Flash Gordon de Dan Barry 1

Imagen de Kaplan

Reseña de la recopilación de esta tira diaria editada por Panini

 

A la hora de hablar de Flash Gordon, el imaginario de nuestra generación, quizás demasiado influenciada por la loca película de Mike Hodges, se resume en la lucha de un jugador de fútbol americano contra el malvado emperador Ming con música de fondo de Queen. Tanto los orígenes -jugador de polo licenciado en Yale- como el desarrollo de la trama ideados por Alex Raymond en la historieta semanal de los años treinta y cuarenta tenían muy poco que ver con aquel exploit desvergonzado de Star Wars (lo cual no deja de tener su gracia, ya que Lucas concibió su saga galáctica tras no poder hacerse con los derechos de Flash Gordon).

Raymond construyó una space opera que obtuvo en la propia estructura de la tira dominical el sustento perfecto para mantenerse en pie y libre de explicaciones que mermaran su sentido de la épica desatada. Además, como bien señala en la introducción de este volumen Toni Guiral, Raymond fue evolucionando en sus dibujos hasta conseguir una elegancia inimitable en el trazo. El físico de su Flash Gordon es el de un inalcanzable héroe de los mitos clásicos.

Pero la etapa de Raymond acabó y, tras ella, se sucedieron varios intentos de mantener la leyenda del personaje. Tuvo que ser Dan Barry en 1951 quien resucitara al personaje en la tira diaria que nos ocupa y en la que se mantendría hasta 1990. Y lo hizo volviendo del revés todo aquello que había significado Flash Gordon hasta entonces. Empezando por el dibujo, más rotundo y humano que el de Raymond (y ayudado en ocasiones por artistas como Frazzetta o el genial Jack Davis, cuyas aportaciones pueden rastrearse en este mismo volumen) y acabando por un guión que estuvo a cargo de Harvey Kurtzman en su primer año.

La mano del que fue editor de EC es evidente, con una trama muy enfocada a la ciencia ficción, pero al mismo tiempo y paradójicamente, más realista, como el fantástico primer arco de esta etapa, centrado en un motín carcelario. Tras él se suceden aventuras en diferentes planetas en busca de Dale Arden en las que se abandona ese tono más cercano a la acción pura y dura para acercarse, quizás por imperativo editorial, al más tradicional Flash Gordon, con especies y criaturas exóticas, pero primando sobre todo ese toque de ciencia-ficción tan característico de la época que, en gran medida, este título ayudó a construir. La aventura en Pasturia, una nación pacífica que, por medio de rayos, proyecta todo tipo de ilusiones monstruosas en los enemigos y que con un robot llamado cornucopiano pueden obtener cualquier cosa que necesiten, es un buen ejemplo de lo que hablamos.

La recopilación que aquí presenta Panini a un precio más que asequible es una oportunidad perfecta para acercarse a un personaje conocido casi de oídas por el lector medio; quien, además, se llevará una gratísima sorpresa al encontrarse con unas historias trepidantes que definieron en gran medida el género de ciencia-ficción y que incluso superan en calidad a la etapa seminal y canónica de Alex Raymond.

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