OcioZero entrevista a José Luis Cantos

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Hablamos con el autor con el motivo del lanzamiento de Relicario para insomnes

José Luis Cantos llevaba tiempo labrándose una sólida reputación de autor de microrrelatos, faceta creativa que culminó con la publicación de El ojo en la cerradura (Ediciones del Cruciforme). No obstante, su trayectoria como autor de relato corto tampoco se había quedado atrás, como atestiguan sus múltiples publicaciones en antologías periódicas como Horror hispano o Calabazas en el Trastero o proyectos como Legendarium, Las crónicas de la Marca del Este, Epic, Los nuevos Mitos de Cthulhu, Fantasmagoria o Monstruos del mar.

El pasado mes de mayo, como broche de dicha trayectoria, ha salido a la luz Relicario para insomnes (Saco de huesos), una antología personal que vertebra en cierta medida buena parte de su trabajo en distancias menos cortas. Hoy, en OcioZero, hablamos de ella.

 

José Luis CantosDicen que la primera antología en solitario es como una carta de presentación del autor. Aunque a Relicario para insomnes le precedió El ojo en la cerradura, este es en cierto modo tu primer recopilatorio, tu primera panorámica. ¿Qué criterio llevaste a la hora de seleccionar los textos?

Hasta hace relativamente poco solo escribía relatos, por lo que me encontré con una buena cantidad de textos entre los que elegir para armar la antología. El criterio que seguí fue, básicamente, elegir mis mejores relatos, procurando que todos mantuvieran un tono homogéneo. Tuve (tuvimos, ya que Juan Ángel Laguna Edroso, el editor, me echó una mano con la selección definitiva) que dejar fuera algunos relatos con los que estaba muy contento, pero que por ambientación o temática no cuadraban con el resto.

Además, durante el proceso ocurrió una cosa muy curiosa: desde que empecé a mover la antología por las editoriales hasta su publicación, pasó un periodo de unos tres años, al que hay que sumarle que algunos de los relatos ya llevaban escritos, en aquel momento, un par de años. Durante ese tiempo seguí escribiendo y, claro, al revisar Relicario para insomnes para su corrección quedé un poco decepcionado; me di cuenta de que el autor que aparecía reflejado no era yo, sino mi yo de mucho atrás. Por eso decidí a última hora incluir relatos más actuales (algunos escritos en 2013 y 2014).

De esta forma, Relicario para insomnes recoge los que, creo, son mis relatos más destacados (algunos ya publicados, muchos inéditos) desde el 2008 hasta el día de hoy, un resumen de toda mi trayectoria. Ha sido un proceso largo, pero muy positivo y enriquecedor. Estoy convencido de que la obra hubiera sido más floja de haberla publicado antes. La espera le vino muy bien porque me permitió una selección más concienzuda.

 

Uno de los elementos clave, a mi parecer, de la antología, es la acertada mezcla entre terror y retrato social, que le da un toque casi costumbrista en algunos relatos. ¿Crees que en esa regla de M.R. James de que el terror debe ser algo cercano, casi cotidiano, o las historias salieron así sin mucha premeditación?

Cuando me siento a escribir no pienso en hacer un retrato de la sociedad, tampoco suelo tener presentes reglas o líneas a seguir. Me considero un autor visceral, escribo sobre lo que estremece para intentar estremecer al lector. En ese sentido, me suelen aterrar mucho más los telediarios que las películas de fantasmas. Ciertas noticias dejan en mí una huella, y le doy vueltas a cómo pudo matar a su mujer, o abandonar a su hijo. Muchas veces esa es la semilla. De modo que creo en esa regla, pero cuando la aplico -que no es siempre- es sin mucha premeditación.

 

El sexo, muchas veces pervertido, tiene un peso específico en la antología. ¿Te consideras un autor dinoisíaco en contraposición a una perspectiva más apolínea?

Aunque es verdad que también tengo relatos donde la luz brilla al final, es cierto que me tira más lo oscuro. Me atraen las historias de personajes en situaciones límite, o en parajes completamente desoladores, tanto físicos, como psíquicos. A su vez, mis personajes suelen arrastrar mucha oscuridad interior, aunque es verdad que la mayoría siempre luchan por ver, de algún modo, la luz. Supongo que la respuesta es que sí, que si tuviera que ponerme una de las dos etiquetas, encajaría más en la de dionisíaco; me encuentro a gusto entre las tinieblas.

 

Relicario para insomnesRelicario para insomnes es un título que, para mí, tiene algo de réquiem. La propia antología, aun dentro de la literatura de entretenimiento, tiene algo de solemne, de terrible, e incluso las pinceladas de humor son de un toque más bien siniestro. ¿Es cosa de la recopilación, te ves como un autor más bien serio, exigencias del tema...?

En un principio el título lo elegí por pura sonoridad. Me parecía solemne pero, ante todo, con fuerza. Pensé que atraería la atención del lector. Luego me di cuenta de que, además, trazaba un hilo que conectaba de alguna forma los relatos.

Sobre si me veo un autor serio, pues no sé, puede que tienda a lo serio con más frecuencia, aunque también tengo relatos -e incluso una novela olvidada en el cajón- que tiran más para el humor. Me gusta pensar que soy un poco todoterreno, aunque ha sido con relatos como los del Relicario para insomnes con los que más he llamado la atención. Soy malísimo poniendo etiquetas (tanto a mí mismo como a los demás), ya habrás podido comprobarlo.

 

Tengo la impresión de que tu manera de abordar un microrrelato (como los de El ojo en la cerradura) y un relato (como los de Relicario para insomnes) es muy distinta aunque se vean, obviamente, puntos de contacto. ¿Crees que son géneros que hay que abordar con perspectivas dispares?

Creo que cada uno debe abordarlo como crea que puede impactar más al lector. Evidentemente, el relato siempre te va a permitir una mayor recreación que el micro. El micro es un relámpago y el relato una tormenta (la novela, una travesía). Sin embargo, y aunque luego me tome en cada extensión las licencias que crea oportunas, el ánimo con el que los afronto es el mismo: crear una imagen que perdure, que impacte. De hecho, la mayoría de mis escritos (relatos, micros o novelas) nacen de una imagen, de una escena, o de una frase (a veces un estribillo) que aparece en mi mente y se me clava. Lo construyo todo a partir de ahí.

 

¿Qué fuentes de inspiración y referencias van a encontrar los lectores en esta antología?

Soy tan malo para esto como para las etiquetas, ja, ja, ja, ja. Mi fuente de inspiración, la música: escucho mucha música y muy variada. Como comentaba antes, a veces la música me da una frase, la frase trae una escena, y de ahí sale un relato. Referentes literarios tengo muchos, pero no sé hasta qué punto aparecen reflejados en mis textos. De pequeño leí mucho a King y Lovecraft, que supongo que fueron quienes me pegaron el gusanillo. Pero luego aparecieron Borges, Cortázar, Benedetti, Neil Gaiman, Roald Dahl, Bukowski, Peake, Bradbury, Burguess, Dan Simmons. Todos ellos me han influenciado mucho, en un aspecto u otro. Frank Miller también tiene un tono con el que creo que podría emparentarme. En cuanto a autores nacionales, me gusta pensar en Darío Vilas e Ignacio Cid Hermoso como hermanos de letras, aunque nuestros estilos sean completamente diferentes.

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