El cine de siempre: Sin perdón

Imagen de Luc Hamill

Quizás alguno crea que en El cine de siempre tenemos momentos esnobistas y nos subimos al carro de esos sesudos críticos que van de enteradillos. Nada más lejos de la realidad. Aquí hablamos de cine, sin rollos ni adornos. Sin concesiones. De cine.

Estrenamos encabezado a causa de que cada vez escucho más decir que el arte es aburrido. Por favor, ¿aburrido? El arte será incomprendido como mucho, pero lo que distingue al hombre de los otros animales no puede ser aburrido. Ni feo, ni tampoco soso. Pero bueno, como no quiero iniciar un debate, vamos a meternos ya en el tema. Señores, Sin Perdón.

 

La cosa empieza cuando el ex-pistolero viudo William Munny (Clint Eastwood) abandona su granja para acometer un último trabajo en compañía de su antiguo socio Ned Logan (Morgan Freeman) y con el joven cazarecompensas Schofield Kid (Jaimz Woolvett). Los tres quieren conseguir el “oro de las prostitutas”, ofrecido a aquel que acabe con los dos tipos que acuchillaron a una de estas mujeres.

 

Ni que decir tiene que el anuncio de esta recompensa ha hecho que al pueblo de la peli, Big Whiskey, acudan varios pistoleros como Bob el Inglés (Richard Harris). Esta situación no agrada nada al sheriff Little Bill Daggett (Gene Hackman), que impone su ley con extrema violencia.

 

¿Y cómo sigue? Ah, habrá que verla. Y no hay excusas, que por algo éste es el western crepuscular por excelencia. Esto es, es el filme que cierra el círculo iniciado con La Diligencia poniendo un broche de oro a un género que ha dado tantas alegrías a tantos cinéfilos tratando temas como, en esta ocasión, la decadencia, la amargura y la desolación. Ford, Walsh, Mann y Leone darían su visto bueno. Ya lo creo, aunque no hay que ser tan rotundo con el punto y final, porque ahora nos llega también ese western con cowboys gays, que tampoco Ang Lee lo ha hecho nada mal.

 

En fin, que esto no es una reseña, es una crítica. Y aquí arranca la segunda parte, mi favorita. Ésa en la que hablaremos de cine sin pudor y sin florituras. A ver, por donde empezamos... Ya está.

 

Al que no le gusten las historias de tintes oscuros, supongo que no le resultará muy amena. Vale, es cierto que no florecen muchas cosas bonitas en Sin Perdón, pero aún así tiene una belleza sublime. La belleza no es sólo sol y arcoiris, también existe la melancólica que nos lleva a retomar el pasado. Ese romanticismo frío y austero con el que un hombre se cuestiona qué es lo que le lleva a convertirse en pistolero. Esa sensación de pérdida, ese deseo de venganza y de olvido. Calma, calma, esta película es compleja, pero no más que la vida real. Nada de maniqueísmos: todos los personajes son muy, muy humanos. Nadie es bueno del todo y nadie es malo completamente. Todos son personas con sus más y sus menos, de forma que nunca tenemos un único punto de vista para cada suceso, ya sea un asesinato, una cuchillada o la búsqueda de una recompensa.

 

Y como todos son simples seres humanos, Sin Perdón nos presenta la figura del pistolero desprovista de todo halo mítico que la caracterizara. Ya no existen las leyendas del Salvaje Oeste, ni siquiera para quien se empeña en ser una, como le pasa a Schofield Kid, aunque él ingenuamente crea que la violencia no tiene consecuencias sobre los que la cometen y los que la sufren. Ni tampoco existen para los que van de divos, como Bob el Inglés, que continuamente intenta hacer creer a su biógrafo que en el pasado hizo muchas heroicidades.

A todo esto, el biógrafo tan contento, porque este personaje es el encargado de maquillar toda la realidad para convertirla en un atrayente espectáculo de gloria y balas que cautive al público (como Schofield Kid). Si Bob consiguió matar a un tipo estando borracho, disparándole al estómago y después de que éste cometiera dos fallos, el biógrafo plasmará que como un caballero salvó valientemente a una dama en peligro y bla, bla, bla.

 

Pero ahí están Munny y Little Bill. El primero para confesar que en aquellos días casi siempre estaba ebrio (cuando se dispone a matar, agarra la botella y su cara se va transformando... hay que verla) y ya no quiere recordar nada. Su mujer le cambió la forma de pensar y vivir desde que la conoció, siendo así, para mí, el personaje “en off” más influyente en la historia de una película. Toma ya. Y el segundo para revelar que en un tiroteo lo que importa es la frialdad más que la rapidez. Así que ya lo sabéis, chavales, en la vida, para los exámenes, para cocinar, para conducir y para lo que sea, frialdad antes que rapidez (si se puede las dos cosas, mejor).

 

Así que aquí tenemos un análisis sobre las causas y consecuencias de la violencia, sobre lo justo y lo injusto, sobre el mito y la realidad, sobre el joven fascinado por las leyendas y el viejo desanimado de verle tan incrédulo. Y otro análisis más: sobre la oferta de las prostitutas que mete al pueblo en una espiral de muerte que plantea si existe la justicia, o más bien, si la justicia es acaso justa, porque si ellas no llaman a los asesinos, éstos no llegan, pero de ser así su compañera habría quedado agredida sin más.

Los minutos irán pasando y por un lado conoceremos la historia de los tres pistoleros y por el otro el de las prostitutas y el sheriff hasta que todo converge a una tormenta real y metafórica que salta en el último tramo de la película. En ese clima será cuando Munny se descubra como un despiadado asesino, pero aún así nos parecerá buen muchacho pues lo hace por honor y además parece ser el único que de verdad se interesa en las prostitutas, más allá de recompensas. Por otro lado, el personaje de Morgan Freeman es el único que realmente se redime. No voy a detallar por qué digo todo eso, para saber más hay que verla, que está todo muy clarito, y que su final sin duda es, nunca mejor dicho, de película.

 

Anotad: Sin Perdón, con Clint Eastwood, Gene Hackman (Oscar al Mejor Actor Secundario), Morgan Freeman y Richard Harris. Casi nada. Ya en las salas dudo que vaya, pero la edición DVD de esta triunfadora de los Oscars del 92 trae interesantes extras de making off y demás, así que hay excusas de sobra, que tenemos Clint en estado puro. Ahora que el actor se ha retirado, al menos nos queda el director. Una obra maestra profunda y real. Eastwood dijo que ya no haría otro western. Para qué, no le iba a salir mejor que éste.

 

Ficha técnica

 

Título original: Unforgiven

Año: 1992

Género: Drama / Western

Duración: 131 minutos

Dirección: Clint Eastwood

Guión: David Webb Peoples

Producción: Malpaso Company

Distribuidora: Warner Bros. Pictures

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