mi señor, ¿desea cenar? ¿Quiere que le encienda el fuego?

—No, me basta con una jarra de cerveza.

Mujer, apresúrate, ya has oído a nuestro señor.

Después de vaciar cuatro o cinco jarras de barro, el emisario eructó.

—Y bien ¿Dónde está?

El anciano y la abuela se miraron en silencio unos segundos, hasta que el emisario destrozó una de las jarra de barro vacías tirándola contra la pared.

—Traedme a vuestra hija, maldita sea.

—Señor…

El emisario se levantó de un salto, desenfundó de nuevo el cuchillo de hoja curva y se acercó tambaleante al anciano.

—Acompañadme, por favor dijo este.

Cogió una vela de uno de los candelabros y lo guió por unas escaleras estrechas mientras le comentaba que tenían escondida a su hija porque atravesaban tiempos difíciles. Por fin llegaron a lo que parecía la puerta de un desván. El anciano la abrió después de dar varias vueltas con una llave enorme.

—Adelante, mi señor.

El emisario desenfundó su cuchillo y lo colocó en el cuello del anciano.

—La vela le pidió.

Después se asomó al desván con la vela en la mano y parpadeó varias veces hasta que distinguió al fondo la mancha blanca de lo que parecía una muchacha en camisón.

—Si oigo que cierras la puerta, primero saco los ojos a tu hija y luego te los sacó a ti.

El emisario guardó el cuchillo en su funda de cuero y entró en el desván con la vela en la mano. La muchacha estaba tumbada de lado en el suelo, de espaldas a la puerta. En cuanto escuchó los pasos pesados del emisario, se giró. Tenía el pelo muy oscuro y despeinado y le cubría toda la cara. Después se puso de pie. Llevaba los cordones del camisón desatados. El emisario le adivinó el inicio de los pechos, sin necesidad de asomarse demasiado. Se acercaron uno al otro, pero antes de que llegaran a tocarse, la muchacha apagó la vela de un soplido.

—¿Te gusta jugar? preguntó el emisario.

Sintió la mano de la muchacha subiendo por su brazo y examinado su cara. Estaba muy fría. El emisario le agarró de la muñeca y la atrajo hacia él. La muchacha le respondió con un gemido dulce, como el ronroneo de un gato. Después la apretó contra su cuerpo para que notara su excitación que apenas podía soportar desde que sintió los labios de la muchacha en su cuello. El emisario suspiró en cuanto sintió los colmillos clavándose en su cuello, para ir poco a poco, mareándose y perdiendo las fuerzas en las piernas, hasta caer al suelo como un pellejo vacío.

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Breve pero muy sugerente. Espero seguir leyendo historias de este escenario.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Maundevar
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Poblador desde: 12/12/2010
Puntos: 2089

Continuación interesante. Estos emisarios de Margrave se permiten muchas licencias.

A ver si en próximas entregas se desvela qué son, y cual es su misión.

Está claro que es un mundo en una situación muy caótica.

Ánimo!

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Darkus
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Poblador desde: 01/08/2009
Puntos: 759

Corto, conciso, sugerente, lleno de suspense y con final sorpresa (al ser tan corto no te da tiempo de darle vueltas a ver qué puede pasar; cuando te quieres dar cuenta, ya ha pasado).

Muy bien escrito e igualmente bien desarrollado.

"Si no sangras, no hay gloria"

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