Kid Lucky

Imagen de Anne Bonny

Reseña del cómic de Pearce y J. Léturgie publicado en España por Salvat Editores con el que se abre la serie homónima sobre la infancia de Lucky Luke

Lucky Luke fue uno de los personajes que marcó mi infancia. Paradójicamente ha sido después de ésta que he descubierto la suya con este título satélite. Debo reconocer que cuando era pequeño no era de mis héroes preferidos porque eso de ser más rápido que su propia sombra me daba la impresión de que quitaba tensión a las historias e interés al personaje. Ahora, cuando releo estos cómics y encuentro esa segunda lectura tan franco-belga que juega en dos registros -infantil y adulto, como en el Pequeño Nicolás-, me doy cuenta de que en sus páginas había mucho más de lo que cabía esperar a simple vista.

 

Es por ello que, naturalmente, un título como “Kid Lucky” suscita desconfianza. Las series nacidas a la sombra de las que han triunfado pueden abusar de la confianza del lector y no darle el nivel inicial, aprovechándose simplemente del esquema que funciona y del ambiente conocido. El no contar con el equipo mítico que hizo grande a Lucky Luke -Goscinny y Morris, su creador- hace que la desconfianza sea todavía mayor, a pesar de que Morris sí que participa en cierta medida en el cómic.

 

Quizá sea por ello que “Kid Lucky” es una agradable sorpresa. Pearce y Léturgie, que todo sea dicho son veteranos en el mundo del cómic y en el de Lucky Luke en particular, retoman a la perfección el espíritu del cómic original sin por ello sentir constreñida su creatividad. De este modo, “Kid Lucky” es un cómic de Lucky Luke -niño, claro-, pero también es un cómic con carácter propio.

 

Las historias conservan los ingeniosos juegos de palabras de la serie -y que se perciben mejor en la versión original- y su tono entre la parodia y el homenaje, entre la aventura y la obra cómica, que tan buenos resultados ha dado al título. Son elementos que permiten una lectura ágil y entretenida, que mantiene el interés a lo largo de todo el álbum por no constreñirse a gags separados, pero que tampoco carga como lo haría una historia seria.

 

En el apartado gráfico tenemos una situación similar: de nuevo el trazo y el color son 100% fieles a la serie original (de hecho poca diferencia hay con los primeros cómics), pero al mismo tiempo se permiten marcar un carácter propio que deje claro que la serie tiene su propio estilo. El resultado es el idóneo: Kid Lucky sigue siendo Lucky Luke sin serlo del todo.

 

De este modo tenemos un cómic que cumple con lo que promete: un guiño a los seguidores del personaje que respeta la esencia del personaje y explora una nueva faceta -su infancia- y un nuevo marco: Estados Unidos antes de la Guerra de Secesión. Es una obra sin demasiadas pretensiones que, seguramente por ello, deja un buen sabor de boca.

 

Autores

 

Maurice de Bévère, conocido como Morris, fue un dibujante de historietas belga. Nació el 1 de diciembre de 1923 en Kortrijk, Bélgica, y murió el 17 de julio de 2001 en una caída accidental. Morris es considerado uno de los más notables historietistas belgas del siglo XX. Su creación más conocida es el vaquero Lucky Luke (1955-2001), que desarrolló junto con el francés René Goscinny, quien escribió el guión de las aventuras durante los primeros veintidós años de la historieta.

 

Yannick Le Pennetier, nacido el 25 de mayo de 1954 en Marsella, debuta en 1974 en el semanario Spirou dentro de la sección Carte Blanche. Al mismo tiempo publica algunos trabajos en Curiosity Magazine. Formando equipo con Didier Conrad, crea Les Innomables a finales de los 70. Seguidamente, Yann se convierte en uno de los guionistas más prolíficos y variopintos del cómic franco-belga, cultivando toda variedad de géneros, tanto en estilo humorístico como realista, para las principales editoriales del mercado francófono. Tomando el relevo de Greg, ha guionizado asimismo los álbumes de Marsupilami ilustrados por Batem, además de colaborar con Morris –con el seudónimo de Pearce- en un álbum sobre la infancia de Lucky Luke, Kid Lucky, tras lo cual ha creado otro western humorístico con Léturgie, Cotton Kid. En 1994 lanza una de sus series más aclamadas, Pin-up, ambientada en la América de los años 50, ilustrada por Berthet y editada por Dargaud. Con el mismo dibujante y para la misma editorial, en 2004 presenta la serie de ciencia-ficción Yoni.

 

 

Jean Léturgie debutó en el mundo del cómic haciendo entrevistas para "Cahiers de la Bande Dessinée" (1976-1980) y el periódico "Circus" (1979-1983), y como responsable de prensa de Glénat. Escribió su primera historia para Wininger antes de crear, con Philippe Luguy, Percevan, cuyo noveno álbum 1996 aux Editions Dargaud. Junto a Xavier Fauche ha escrito ocho escenarios para Lucky Luke y algunos otros para Las aventuras de Rantanplan. Con Morris y Pearce trabajó en Kid Lucky, serie ambientada antes de la Guerra de Secesión.

 

Además de estas series de cómics, y otras, ha sido responsable de la sección cómic de Je Bouquine, director literario de "Humanoïdes Associés" (1988-1990), redactor jefe de un suplemento de cómic para VSD y responsable del proyecto BD ON LINE para el salón de Angoulême de 1995. En 1999, junto con Pearce, lanza Cotton Kid, y paralelamente con Yann y Simon Léturgie, Spoon et White (6 albums). En 2004, escribe con Simon Léturgie el guión del primer Outretombe (dibujado por Richard Di Martino), una serie de dos números de historietas de horror.

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