Conan el bárbaro

Imagen de Patapalo

Reseña de la novela de Michael A. Stackpole publicada por Panini Books que adapta la película homónima

 

Después de la decepción que me supuso la película en múltiples aspectos, confieso que comencé la lectura de la novela de Stackpole con algo de aprensión. No en vano, los mayores problemas que le veo al filme derivan del aspecto narrativo: fallos en la estructura, poco tiempo para el desarrollo de personajes, una sucesión de acontecimientos abrupta... Por fortuna, ninguno de estos fallos hace acto de presencia en la novela.

Stackpole demuestra ser un buen profesional. Mide bien los tiempos, llena los huecos que se perciben en el metraje y corta los aspectos cinematográficos que no tendrían sentido en la novela (como la escena de la catapulta, por poner un ejemplo).

La primera parte del libro, en concreto, es una delicia. Pocos autores han sabido abordar con acierto la infancia de Conan. En este Conan el bárbaro asistimos a un interesante equilibrio entre su predestinación (que se suele exagerar en las obras destinadas) y el realismo pragmático tan propio de los cimerios. Reconozco que soy un gran aficionado a las novelas de aprendizajes, y en ese sentido Stackpole lo borda: épico, pero sin excesos, nos presenta una evolución de Conan que encaja con lo visto en la película pero lo reconduce para que tenga más sentido según la visión original de Robert E. Howard.

No es el único punto en el que vemos un interés por volver a las raíces. Stackpole presenta de un modo original el asalto a Venarium, da más peso a la existencia de Bêlit y nos trae otros cuantos guiños más que quienes conozcan al personaje sabrán apreciar.

La segunda gran baza es el desarrollo de los personajes. La relación padre – hija de Marique y Khalar Zym adquiere la profundidad que necesitaba para que funcionase la historia y el paralelismo entre la obsesión vengativa de Conan y los anhelos de este último dan una lectura más interesante a la narración. La misma relación del bárbaro con Tamara, un personaje que en la novela es aprovechado con mucho acierto, gana enteros en el libro.

El único aspecto en el que flaquea es en las escenas de acción. Aunque Stackpole las adapta bien al formato literario, resultan lentas y confusas a causa de la traducción: el abuso de gerundios, los problemas gramaticales y algunas elecciones de vocabulario desafortunadas (las monjas, las guerreras ¿femeninas?, etc.) quitan lustre a lo que en el filme es, por el contrario, lo que más brilla.

El conjunto, no obstante, merece la pena, sobre todo para los que se quedaron con ganas de una nueva historia de Conan bien construida. Como digo, tiene pasajes memorables, frases hechas para perdurar en el imaginario hiborio y un tratamiento de la psicología de los personajes, sobre todo del Conan niño y adolescente, que pocos autores han conseguido. Además, se lee en un suspiro. Es de las novelas que enganchan. Y que inspiran.

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