X-Factor: Puntos de ruptura

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Punto y seguido para el equipo de detectives mutantes de Jamie Madrox

Aunque al principio parecía que el planteamiento de esta serie era sencillo, un grupo de detectives mutantes en el barrio mutante de Nueva York, Peter David ha ido tejiendo una intrincada rama de argumentos y relaciones interpersonales que ya quisieran para sí series más grandes.

Obligada a reconstruir sus cimientos casi al empezar, a consecuencia de Diezmados, y a ir haciendo ajustes aquí y allá para adaptarse al status quo del panorama mutante tras eventos como Complejo de Mesías y Cisma, el equipo ha ido dando tumbos, tanto geográficos como en su formación, pero ha sabido mantener su esencia. Eso sí, los despuntes y los cabos sueltos se iban acumulando.

En Puntos de ruptura, Peter David parece haberse propuesto solucionar de un plumazo la mayoría de ellos, y cabe decir que la jugada le ha salido bastante bien.

Por un lado teníamos a Loba Venenosa, que dejó el grupo para irse a X-Force y volvió traumatizada por las cosas que le había obligado a hacer Lobezno, además de preñada de un dios lobo nórdico no-muerto a raíz de Necrosha. Rahne llegó a parir al bebé diabólico y lo abandonó (después de que el primer acto de este en el mundo fuera un asesinato). En este tomo tendremos, por fin, una conclusión a todo ese arco, con la escocesa decidida a darse una segunda oportunidad como persona y como madre.

También veremos cómo acaba el rollito que se traían M y Guido después de la muerte y posterior resurrección (sin alma) de este, y qué pasa con Kaos, que asumió el liderazgo del equipo durante la aparente muerte de Jamie Madrox y que, desde el retorno de este, parecía más perdido que un pulpo en un garaje (aunque esto ya os lo imaginaréis si habéis visto la portada de Imposibles Vengadores).

Otra de las cosas que se aclaran un poco es lo que pasa con Layla y su conocimiento del futuro, poco fiable desde que decidió enfrentarse al destino para salvar a Guido. Además hay una grata sorpresa para ella en las últimas páginas.

Pero las principales revelaciones del tomo se centran en Banshee y Polaris. La primera se sumergirá de lleno en mitología gaélica y deberá decidir si acepta el pleno legado de su nombre, y la segunda descubrirá la verdad sobre la muerte de sus padres. Un recuerdo reprimido durante décadas que, seguramente, está en la base de los numerosos brotes psicóticos que ha sufrido la pobre Lorna a lo largo los años.

Un volumen, pues, imprescindible para comprender una serie que debería ser igual de imprescindible en cualquier estantería.

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