Lecho de Rosas

Imagen de Julián Castro

Amanezcamos en un lecho de rosas. Su aroma penetrante hace el aire más espeso. Tumbémonos en un lecho de rosas, que amaneceremos en una zarza. Entre el claroscuro del engalanado pasillo vacío yo me pierdo, y todos los sueños se esfuman un las nubes.

Tendrás la oportunidad de saborear lo amargo de mi boca la mudez de mis ojos y la sordera de mi oído. De captar la vasta soledad que a veces siento. Cuando apago la luz, me siento solo en el mundo. Durmámonos. Quiero encontrarme con mis pesadillas. Bañémonos en pétalos de rosa, y así confundirás mis lágrimas con gotas de rocío.

 

Todo esto es un error. He cometido el delito más grave y ya viene el verdugo. He gritado tanto que me he quedado mudo. Encendí la luz y estallaron las bombillas. He subido a la cima, y no hay arriba quien me salve. Rebuscáis en mi pecho buscando mi corazón, pero ya lo he arrojado a la basura. En los fuegos de artificio no me oís. He apostado alto y me he perdido.

 

Ésta es una confesión que no me puedo permitir que nadie vea. Nadie debe adivinar el terror tras mi sonrisa. Nadie debe descubrir que las rosas están podridas. Me pedías algo que ya no os puedo dar. Me dais felicidad cuando sólo siento amargura. Me decís “te necesito” y mi corazón grita “abandonado”. Os quedáis en mi sonrisa y no preguntáis “qué tal”.

 

Entre la rosa y la espada, ¿cuál tiene más espinas?

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