Thor: Tres edades

Imagen de Kaplan

Analizamos las últimas reediciones de material clásico del Dios del Trueno

Con motivo de la segunda película de Thor, Panini ha impulsado aún más las reediciones en diferentes formatos de algunos de los más importantes momentos del personaje en su trayectoria editorial. Es un trabajo aún en marcha, pero del que ya podemos comentar alguna que otra cosa.

 

Primera Edad: En mis manos…¡este martillo!

Jack Kirby siempre quiso hacer algo con Thor. De hecho, ya hizo una historia corta sobre él en 1957 para DC con multitud de similitudes con las del personaje de Marvel que hoy todos conocemos. En su segundo intento, él y Lee plantearon una Asgard que, en realidad, ocupa un plano dimensional diferente al nuestro y cuyos habitantes no son dioses, pero sí seres mucho más poderosos que los humanos. Un delirio en el que tienen cabida lo mitológico y lo futurista en iguales cantidades. El Dios del Trueno pasó a protagonizar Journey into Mystery desde su número 83. Tras haber sido creado por Lee y Kirby, pronto el personaje quedó en manos mucho menos competentes, como las del propio hermano de Lee o Don Heck y su trazo indeciso. Por suerte, ambos autores acabarían por volver a encargarse de Thor, potenciando su faceta mitológica tanto en la serie central como, sobre todo, en un complemento llamado Relatos de Asgard, que Panini recopiló hace unos años en un tomo Marvel Gold.

En En mis manos…¡este martillo! se recopilan las historias correspondientes a esta segunda llegada y puede observarse una voluntad creciente por hacer algo diferente con el personaje. Los inicios son algo rutinarios: Odín observa decepcionado a Thor en Midgard, enamorado de la humana Jane Foster, mientras oculta su verdadera naturaleza bajo la identidad falsa de Donald Blake y se enfrenta a amenazas que no hacen justicia a su verdadero potencial, como pueden ser Mister Hyde, Cobra o la Gárgola Gris. Por suerte, pronto el rumbo comienza a cambiar. Curiosamente, este giro coincide con una mayor presencia de villanos que tienen mayor relación con el entorno de Thor: el Hombre Absorbente obtiene sus poderes gracias a un hechizo de Loki, el Destructor es una antigua creación de Odín... Esta tendencia se confirma con su tremendo enfrentamiento con Hércules, en el que Kirby dibuja algunas planchas memorables, y con otras creaciones cuya responsabilidad autoral recae, sin duda, en la imaginación del mítico dibujante: el Alto Evolucionador y sus criaturas de Wundagore, Ego (que Kirby presenta con alguno de sus famosos collages) o la civilización rigeliana.

Estamos, por tanto, ante un título que adquiere entidad ante nuestros ojos y en el que Jack Kirby es, sin duda, el principal artífice de este cambio. Por desgracia, sus dibujos fueron entintados en la mitad de los cómics incluidos en este tomo por el polémico Vince Colletta. En efecto, analizar el trabajo de este entintador siempre suscita debate. Por un lado, como bien señala un artista en el que puede rastrearse fácilmente su influencia como es Eddie Campbell, “Colletta augmented the inherent strength of the design by contrasts of texture, of flesh and hair, wood and fur and steel, looking forward to a different kind of heroic epic that would become popular later” [Colletta aumentó la fuerza inherente del dibujo con contrastes de textura, de carne y pelo, madera y piel y acero, yendo hacia un tipo diferente de épica que se haría popular más tarde]. Hasta ahí de acuerdo, pero también habrá que decir, con el guionista y estudioso de Kirby Mark Evanier, que si Neal Adams o Alex Toth prohibieron a Colletta acercarse a sus dibujos, sería por algo. Desde luego, algo jeta sí que era a la hora de realizar su trabajo…

La voluminosa edición Omingold de En mis manos…¡este martillo! realizada por Panini mantiene la elevada calidad lograda en trabajos anteriores: calidad del papel, textos introductorios, extras… De sobresaliente.

 

Segunda Edad: Ragnarok

La llegada de Walt Simonson a Thor fue en dos etapas. La primera consistió en el dibujo de una decena de números escritos por Len Wein, recopilados en los tomos Marvel Gold La búsqueda de Odín y Ragnarok. Son unos números bastante olvidables en lo argumental (Thor contra el Zancudo, en serio), pero que gozan de una interesante parte gráfica. El estilo inconfundible de Simonson queda aquí disimulado por las tintas de Tony DeZuniga, que confieren al dibujo de un aire cercano a John Buscema. Por suerte, el rastro de Simonson es evidente en un buen puñado de composiciones arriesgadas…

Curiosamente, fue Buscema quien continuó la labor de Simonson tras su marcha, y lo hizo acompañado de Roy Thomas. El sucesor de Lee al frente de Marvel abandonó de forma radical el camino a ninguna parte emprendido por Wein y llevó al Dios del Trueno a su hábitat natural: Asgard: la muerte de Balder y el consiguiente Ragnarok, la llegada del Thor Rojo… Tramas interesantes unidas al talento sobrado de Buscema para los relatos épicos que dan como resultado una etapa muy corta, pero mucho más interesante que la de Wein y que conviene recordar. Ragnarok es la perfecta antesala para la Tercera Edad de Thor que vamos a recordar aquí.

