Megazoria: Connach

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Trasfondo de la isla conocida también como Ibernia

Connach, Ibernia, los cinco reinos... con muchos nombres se conoce a la tierra de los ivernios, tribus celtas que, en continuo conflicto, se dividen esta gran isla occidental.

 

Aspectos geográficos

Connach está marcada por dos grandes factores: la influencia del mar, que tempera el clima y trae una sempiterna humedad, y la ausencia de grandes altitudes. En efecto, la isla es una sucesión de planicies y colinas salpicadas de ocasionales roquedales y bosques no demasiado profundos. Las costas, igualmente, no son particularmente abruptas, y si bien no tienen grandes puertos naturales son fácilmente accesibles por embarcaciones de bajo calado.

 

Fauna

Aunque existen especímenes aislados de grandes depredadores como el león cavernario y algunas manadas de lobos en los bosques, las reinas del lugar son las hienas cavernarias, animales muy similares a las hienas actuales pero que alcanzan los 130 kilos de peso y que tienen las extremidades más largas. Las hienas cavernarias se alimentan tanto de manadas salvajes de caballos y cérvidos como de los rebaños de los ivernios. En ocasiones llegan a atacar a los osos cavernarios durante el invierno a causa de la escasez de alimento.

En la isla abundan ejemplares de fauna menor. La caza mayor ha sido prácticamente llevada a la extinción y no se encuentran ni siquiera grandes manadas de herbívoros. En las costas, por el contrario, abundan las colonias de animales marinos y aves, y estas atraen a grandes depredadores acuáticos.

 

Habitantes

Los ivernios son de origen celta, de pieles pálidas aunque no rubicundas, de cabellos oscuros o castaños por lo general. Los hombres no suelen llevar los cabellos demasiado largos y no es raro que se afeiten. Las mujeres llevan los cabellos largos, ceñidos con diademas o recogidos en peinados. Visten con ropas de lana, tanto pantalones como túnicas, y ciñen sus capas con broches de bronce.

Lengua: Gaélico

Escritura: Ogam

Algunos nombres de ejemplo: Donchad, Niall, Cormac, Finn, Adarc, Bran, Connall, Erc, Illand, Rochad o Triath. De mujeres, Aife, Deirdriu, Boand, Findbec, Niamh, Scathach o Ide.

 

Sociedad y gobierno

Durante un tiempo, los diversos reinos de Connach estuvieron unidos bajo un gobierno central a través de alianzas de los distintos monarcas. Actualmente, se halla por completo dividido: cada poblado tiene su rey y permanece enfrentado a sus vecinos. Las alianzas no son duraderas y ninguna de las viejas estirpes parece capaz de aglutinar a más de un puñado de reinos bajo su soberanía.

Esta situación inestable ha atraído a vikingos que asolan las costas: los hombres del norte siguen viniendo como comerciantes, pero también como piratas. Los mercenarios también abundan y los distintos reinos miran cada uno en su dirección, unos con nostalgia el pasado, otros con anhelos fuera de sus fronteras tradicionales.

Connach es una isla en gran medida civilizada: abundan las tierras de cultivo, hay caminos trazados y la amenaza de los animales salvajes es menor que en otras regiones. Al mismo tiempo, es una tierra convulsa. Los poblados, que en algunos casos están convirtiéndose en auténticas ciudades gracias a la influencia del comercio, presentan empalizadas de madera o incluso murallas de piedra a cuyo amparo se alzan cabañas, salones de guerra, templos y graneros.

 

Religión

En principio, los reinos que forman Connach rinden culto a los dioses gaélicos. La importancia de los distintos dioses, no obstante, depende de los monarcas. Perviven también druidas, aunque en algunos lugares han sido bandidos y buscan refugio en los bosques ancestrales.

Al mismo tiempo, están empezando a proliferar los cultos zoomórficos como elemento diferenciador entre reinos. Nadie sabe con certeza de dónde han surgido, pero todos siguen un patrón similar. Su epicentro es una deidad de origen animal (como la araña, denominada La Gran Tejedora) y son rivales entre ellos. Sus rituales son oscuros y misteriosos y sus sacerdotes maestros de la palabra y la manipulación. A veces, estos cultos reclaman sacrificios humanos con los que impresionar a los nuevos conversos.

Estos cultos están erigiendo templos en las ciudades y monasterios fuera de ellas y son centros de saberes ocultos. Asimismo, son centros de conocimiento y copia de manuscritos.

 

Actividades económicas y lúdicas

El comercio, tanto interno como externo, junto a la agricultura son los dos motores de la economía de Connach. Aunque los ivernios no son grandes navegantes, acogen en sus puertos a comerciantes de todo el mundo. Incluso los fenicios les brindan visitas regulares. A parte de servir de punto de intercambio de mercancías, en las ciudades de Ibernia se manufacturan también sus propios productos: herramientas, cerveza, armas, etc.

