John Carter: Una princesa de Marte

Imagen de Anne Bonny

Reseña de la adaptación de Langridge y Andrade publicada por Panini Cómics

 

Cuando Edgar Rice Burroughs publicó en 1912 la primera obra de su serie de aventuras marcianas, Una princesa de Marte, estaba sentando las bases de uno de los subgéneros fantásticos más peculiares que existen: el de espada y planetas, que, por paralelismo con el de espada y brujería, consiste en montar aventuras épicas en un entorno exótico... del entonces mal conocido espacio exterior.

Por supuesto, es un subgénero propio de su tiempo, donde teorías sobre el universo que ahora nos parecen peregrinas e incluso risibles todavía tenían su predicamento. Y es tal vez por ello que nos resulta particularmente sorprendente que sea capaz de conectar con el lector contemporáneo. Porque, como en una divergencia imprevista, si bien el lector actual no va a dar crédito a posibles civilizaciones aligenígenas faraónicas y antropomórficas en el cada vez más explorado Marte, ideas de este calibre siguen encerrando mucho encanto. Y, por supuesto, su imaginario escapista no ha perdido un ápice de fuerza.

Incomprensibles marcianos, valor, coraje, luchas a muerte, proezas de voluntad y fuerza, exóticas y voluptuosas damiselas, insospechadas criaturas que sirven tanto de montura como para devorar prisioneros en un circo, gladiadores, oficiales confederados e ingenios tecnológicos de los que hacen soñar. Pulp de primera categoría. Aventuras sin límite.

Roger Langridge ha sabido rescatar con su guión todos estos elementos clave de la obra de Burroughs para acercárselos al lector de cómics contemporáneo y el secreto de su éxito es haber sabido dar un ritmo trepidante a la historia. Ya que nos apoyamos en arquetipos y situaciones que ya son clásicos del género, la narración se marca una cadencia sostenida y ligera.

Queda en manos de Filipe Andrade (apoyado en el coloreado de Sunny Cho) acercarnos la fascinación por el escenario. Ciudades extraterrestres, civilizaciones nunca soñadas y paisajes alienígenas llenan las páginas del cómic hasta sumergirnos en el peculiar mundo que le toca vivir a Carter al verse arrancado de su realidad en un delicioso te podría pasar a ti. La premisa para presentárnoslas es la misma que marca el guión: acción y dinamismo, algo para lo que el particular estilo elástico y excesivo de Andrade está particularmente dotado.

El resultado es un nuevo acercamiento muy entretenido y sugerente a este gran clásico de la literatura pulp que es Una princesa de Marte. Una revisitación que Panini Cómics nos trae en un formato muy adecuado.

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