 

Tercera Edad: Walt Simonson

El segundo periodo de Simonson en Thor, ya como autor completo, comenzó unos años después, en el número 337, tras unas etapas no muy destacables a cargo de Doug Moench y Alan Zelenetz. Y lo hizo con una de las ilustraciones más conocidas en la historia de la editorial, una que no dejaba lugar a dudas de que llegaba al título con ganas de cambio: un ser vestido como Thor con una cabeza que parecía el cráneo de un asno destrozaba la portada de un martillazo. Bill Rayo Beta es la antítesis del síndrome de Poochie: un personaje rompedor desde lo estético y carismático, al que Simonson usó a menudo a lo largo de su etapa y al que aún hoy se sigue recurriendo.

Simonson tenía un estilo muy reconocible: su dibujo se alejaba de los estándares del momento y miraba tanto a Kirby como a los grandes nombres de la BD, sus páginas rezumaban energía cinética y otorgaban gran protagonismo a onomatopeyas desquiciadas que chisporroteaban sonidos ignotos, hasta el punto de usarlas como hilo conductor de una trama que crecía en segundo plano (el famoso “DOOM!” con el que presagiaba la llegada de Surtur). La apoteósica confrontación con el señor de Muspelheim y sus ejércitos en Manhattan (cuántas veces leería Joss Whedon esas páginas a la hora de planificar su película de Los Vengadores...) es solo un paso más en el camino trazado por Simonson. Con Odín desaparecido, es cuando el autor aprovecha para desarrollar su sublime caracterización de personajes: el bondadoso Balder y su problema de sobrepeso, la ternura de Hogun con la hija de Volstagg, el despecho de Sif, el enfermizamente travieso Loki, la soledad de Hela, el trágico Skurge... Y, por encima de todo, Thor, quien madura a marchas forzadas tras perder a su padre y por medio de aventuras entre lo épico (la expedición a Hel) y lo absurdo (los inolvidables capítulos en los que Loki convierte en rana a su hermanastro).

En el último tercio de su etapa, Simonson cede la parte gráfica a Sal Buscema, con quien ya había realizado la miniserie de Balder el Bravo (un título magnífico que se incluye siempre a la hora de recopilar esta etapa). El trabajo del otro Buscema, tan diferente del dibujo de Simonson, mucho más clásico y limpio, encaja a la perfección con los guiones preparados por este. Ambos lograrán cimas como Mis cenas con Thor, el precioso número 355 de la edición original, en el que ya se advierte el importante cambio experimentado en la personalidad del protagonista. El clímax de esta etapa llega en el número 380, en el que Simonson vuelve a ocuparse de los lápices y plantea un episodio realizado a base de viñetas a página completa para narrar el inevitable enfrentamiento entre Thor y Jormungand, la serpiente del Mundo. Tras dos números más a modo de epílogo, Simonson daría por concluida su etapa al frente de la serie, habiendo otorgado al personaje por fin una identidad muy diferente a la del resto de Vengadores, un empeño al que se entregaron Lee y Kirby mucho tiempo atrás y que nadie había logrado culminar.

El Thor de Simonson ha estado presente en las librerías especializadas desde hace tiempo con diferentes ediciones. La que ahora presenta Panini en dos tomos recopilatorios cuenta con un nuevo coloreado realizado por el veterano Steve Ollif. Como suele ser habitual en estos casos, abundan los brillos que contrastan con el proustiano recuerdo de los colores planos de George Roussos. Por suerte, no estamos ante una catástrofe cromática como la de los Relatos de Asgard

 

Postrimerías

Nuevos ciclos, nuevas sagas (en el sentido más mitológico del término). Tras unos años irregulares (es decir: el perfil bajo de Jurgens disimulado al principio por Romita Jr, el trabajo digno de Avon Oeming, el mucho ruido y pocas nueces de Straczynski y la bipolaridad de Fraction), Jason Aaron ha dado un golpetazo en la cabecera digno de Bill Rayo Beta con su apabullante concepto de los tres Thors y el dibujo de Esaad Ribic. Thor, el más consecuente de los superhéroes (qué son estas narraciones en papel satinado, sino eternos retornos para el niño y la niña), vuelve a vivir una etapa dorada. Reguemos con hidromiel los salones de Asgard, que la ocasión bien lo merece.

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