En Connach se han desarrollado también grandes poetas y bardos. Muestran un gran amor por la música y las narraciones épicas, que en muchas ocasiones se componen a la gloria de los distintos monarcas o para escarnio de sus rivales. Conocen un amplio repertorio de instrumentos, desde trompas y tambores de guerra a arpas y flautas.

También realizan esculturas, principalmente en madera, y tapices. Las competiciones y los juegos de azar son comunes y varían poco de unas ciudades a otras.

En la guerra

A pesar de encontrarse en un estado de conflicto continuo, los ivernios no han desarrollado técnicas bélicas remarcables. Conocen el uso de la caballería, que suele quedar reservada a los nobles, y tienen algunas unidades específicas aparte de la leva de guerreros, como los gallowglass, guerreros armados con cotas de mallas y espadones, o las tropas auxiliares de jabalineros, pero las batallas se suelen desarrollar por simples encontronazos entre bandas de guerra ya que no hay un ejército profesional al uso.

Su material bélico es bastante completo. Además de espadas, lanzas, escudos, hondas, hachas y cuchillos, cabe destacar que los ivernios fabrican grandes espadas de doble filo que, por lo general, son símbolos de poder y que deben blandirse a dos manos.

No es raro que se contraten mercenarios de otras naciones, como escandinavos o germanos. Distintos monarcas han establecido alianzas temporales con los otros, los atacotti. Al finalizar las batallas, las hienas cavernarias suelen visitar el campo en busca de carroña. Su presencia es tan remarcable que incluso se ha establecido un culto zoomórfico en su honor en algunos reinos.

 

En el mar

Los ivernios solo fabrican curraghs: botes sin quilla, de unos quince metros de eslora y unos cinco de manga, de casco alto, que se mueven impulsados por el viento a través de una vela cuadrada o redondeada sujeta a un único mástil. Poco a poco, estas embarcaciones se están mejorando por imitación de las naves que les rinden visita, pero distan todavía de ser un pueblo avanzado en este sentido. No obstante, esto no les ha impedido navegar hasta la tierra de los lusitanos, al sur, o establecer un comercio continuo con las costas cercanas.

 

Posibilidades de aventura

La convulsa situación de Connach convierte la isla en un escenario perfecto para aventuras bélicas, diplomáticas y de espionaje. Los extranjeros no son raros y se les ve en numerosos papeles: comerciantes, mercenarios, esclavos, vagabundos... Es también un buen territorio en el que llegar a ocupar un trono aprovechando las disputas dinásticas y vecinales. Eso sí, los ivernios son celosos de sus tradiciones y de sus estirpes.

Hay que tener en cuenta, también, el importante flujo de mercancías que pasa por sus puertos. En el noroeste son raros los enclaves comerciales, por lo que Ibernia acapara buena parte del comercio, incluso con naciones muy distantes.

Finalmente, los cultos zoomórficos son buena materia prima para módulos, tanto por sus terribles rituales como por sus necesidades materiales (animales importados de Pictia, manuscritos misteriosos, etc.). Sus tejemanejes políticos pueden dar mucho juego en aventuras sobre conspiraciones.

 

Los atacotti

Una leyenda que se repite en todos los reinos de Connach es la de los otros, el pueblo que, según sus tradiciones, vivía en la isla antes de la llegada de los celtas. No está claro qué pueblo era este ni cuál fue su destino, ni siquiera si las ruinas que salpican algunos lugares apartados fueron erigidas por ellos, pero muchos creen que los atacotti son sus descendientes.

Los atacotti forman una variopinta banda de nómadas y vagabundos. Ladrones, bandidos, mercenarios, exiliados... se agrupan en tribus que recorren la isla, a veces para dedicarse al pillaje, a veces para buscar un tierra donde permanecer, al menos, unos años, en ocasiones para ponerse al servicio de un monarca.

Resultan misteriosos a los habitantes de Ibernia con sus ropas decoradas con huesos, trozos de metal y plumas, con sus rostros tatuados o pintados y sus extraños peinados, pero lo curioso es que en muchas ocasiones no son más que ivernios exiliados, renegados o esclavos fugados. Al mismo tiempo, es innegable que forman una sociedad errante aparte. Son hábiles jinetes, tanto de caballos como de gastornis, las enormes aves raptoras domesticadas (e incapaces de sobrevivir por su cuenta en el clima de la isla), y combaten tanto hombres como mujeres. Sus pocas posesiones las acumulan en carromatos, aunque suelen dormir al raso.

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