Prosa inmortal: Los horrores de la ciencia

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Reseña del primer volumen de esta revista monográfica

Prosa inmortal ha sido una de las más gratas sorpresas que me he encontrado este año. Todo en ella me ha parecido destacable, desde la originalidad estética al cuidado de la edición pasando por la coherencia de planteamientos y por la grata sorpresa de haberme encontrado una buena cantidad de autores que desconocía y que me han parecido de primer orden. No ha sido solo la alegría de dar con pequeñas obras maestras, como El hotel infinito, sino sobre todo la sensación de adentrarme en un terreno desconocido que va a depararme grandes satisfacciones.

Cory Doctorow es el encargado de abrir fuego con Googlidos, un dinámico relato sobre los peligros de las nuevas tecnologías y lo difusos que se están volviendo los límites de la privacidad que viene articulado en torno a una conspiración de corte más bien clásico pero que resulta, al mismo tiempo, descorazonadoramente plausible. Engancha y deja un poso de inquietud palpable.

A continuación toma el relevo Noel Ceballos y El jardín que apenas recuerdas, una narración de corte más onírico y prosa más densa que viene apoyada en un buen trabajo de recreación histórico. Un texto más formal y más canónico para lo que se espera del tema que tiene su mejor baza en la habilidad con la que el autor conjuga los paisajes mentales con la propia trama y la narración.

Prosa inmortal 1 - Los horrores de la cienciaAlberto Haj-Saleh cambia de tercio con El superhombre, una historia casi intimista en el primer plano que desarrolla en uno menos evidente todo el peso de la historia. El final abierto es precisamente lo que necesitaba un texto que, en realidad, habla de nuestros propios límites. El tema, el eventual salto evolutivo que hará que dejemos de ser humanos, es tratado desde el lado social pero con interesantes ideas técnicas.

A continuación entramos en el universo urdido por Santi Pagés en El átomo al servicio de los brujos, una historia en la que los apuntes eruditos se entretejen para darnos un mundo improbable pero consistente en el que se lleva hasta las últimas consecuencias la idea de que los alquimistas fueron los precursores de la química moderna. Una idea quizás menos sorprendente que la de otros textos, pero que resulta apasionante el ser desarrollada hasta límites poco convencionales.

Javi Sánchez sigue la racha de aciertos y diversas perspectivas con Fuego Amigo on, un relato de prosa en primera persona subjetiva que explora el desarrollo armamentístico y su relación con los videojuegos. A partir de un arranque que juega a sumir al lector en la confusión de una zona de combate, va desplegando poco a poco ideas hasta llevarnos a una distopía que quizás no ande demasiado lejos.

Y llega el relato que me ha rendido por completo de la mano de Francisco Serrano: El hotel infinito. Es una cebolla espectral, por decirlo de alguna manera. Arranca poniendo del revés el subgénero de casas encantadas y lo moldea hasta hacerlo converger con el horror cósmico y sin dejar de guardarse un as en la manga. Ah, y sin perder de vista el tema del monográfico —Los horrores de la ciencia— ni traicionar una prosa personal y llena de fuerza. Para un amante del terror en todas sus facetas, sencillamente fascinante.

John Tones no se resigna a que el nivel baje y nos regala Algún tipo de utilidad. No podía faltar el lado pulp encarnado en los invasores extraterrestres, por supuesto, pero atención, que esta historia de inseminaciones estelares, por llamarla de alguna forma, va a llevar la trama hasta límites insospechados. De nuevo, sorprende la imaginación desplegada por los autores de esta revista. Parecen decididos a llevar el género hasta nuevas cotas.

Y así entramos en los dominios de Guillermo Zapata y su Ex Deo Maquina, una historia que coquetea con el dieselpunk guerracivilista para continuar con la línea de contactos exteriores y reconducirla hacia las proyecciones de la red de redes en un futuro hipotético y cerrarla con unos fuegos artificiales catárquicos sin que le tiemble el pulso en ningún momento.

Con estos precedentes, cabía esperar que Álvaro Arbonés, responsable del ensayo que complementa la revista, no se contentara con comentar los puntos evidentes sobre los horrores de la ciencia. Pues, en efecto, no lo hace: Entre los límites de la ciencia y la humanidad se revela un ensayo muy bien hilado, con interesantes anécdotas y unas cuantas reflexiones de altura, que inciden sobre aspectos sociopolíticos, y que trata con la misma solvencia la historia bélica que las teorías de género.

Todo esto, maquetado con mucho acierto —leer la edición en pdf en el ordenador ha sido una delicia— bajo una ilustración de portada de Juan García, es lo que yo he sabido captar de cuanto se esconde en el primer número de Prosa Inmortal, una revista que, como ya adelantaba, me ha causado una honda y grata impresión. Espero con impaciencia el siguiente número.

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Patapalo
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Por cierto, si a alguno le interesa hacerse con la revista, este es el enlace a la versión digital: http://www.prosainmortal.es/producto/prosa-inmortal-1-version-digital/

Creo que la versión en papel está agotada.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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