Oxígeno en lata

Imagen de Patapalo

Reseña de la antología poética de Alberto García-Teresa publicada por Baile del Sol

 

Navegantes de las calles. Ese es uno de los términos que aparecen en esta antología y creo que capta muy bien parte de su esencia. Oxígeno en lata es poesía urbana. No obstante, ese carácter urbano no hay que entenderlo como un espacio cerrado, sino como un universo en el que estamos enclavados pero cuyos límites hay que empujar, doblar, distorsionar, reinventar... Porque Oxígeno en lata es sobre todo acción, inconformismo dinámico, no compuesto de lamentaciones sino de reflexiones y desafíos cotidianos. Se trata de un libro lleno de vitalidad. Aunque sea capaz de pintar escenarios desoladores, particularmente desoladores por su cercanía, no desfallece.

El libro se compone de tres partes: Cadena de montaje, La arena en el engranaje y Poemas de Ignacio Sombra. Las dos primeras están intrínsecamente unidas, como ponen de manifiesto sus títulos, y se centran en nuestro papel dentro de la sociedad, en particular de la de consumo, y en la maquinaria que entre todos conformamos, a veces sin molestarnos en ser plenamente conscientes de ello. La tercera parte, sin desvincularse de estos temas comunes, es quizás más intimista.

Las poesías que nos presenta Alberto García-Teresa son abordables por todo tipo de lectores. Aunque llenas de imágenes potentes y con una gran capacidad de sugestión, no resultan crípticas ni recurren a un lenguaje complicado o elitista. Bien al contrario, buscan la proximidad, el tú a tú, la confianza y la cercanía, y fluyen con una facilidad pasmosa.

Esta particularidad y su temática, o mejor dicho su vocación, hacen de Oxígeno en lata una buena oportunidad para acercarse a la poesía. Con los tiempos que corren, en los que parece indispensable replantearse cosas tan básicas como el consumo o las relaciones humanas, esta puede ser una buena forma de armarnos con un cristal que nos permita dar con una nueva perspectiva.

Como cierre, me permito dejaros con una breve muestra de este poemario, unos versos que no dejan de estremecerme:

Malditas esas gentes de hormigón y chimeneas,

maldito su utilitarismo de votos y euros.

Agoniza infectada la ría;

muere amordazado el océano.

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