El retorno a la tierra

Imagen de Anne Bonny

Reseña de este cómic de Manu Larcenet y Jean-Yves Ferri publicado en España por Bang Ediciones

Cuando vi que habían publicado en castellano El retorno a la tierra, cuya versión original, de Dargaud, ya había leído, lo primero que pensé es que no funcionaría porque es una obra francesa hasta la médula, desde los hombres de la campaña hasta los parisinos irredentos. Después lo pensé con más detenimiento y me dije que, salvando distancias, en todas partes cuecen habas. Los gajs sobre el periférico de París bien se pueden trasladar a la M-30 de Madrid sin demasiadas complicaciones.

 

La idea del cómic en sí es sencilla: un joven cosmopolita, que encarna con tintes autobiográficos -como pone de manifiesto cierto cameo masivo- un dibujante de historietas, decide abandonar la gran urbe parisina para irse a vivir al campo. Así, alquilan en plena zona rural un viejo caserón en el que se disponen a pasar, en principio, un año. Los que hayan visitado la Francia rural se harán una idea del escenario.

 

Enfocado de un modo cronológico, y siguiendo el formato de las tiras cómicas dominicales que han popularizado otras historietas como Calvin y Hobbes, el cómic nos muestra el traslado de la joven pareja al caserón, cómo van conociendo a sus vecinos, las visitas de los colegas de París y, finalmente, cómo encaran el crudo invierno. Las anécdotas, lejos de agotarse rápidamente en los tópicos del encuentro (o desencuentro) entre cosmopolitas y rústicos, parecen crecer hacia el infinito gracias al ingenio de Larcenet y Ferris.

 

Con momentos totalmente surrealistas, las chistes y la situaciones de este cómic se devoran con avidez –especialmente si vives en Francia y te has planteado abandonar París para ir a vivir al campo; sí, el cómic me lo regalaron por eso precisamente-. La magia del dibujo de Larcenet convierte a esos personajes de trazos simples que nos presenta en auténticos entes inolvidables; memorables son la vieja siniestra con su sempiterno chacun fait ce qu’il veut (cada uno hace lo que quiere) o el vecino que siempre está allí como por arte de magia (vieja obsesión sobre la intimidad de los que siempre han vivido en ciudades).

 

Finalmente, pasadas unas pocas páginas, te das cuenta de que quieres seguir sabiendo más sobre ellos. Cuando se llega al invierno, con la tala comunal de árboles y la historia de los tres ingleses, sabes que será inevitable acabarse el cómic de una sentada.

 

Un dibujo personal y fabulosamente efectivo que individua sin aspavientos a los personajes en cualquier situación o con cualquier estado de ánimo, un guión ágil, bien distribuido en pequeñas situaciones encadenadas del tamaño de una tira cómica dominical (DIN A5) y que forman en conjunto una historia entrañable y a la vez divertida y, rematando la jugada, una buena conjunción de estos elementos, hacen de El retorno a la tierra una lectura perfecta para echarse unas risas y pasar un buen rato.

 

La única pega, y esto es lo que me resulta difícil de juzgar, podría ser que algunos chistes o situaciones tuvieran difícil traducción o perdieran parte de su sabor (¿habéis pasado alguna velada con un acordeón?). Aun con la duda, recomiendo su lectura.

Sinopsis

Una pareja de la capital decide cambiar el ritmo frenético de la ciudad por la tranquilidad del campo. El dulce cambio imaginado no es tan fácil como ellos creían. Adaptarse a su nuevo entorno y al día a día del pueblo con sus nuevos vecinos serán sus nuevos retos. En esta obra, Ferri y Larcenet logran una simbiosis perfecta entre realidad y ficción.

 

Autores

 

Jean-Yves Ferri: Nacido en una cabaña de madera al borde de un campo de avena, conserva un desmesurado amor por el campo, como muchos de sus trabajos atestiguan. Éstos, erróneamente clasificados en humor, ensalzan el entorno rural en su áspero y violento esplendor. Su éxito internacional le ha permitido pintar nueve veces su cabaña. Su trabajo en “El retorno a la tierra” le ha permitido, además, reconciliar la vida urbanita y la rural y llamar la atención sobre la desgarradora suerte de los gatos que pierden sus raíces.

Manu Larcenet: Nacido en 1969 de padres conocidos (y amables), vivió en Vélizy una infancia lamentable. A los dieciséis años se volcó en el mundo del cómic y ya no lo dejó. Durante su adolescencia creo un grupo de punk rock (malo) con algunos colegas. Tras pasar el servicio militar en un batallón disciplinario, vivió de ocupa con unos colegas músicos centrándose en su música y sus dibujos. Después formaría parte de la revista Fluido Glacial, desde donde se catapultó a la fama. Con el consiguiente dinero y desfase general, fundó su propia editorial, “Les Rêveurs de runes”, donde publica algunos trabajos inclasificables.

 

A finales del siglo XX, entraría a colaborar en la colección Poisson Pilote y, sorprendentemente, abandonaría París para internarse en las desolaciones lionesas, de donde nacería “El retorno a la tierra”. Hay que agradecer tan peregrina idea.

 

Características de la edición

Tapa dura, 23 x 16,5 centímetros.

96 páginas en color.

10 euros.

 

Por lo que he visto en las imágenes internáuticas, Bang Ediciones ha optado por publicar el cómic en formato apaisado de 96 páginas, lo que, a mi parecer, es un acierto, puesto que da a cada historieta su propia página.

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