Megazoria: Cimbria

Imagen de Destripacuentos

Trasfondo de la desolación habitada por los cimbrios

Cimbria forma un corredor natural entre los ríos Albis y Viaduma, dos caudalosos cauces que forman la frontera natural de un camino que ha sido tomado por numerosas hordas de pueblos germánicos, como los teutones y los harudes. Los cimbrios, o cimbri, marchaban con ellos, pero muchos se establecieron por el camino y se volvieron señores de esta región. Otros todavía vagan como mercenarios por territorios dispares que van desde la tierra de los eslavos hasta la de los íberos y los latinos.

Aspectos geográficos

Cimbria está conformada por profundos bosques que tapizan tierras bajas. No es raro poder caminar durante días sin apenas ver la luz del sol ni el azul del cielo. Árboles centenarios de ramas frondosas y raíces profundas dominan el paisaje. Son tierras sombrías, con roquedales cubiertos de musgo y densas masas de matorrales. Algunas ciénagas traicioneras se abren ahí donde se acumula el agua.

El clima es frío y húmedo, pero la densa vegetación protege del viento y las precipitaciones. Las brumas son habituales y hacen todavía más fantasmagóricos los bosques.

 

Fauna

Un tiempo atrás, los bosques de Cimbria se mostraban ricos en cérvidos y otros animales mayores, como osos y lobos. El paso desolador de hordas de germanos ha espantado la caza y expulsado a buena parte de la fauna. Ahora priman animales más pequeños: ardillas, hurones, comadrejas, cuervos, zorros... y en torno a las ciénagas, víboras y murciélagos de gran tamaño.

De entre todos los animales, los wargos salvajes, abandonados por los incursores saxones, en ocasiones extraviados tras la muerte de estos, son los más peligrosos. No temen al hombre y son rivales formidables incluso para osos y manadas de diros.

Habitantes

Los cimbrios son un pueblo germánico. Entre ellos abundan las pieles y los cabellos claros, que suelen llevar trenzados o recogidos. Por lo general, hacen sus ropas con pieles de animales cazados y cuero endurecido con fuego. Las materias primas, como la lana, no abundan. En las zonas más precarias, cubren sus cuerpos con barro para aislarse del frío y tener un aspecto más terrible. Adornos de corteza, colmillos y huesos tampoco son raros. Otros pueblos germánicos miran con desconfianza a los bestiales cimbrios cuando cruzan sus tierras.

Lengua: Germánica

Escritura: Rúnica

Algunos nombres de ejemplo: De hombre, Berthric, Cenwulf, Egstane, Waldred o Redwald. De mujer, Aelswith, Bertha, Elgiva, Elfreda o Redburh.

 

Sociedad y gobierno

La sociedad cimbria se ha simplificado en relación a otros pueblos germánicos. En la mayor parte del territorio se encuentran apenas familias aisladas que viven en hogares excavados bajo tierra, en los roquedales, de modo que resultan invisibles a los merodeadores. Estas familias viven de la caza y, en ocasiones, intercambian productos y miembros con otras familias o se alían para realizar incursiones. Funcionan como un patriarcado, pero las mujeres gozan de gran libertad y son consideradas como iguales en muchos sentidos, dada la escasa población: participan en los combates y la caza y han de mostrarse igual de feroces y temerarias que sus hermanos.

El único reducto en el que se mantiene un cierto orden es una casi legendaria ciudadela erigida en el corazón de Cimbria, ahí donde los pobladores originales de la zona se atrincheraron para resistir el continuo paso de las hordas. Tras sus colosales muros fortificados de piedra negra se extiende un complejo de huertos y corrales que dan alimento y cobijo a varios millares de personas. Sobre ellas gobierna un monarca con su consejo de carls y völvas, con la mirada siempre puesta en un pasado legendario, aislados del mundo y hostiles con todos los extranjeros. Su residencia, el llamado palacio de las calaveras, se alza como un torreón precario decorado con los cráneos de los enemigos derrotados. Se rumorea que en sus mazmorras hay pozos en los que hace combatir a muerte a sus prisioneros.

Religión

Aunque sus creencias enraízan con el panteón de dioses germánicos, en la mayor parte del territorio la religión no es mucho más que leyendas que pasan de boca a oreja y supersticiones relacionadas con la zona y tamizadas de un modo casi animista.

En la ciudadela sí se mantiene un cierto culto organizado en el que las völvas mueven los hilos para interferir en la política interna de la sociedad. Estas han potenciado el culto guerrero a Tyr, pero supeditándolo al culto a Höðr, el dios ciego, una degeneración mistérica que les permite mantener en vilo a los ciudadanos de la ciudad y para el que reclaman, en ocasiones, sacrificios de sangre, ordalías y la realización de extrañas misiones.

 

Actividades económicas y lúdicas

La caza, la pesca y el saqueo son las actividades económicas más comunes en Cimbria. Solo en la ciudadela estas se diversifican algo más con algunas artesanías, un poco de agricultura y la cría de algunos animales menores. El comercio es casi inexistente.

La caza con hurón es una actividad muy apreciada por los cimbrios, que llegan a entrenar a auténticos campeones en la materia. El resto del entretenimiento pasa por las baladas y las narraciones. Las gestas de caza y algunas batallas legendarias son los temas más populares.

 

En la guerra

Los cimbrios saben pelear, pero conocen poco del arte de la guerra. Incluso en la ciudadela, donde hay soldados profesionales versados en algunas tácticas básicas, como el muro de escudos, y que se arman con cotas de malla y yelmos, la disciplina militar es escasa. La mayor parte de la población se contenta con saber manejar sus herramientas como armas: hachas, cuchillos, lanzas, jabalinas, arcos... Las hondas y los garrotes de hueso o madera son más populares que en otras zonas de influencia germánica debido a su disponibilidad y la escasez de metales de buena calidad. Como consecuencia de la gran cantidad de madera, los cimbrios suelen armarse con escudos redondos de buena factura. También se hacen acompañar de sus mastines en combate.

 

En el mar

Los cimbrios no tienen contacto directo con el mar, pero por los grandes ríos se pueden ver botes largos, más modestos que sus parientes marinos, que, no obstante, resultan muy válidos para la navegación fluvial. La madera de calidad abunda.

 

Posibilidades de aventura

La zona más salvaje de Cimbria es un mal lugar para perderse: bandoleros, renegados, simples supervivientes... el peligro es constante, y se habla incluso de tribus de caníbales en épocas de carestía. Una expedición comercial que cruce por el Albis o el Viaduma puede terminar hostigada por una horda de salvajes guerreros cubiertos de barro que no dejará a su presa por los laberínticos y poco acogedores bosques cimbrios.

Además, todavía se pueden encontrar hordas de paso. Los jugadores, de hecho, pueden formar parte de una y tener que arrostrar los peligros propios de la zona, como los wargos salvajes, las ciénagas y los belicosos cimbrios, de camino a territorios mejores donde instalarse o buscar fortuna.

Finalmente, la ciudadela es un entorno único en sí. Tras sus muros de piedra se esconde una civilización en miniatura enrarecida por el poco espacio vital. Las conspiraciones de las völvas, siempre dispuestas a exigir por mediación de los espíritus alguna búsqueda descabellada, y las ansias de prosperidad de los carls, siempre vigilantes del monarca electo, pueden dar pie a múltiples aventuras y conflictos. Eso, cómo no, cuando no se debe pensar en la propia defensa de los muros, las epidemias o todo al mismo tiempo.

 OcioZero · Condiciones de uso