Largas noches de lluvia

Imagen de Patapalo

Reseña de la obra de Marc R. Soto publicada por Viaje a Bizancio

 

Dado que los dos relatos breves que sirven de preludio a la obra que da nombre a la antología se han publicado de nuevo en Todo muere este mismo año, en esta reseña me centraré únicamente en Largas noches de lluvia. Material hay sobrado para dedicarle una reseña completa, pues esta obra, que por extensión podemos considerar entre novela corta y relato largo, es una buena muestra tanto de la calidad de Marc R. Soto como autor como del valor adicional que puede dar a una narración la fusión de géneros.

Largas noches de lluvia se cimienta, en su base, como un retrato costumbrista. Nos situamos en un pueblo asturiano en los años 60 del siglo pasado. Llegan algunos cambios al microcosmos de una población tan aislada como la que nos presenta Soto, pero estos se encuentran con la densa atmósfera enrarecida que domina este; a veces incluso chocan frontalmente con ella. Encontramos en este planteamiento pinceladas que han hecho grande a la literatura señera española, desde Delibes a Cela. El autor consigue transportarnos a un tiempo y un lugar que ya nos pueden empezar a parecer exóticos, pero que están en las raíces de nuestro ser y que, de algún modo, sentimos cercanos.

Pero no se detiene ahí. En una segunda vuelta de tuerca da rienda suelta a uno de los aspectos que más me gustan de su obra: el terror. Empieza como una leve melodía de suspense. Se nos anuncia una muerte y visitamos, de la mano del protagonista, el domicilio del finado. Soto pone de manifiesto que no hace falta que la casa esté encantada para que sintamos ese pavor ancestral a la muerte. Podemos paladear su presencia en ese hogar que ha quedado huérfano y sentir el temor que suscita su mera existencia. Llegamos incluso a compartirlo. En estos compases, hay una cualidad mágica.

Esta se hace cristalizar en un tercer giro, que completa en puzle en una suerte de relato policíaco. Con todas las pistas que se han sembrado en los capítulos precedentes sin que se nos hubiera ocurrido siquiera pensar en ello, se nos desvela una trama criminal que nos sacude sin piedad. Las piezas encajan, las materiales y las anímicas, lo que dota al conjunto de un mayor calado del que sospechábamos en una primera lectura.

Y ahí radica la grandeza de Largas noches de lluvia: no es narrar por narrar. Bien al contrario, es construir una obra a partir de materiales diversos para transmitir la complejidad de la vida y, al mismo tiempo, su sencillez. Un trabajo rico y sólido que justifica tanto su lectura como el haber dado nombre al libro. Como decía, una muestra de la calidad de Marc R. Soto como narrador.

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