Los viejos papeles

Imagen de Patapalo

Reseña de la novela de David G. Panadero con la que se inaugura la línea Pequeña NGC de NGC Ficción!

 

Con un nudo todavía en la garganta abordo la reseña de este libro. La causa, su impactante final, uno tan natural que debería haberlo esperado, pero que no por ello ha resultado menos arrollador. Los viejos papeles es una de esas novelas que, cuando consigues escapar de su influjo, del torbellino de sensaciones que te han dejado, dejan a las claras hasta qué punto han sido cuidadas.

David G. Panadero no se limita a hacer un homenaje a las novelas de “a duro”, ni tampoco a entretenernos un rato con una historia bien hilada y entretenida. No. David G. Panadero nos sumerge en su mundo y, después, cuando ya nos tiene bien empapados, cuando estamos metidos en harina hasta las cejas, nos sacude, nos conmociona y nos deja con el corazón en un puño.

Me gustaría poder señalar una serie de claves gracias a las cuales la novela funciona tan bien (sobre todo porque, así, podría usarlas cuando me pongo a escribir), pero creo que el secreto se reduce, simple y llanamente, a hacer las cosas a conciencia, poniendo el entusiasmo suficiente para que el lector entre en la historia por los mismos caminos que el autor disfruta recorriendo.

Los viejos papeles no es una historia sobre bolsilibros, aunque estos son una pieza clave del escenario y de la ambientación. Tampoco es un bolsilibro en sí, aunque por extensión, trama subyacente y el uso de algunos recursos, que se mencionan, para más inri, en la propia novela, pudiéramos llevarnos esta impresión. Los viejos papeles es otra cosa, una mezcla que tiene algo de lo anterior, pero también otros ingredientes; es una novela hasta cierto punto intimista, pero con sus elementos de suspense, que se desarrolla como una novela negra de ajustes de cuentas, o de amistades bajo la inclemente soledad del desierto, sin salir de un escenario español y contemporáneo al 100%.

Llama particularmente la atención su estructura, pues consigue engancharnos y conducirnos con un desarrollo en apariencia lineal que luego se desdobla en distintos niveles, como si el propio libro jugara consigo mismo y, a modo de muñeca rusa, nos fuera desvelando misterios entrelazados, autocontenidos. Es curioso también cómo al final se pone de relieve que, aunque todo ha sido narrado de un modo muy ligero, los detalles han tenido una gran importancia.

Los viejos papeles es una novela impresionante. Es buena literatura para todos los públicos. Está llevada de un modo accesible y, al mismo tiempo, consigue emocionar en lo más hondo. Hace que uno no deje de maravillarse de su compleja sencillez. Muy recomendable.

 OcioZero · Condiciones de uso