100 Balas: Hermano Lono

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El más brutal personaje de 100 Balas visita el rincón más violento de América

 

100 balas - azarello - risso- hermano lonoSiempre resulta complicado entender las razones que lleva a retomar una ficción que ya quedó cerrada de forma brillante años atrás y, aun así, seguimos viendo nuevos ejemplos de ello cada dos por tres. Si queremos ser rápidos en la búsqueda de explicaciones, las razones a menudo oscilarán entre lo meramente económico y lo paternal: la necesidad sentimental de encontrarse de nuevo con sus propias creaciones o que, en fin, a todos nos gusta comer caliente.

Brian Azzarello y Eduardo Risso son, quizás, el tándem más brillante y regular del cómic comercial norteamericano. 100 Balas es su trabajo más extenso y sobresaliente, una de las perlas más redondas de Vertigo, cuajada de momentos y personajes memorables. Tras su conclusión, ambos autores solo habían coincidido de nuevo en una historia de Batman para Wednesday Comics y en Spaceman, una miniserie interesante, aunque sus tuercas chirriaban demasiado y quedaba muy lejos —en temática y calidad— de las aventuras de Graves y sus Milicianos. Por todo ello, el anuncio de que volverían a juntarse en Brother Lono, una aventura en solitario del personaje más cazurro de 100 Balas, ilusionó y molestó a partes iguales: aunque el destino de este personaje era incierto al finalizar la serie, esta se había cerrado de una forma perfecta, algo insólito en el medio.

Hermano Lono supone un punto y aparte en cuanto a lo que se contaba en 100 Balas. No hay conspiración, ni Milicianos, ni maletines con balas irrastreables. Lo que Azzarello nos cuenta aquí es una historia que hemos visto en multitud de ocasiones, la del hombre que ha conseguido calmar la bestia en su interior hasta que se ve obligado a despertarla una vez más. El gran acierto que tiene el guionista de Wonder Woman es el de situar la acción en la frontera de México, en mitad de la guerra del narcotráfico. De este modo, el triángulo formado por la localización, la trama y los autores hace que el resultado adquiera un nivel superior.

No estamos ante una lectura fácil. Aunque algunos pudieran decir que estamos ante una obra saturada de violencia gratuita, mucho más incluso que el más duro de los arcos de 100 Balas, se nota que Azzarello ha leído mucho de la espantosa crónica negra protagonizada por los cárteles en estos últimos años. Es imposible dotar de coherencia a una historia sobre la maldición de esa tierra sin contar las barbaridades que allí se cometen en una búsqueda constante de la tortura más despiadada. Azzarello, sin embargo, lo hace a la perfección. Su historia mantiene una base clásica y un desarrollo ejemplar, entre lo emotivo y lo escalofriante. Baste decir que, en una historia como esta, tan real como terrorífica, un personaje tan amoral como Lono es la única esperanza a la que el lector puede aferrarse. En Hermano Lono, el diablo es el redentor. Risso, por su parte, sigue derrochando maestría y sentido de la narración en cada página. Solo Quitely le hace sombra a la hora de narrar varias acciones en una misma escena sin que quede confuso.

Así pues, si estamos ante un trabajo tan impresionante como este, ¿hacía falta tener que recurrir a Lono para protagonizarlo? ¿No habría sido mejor opción usar a un nuevo personaje? La respuesta no es tan fácil como pudiera parecer. Si bien es cierto que el material de Hermano Lono habría conseguido funcionar con un personaje principal nuevo, es cierto que el hecho de saber que es Lono el que está luchando por no perder sus frágiles estribos aporta un plus de energía a la lectura, elevando al cuadrado la sensación de “muy inestable olla a presión” que se respira desde la primera página.

En definitiva, puede que 100 Balas no necesitara ni mereciera que le saliera un spin-off en mitad de su rostro marmóreo, pero, demonios, qué cómic más bueno y feroz es Hermano Lono. Leedlo, si sois valientes.

100 Balas - Azzarello - Risso - Hermano Lono

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