Tierras de Acero MGZN -In memoriam-

Imagen de Patapalo

Un artículo que escribí cuando descubrí esta revista que, desgraciadamente, ya pasó a mejor vida...

Impresiones sobre esta revista de literatura especializada en Fantasía, Ciencia Ficción, Terror y Misterio editada por David Mateo –Tobias Grumm- y Rubén Sousa

 

Hay proyectos que, desde el primer día, uno hace propios. Desde que tuve noticia de Tierras de Acero MGZN supe que, para mí, éste sería uno de ellos. El propio concepto en sí me resultaba impepinable, indiscutible.

 

Tal vez sea por mi desconocimiento del sector, pero durante años he tenido la impresión de que había un gran hueco en el sector literario. En cualquier quiosco uno podía encontrar revistas sobre los más variados temas –cine, ordenadores, bricolaje, lo que fuera- excepto, quién sabe por qué, literatura. Viendo la cantidad de aspirantes a escritores y de devoradores de novelas que hay en este país, aquello me resultaba inconcebible.

 

Bien es cierto que había oasis en el desierto, pero éstos no me resultaban todo lo satisfactorios que hubiera podido desear. La revista de la Asociación Aragonesa de Escritores, Criaturas Saturnianas, tiene de revista únicamente el nombre, pues es un libro de tomo y lomo. Además, aborda los temas desde una perspectiva, a mi parecer, demasiado académica para el público general. Por otro lado, revistas electrónicas, y muy buenas, sí que tienen cierta presencia en nuestra red de redes. Pero claro, cuando trabajas delante de un ordenador todo el día, apetece, mayormente, leer en papel. Así, el deseo de una revista literaria de a pie en papel existía. Lo que no me esperaba es que Tierras de Acero MGZN lo fuera a satisfacer de un modo tan contundente.

 

Aunque al principio tuve mis dudas acerca de la calidad de los contenidos que conseguirían, no dudé en abonarme a la misma. A dar el voto de confianza me movieron el haber conocido por correo electrónico a David Mateo, lo que me inclinaba a tener fe en su profesionalidad editorial, y el no tener lecturas ligeras en castellano donde resido. Desde que recibí el primer número supe que no me había equivocado. Lo que no sospechaba era la fulgurante evolución que iba a tener la publicación.

 

En el número inaugural nos encontrábamos con una presencia abrumadora de relatos; de hecho, únicamente la tira cómica y el mítico reportaje sobre la entrega de premios del Minotauro genialmente narrada por Víctor M. Ánchel bajo el título "Donde Vaquerizo" se podían clasificar de otro modo. La calidad de los textos, de las ilustraciones que los acompañaban, así como la claridad y acierto de la maquetación y el diseño, dejaban con ganas de más. Y, ¡demonios!, los próximos números lo daban.

 

La segunda revista venía mucho más equilibrada a nivel de textos. Los relatos se alternaban con los artículos de un modo que dotaba a la publicación de un carácter más acentuado de revista. Más o menos, la cosa quedaba en mitad y mitad. Además, se abrieron secciones que, después de sólo dos números, atiendo con impaciencia.

 

Entrevistas, reseñas, artículos de opinión, reportajes… todo lo que hubiera podido desear encontrar y, además, escrito de un modo próximo, cercano, con la pasión y sencillez del que de verdad cree en lo que está haciendo.

 

Pocas veces me he conmovido o interesado tanto con un artículo como me ocurrió con "A las estrellas en tranvía" de Juan Miguel Aguilera. Pocas veces me he sucumbido a leerme un artículo tras otro cuando la idea era leer solamente uno. Son cosas que, para mí, hablan muy bien de esta publicación. El que el tercer número haya superado al segundo es la guinda de la tarta.

 

Al decir superar –y que se me perdone por el agravio comparativo a los que ya hicieron grande el número anterior- no me refiero a que la cubierta venga en color, que para mí es lo de menos aunque entiendo que ayudará a la revista en su deambular por las librerías. Me refiero a que uno tiene la impresión de encontrarse ya con una publicación veterana.

 

No sólo el nivel de contenidos es muy bueno, sino que su distribución es impecable. Así, articulando los textos más largos nos encontramos con agradables y estratégicos poemas y microrrelatos, acompasando un conjunto bien equilibrado de artículos -tanto de opinión, como entrevistas y reseñas- y relatos; éstos, rizando el rizo, variados y consistentes en el conjunto.

 

Conseguir buen material para una revista es complicado. Distribuirlo bien, también lo es. Maquetarlo de un modo efectivo y personal, sin fárragos ni errores, evitando que la publicidad se te coma el espacio pero consiguiendo al mismo tiempo que sea visible sin molestar, y con buenas ilustraciones, ya es una tarea de malabarista. Es por ello que, cuando terminé de leerme el tercer número de Tierras de Acero MGZN decidí que tenía que escribir este artículo.

 

Es mi modo de darles las gracias por el trabajo que están haciendo, a los autores por brindarnos estos fabulosos textos y a los editores por coordinarlo todo con tanto acierto. Francamente, creo que es un privilegio contar con una publicación de esta categoría, con sus 82 páginas, por un precio de 2 € -menos aún si te suscribes-. Y creo que, por una vez que alguien en vez de quejas trae alternativas, es nuestro deber apoyarles, o, al menos, darles el voto de confianza y probar una vez.

 

Personalmente, sólo he encontrado dos pegas a esta publicación: la primera es que en vez de “revista” se llame “magazine” –que parece que le quiera restar importancia a lo que es y representa-, y la segunda es que venga grapada cuando lo que merecería es un buen encuadernado. Como se puede ver, nada grave.

 

Ahora nos toca esperar para ver si su distribución en tiendas físicas sigue creciendo y, en mi caso particular, a ver si no tardan en reenviarme el número cuatro desde Zaragoza, que me tienen en ascuas.

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