La ciencia en el siglo XIX

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Reseña de la obra de Elías Trabulse publicada por Fondo de Cultura Económica

En su colección Biblioteca Universitaria de Bolsillo, el Fondo de Cultura Económica nos presenta este acercamiento a la ciencia decimonónica de la mano de Elías Trabulse. Se trata de una obra de divulgación que pretende dar una panorámica general de los avances científicos del siglo XIX al tiempo que resalta la importancia clave que tuvo dicha época en el desarrollo tecnológico y metodológico.

La ciencia en el siglo XIX se abre con una introducción de algo más de cincuenta páginas en las que el autor incide en el cambio de mentalidad que permitió un acercamiento distinto a la problemática de la ciencia, en la manera en la que los científicos —neologismo que me sorprendió leer databa solo de 1841— terminaron por abordar sus sujetos de estudio sin sentirse tan anclados por la tradición y en busca de una filosofía materialista que encauzase sus esfuerzos.

LLa ciencia en el siglo XIXuego, el grueso de la obra se compone de ensayos de autores de la época —más de una veintena— que cubren un buen abanico de disciplinas: astronomía, óptica, electromagnetismo, termodinámica, geología, química, evolución biológica, genética, morfología, patología... Entre los científicos incluidos encontramos a figuras como Laplace, Maxwell, Mendeleieff, Darwin o Pasteur, primeros espadas de la ciencia de la época.

Los textos son en buena medida técnicos, obviamente, pero ya en la época se redactaron con fines divulgativos, para presentar nuevas teorías, descubrimientos o metodologías, aunque fuera dentro del ámbito académico. Gracias a ello, resultan entretenidos y, sobre todo, una ventana abierta al pensamiento de la época. Desde el punto de vista histórico, los conflictos entre escuelas que se perciben o los prejuicios que tuvieron que afrontar a la hora de presentar sus avances son de gran interés.

Dado que el libro abarca un amplio espectro de disciplinas, es inevitable que unas llamen más la atención del lector que otras en función de la formación académica de este y sus intereses. Algunas, como las concernientes a la evolución de las especies, son más conocidas por el público en general y su mayor interés radica en leer de primera mano las ideas de Lamarck o Darwin. Otras resultarán menos familiares o incluso crípticas, pero todas ellas acercan ese modo de pensar que propició un cambio cualitativo en todas nuestras ciencias. Tampoco hay espacio, resulta evidente, para profundizar en ninguna de las teorías, aunque las disecciones que hacen son concisas y de una gran precisión.

En definitiva, La ciencia en el siglo XIX es una especie de homenaje a esos científicos clave que, al mismo tiempo, sirve como excusa para leer fragmentos de sus trabajos originales —cuya redacción sorprende por lo accesible en muchos casos— y como retrato de la mentalidad de una época. O, al menos, de la mentalidad de aquellos que supieron ir un paso más allá que sus coetáneos.

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