Novedades Marvel julio 2011

Imagen de Kaplan

Hermanos pródigos, guerreros caídos y kung-fu.

 

Empecemos este repaso a las colecciones de Marvel señalando la importancia de Jonathan Hickman en muchas de ellas. Desde que comenzó tímidamente como co-creador de los Guerreros Secretos junto a Bendis, ha adquirido un papel cada vez mayor en el devenir de la editorial. Sus guiones, planificados con una meticulosidad enfermiza, no se resienten ante el creciente número de colecciones a las que se dedica y resultan siempre frescos y sorprendentes, evitando siempre los caminos ya transitados o, si los toma, mejorándolos con un enfoque diferente. Es el caso de la Fundación Futuro, que comienza a dar sus frutos en las páginas de Los Cuatro Fantásticos. En concreto, Ben Gimm va a ser el principal beneficiado de las investigaciones de este think tank de ciencia loca. Hickman, acompañado aquí por Steve Epting, decide contar en mitad de la trascendental saga Tres una simpática historia de esperanza y nuevas oportunidades en la que incluso se permite incluir una ingeniosa broma a costa de los causantes de la crisis económica mundial por medio de la banda de la calle Yancy. Pero esto no significa que abandone por completo los importantes sucesos narrados en los números anteriores; de hecho, en las últimas páginas de este cómic, realmente espectaculares, se pisa el acelerador con una imponente aparición que no presagia nada bueno.

En las páginas de Guerreros Secretos, en cambio, Hickman abandona la calma para centrarse en la más pura acción. Tras ser sorprendidos por la plana mayor de Hydra en el número anterior, Nick Furia y los suyos emprenden la retirada, pero puede que no todos lo consigan. Sin duda, éste es un número fundamental en esta -ya de por sí- fundamental colección, una de las mejores creaciones de Marvel de los últimos diez años.

Finalmente, en SHIELD, Hickman continúa montando el andamiaje de la historia oculta del Universo Marvel, en el que las mentes más preclaras de la Antigüedad están implicadas y conectadas entre sí. Mientras Leonardo da Vinci le va descubriendo esta verdad al joven Leonid, seguimos la lucha de Howard Stark y Nathaniel Richards contra el Hombre Oscuro en el pasado. Hay que destacar la excelente labor gráfica desempeñada por Dustin Weaver. Es consciente de la importancia de la miniserie y se empeña con sus diseños y sus construcciones de página en estar a la altura del argumento narrado por Hickman.

Otro de los guionistas más pujantes de la editorial, Jason Aaron, sigue dando forma a su saga de Lobezno en el Infierno. Mientras las torturas a Logan se suceden (el Diablo, no podía ser de otra forma, es perverso y recurre para ello a los seres queridos del canadiense), el guionista recupera, por un lado, a secundarios clásicos (Mariko, Yukio y una sorpresa en la viñeta final del número) y, por otro, a personajes a los que ha tratado en otras series de la editorial (aparecidos en su etapa al frente de Ghost Rider o Astonishing Spiderman & Lobezno, que comentaremos próximamente) y los integra a la perfección con la trama que está contando. Una maniobra convergente que recuerda, en cierto modo, a la empleada por Millar en 1985, Old Man Logan y Los Cuatro Fantásticos. El resultado es, una vez más, sensacional.

Matt Fraction, mientras, sigue dilatando sus historias en Iron Man y Thor mediante la buena construcción de personajes a la que acostumbra. Además, aprovecha para unir a ambos personajes en la colección del dios nórdico, si bien de forma tangencial. Así, mientras Tony Stark visita Asgard y se encuentra con Balder, Thor ha ido a París en busca de su díscolo hermano. Pasqual Ferry, de nuevo, se luce creando unas atmósferas etéreas, casi de cuento de hadas, que dan a este título un aspecto que nunca había tenido, pero que casa a la perfección con el personaje. Una auténtica maravilla. Mientras, la amenaza latente desde el principio de esta etapa mantiene su avance inexorable. En Iron Man, en cambio, la trama no se esconde, sino que ocupa el primer plano del número, en el que la dupla Fraction-Larroca se mantiene de forma espectacular e incluso brinda un guiño poco velado a la secuencia de Iron Man 2 en Mónaco.

Ed Brubaker sienta las bases de lo que serán los próximos meses de su estancia en Capitán América analizando las consecuencias que puede acarrear la revelación pública del pasado de Bucky Barnes como Soldado de Invierno. Antiguos criminales redimidos como Ojo de Halcón o la Viuda Negra e incluso el presidente Obama tendrán mucho que decir al respecto. Como dibujante invitado de este número tenemos a Daniel Acuña, que realiza una excelente labor, a medio camino entre el preciosismo de Adam Hughes y el expresionismo de Corben.

Por otro lado, los Vengadores Secretos cambian de forma radical su temática -de aventura galáctica pasa a centrarse en las artes marciales-, sin abandonar ni la búsqueda del doble de Nick Furia ni el tratamiento de espionaje que marca la colección. Eso sí, Nova desaparece como miembro y es sustituido por Shang-Chi. Esto permite a Mike Deodato lucirse con llamativas composiciones de página en las secuencias de acción.

Finalizamos nuestro recorrido mensual con los títulos de Brian Michael Bendis, que da por concluida su divertida primera saga en Los Vengadores cerrándola de forma circular y dando pie a que muchos de los temas que toca puedan ser aprovechados en el futuro. Además, en Los Vengadores: Las Guerras Asgardianas tiene algunos de sus mejores momentos como dialoguista (aspecto en el que deja mucho que desear en otras ocasiones). Claro que, no lo olvidemos, Alan Davis se encarga de mejorar el resultado final con creces, haciendo de esta miniserie algo mucho mayor que un mero divertimento.

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