Megazoria: Pictonia

Trasfondo de la costa occidental de la Galia

Pictonia es un próspero territorio que ha quedado cercado por la presión de las migraciones orientales, pero que se mantiene como bastión de la cultura gala.

Aspectos geográficos

Entre el río Liga y el río Garunn, entre la costa y los accidentados cerros de Arvernia, se extienden las tierras de los pictones. Bosques caducifolios y valles de suaves pendientes se abren hacia el océano y disfrutan de un clima temperado y rico en precipitaciones. Los grandes ríos que descargan en el mar han creado puertos naturales que aprovechan los celtas.

Fauna

Las zonas agrestes de Pictonia comparten fauna con las regiones adyacentes: chalicoteros, agriotheros, miacis, mandas de lobos y diros, osos cavernarios y pardos, cérvidos y jabalíes de distintas especies, etc. No obstante, su densidad es menor, en buena parte a causa de la presencia de otro homo: el neandertal.

Este intenta mantener las distancias con los pictones, refugiándose en bosques profundos y en las laberintos de megalitos que salpican la región, y se enseñorea de muchas regiones, donde los galos prefieren no adentrarse por la presencia de los otros.

Habitantes

Los pictones son celtas por lo general de pieles y cabellos claros, aunque la mezcla gracias a los contactos marinos y la interacción con los pueblos del sur es más patente que en tribus vecinas. Visten con túnicas cortas y pantalones de lana, capas con capucha y zapatillas de cuero. Se adornan con fíbulas, brazaletes de bronce y otros trabajos de orfebrería.

Lengua: Gaélico

Escritura: Para los intercambios comerciales usan en ocasiones el alfabeto heleno o incluso el abecedario latino. Poco frecuentes.

Algunos nombres de ejemplo: De hombre, Aneirin, Caradog, Lucco, Mabon o Bolgios. De mujer, Barictia, Barda, Veryne, Boudimanda o Vercte.

Sociedad y gobierno

Los pictones viven replegados en pueblos amurallados, por lo general situados en la costa. Algunos, como Lemono o Ratiato, son auténticas ciudades e importantes enclaves comerciales. Socialmente, están organizados en torno a monarquías. El rey más importante del momento es Duratio, el cual ha mantenido un peligroso equilibrio entre los reinos meridionales, a los cuales solicitó ayuda frente a las migraciones germánicas, y las demás tribus celtas, a quienes ha asistido frente a sus antiguos aliados. Cada ciudad tiene su propio monarca y su propia aristocracia, que gobierna sobre los hombres libres, quienes a su vez tienen sus propios siervos. La mujer tiene un papel secundario dentro de su estrato social, pero este cuenta más que el género.

No existen instituciones evidentes. La vida política se articula en torno a banquetes y encuentros en los salones de los aristócratas. Los druidas, hombres versados en ciencias y los misterios de la naturaleza, tienen mucho peso en las mismas. Sometidos a largos periodos de iniciación y formación, a veces en Carnutia, son muy respetados y escuchados.

Religión

Los pictones adoran al panteón celta, que en ocasiones va adquiriendo rasgos y acomodándose a deidades de los pueblos con los que comercia. Manannán, el dios del mar, tiene un lugar especial dentro de sus cultos y se celebran regularmente fiestas en su honor en santuarios situados sobre farallones y arrecifes.

Los sacerdotes se vuelven también con frecuencia hacia las construcciones megalíticas del interior y a los menhires abandonados en las florestas para prevenir sobre las fuerzas del inframundo, a las cuales identifican con los otros.

Actividades económicas y lúdicas

Los pictones centran su actividad económica en el comercio. Exportan sobre todo artesanía, tanto objetos de metal adornados con intrincados diseños geométricos y figuras estilizadas como prendas de ropa, barricas de hidromiel u objetos de madera y hueso tallados. Sirven también de punto de intercambio entre los productos venidos del sur —vinos, cráteras, cerámica— y del norte —ámbar, estaño de Britania, marfil—, pero es una ruta más incierta y poco frecuentada, a pesar de que las vías fluviales del este se han visto perturbadas por la irrupción de los pueblos germánicos. Acuñan su propia moneda.

A nivel de subsistencia, crían cerdos, ovejas y gallinas, así como protocerateios, una suerte de rinocerontes sin cuernos del tamaño de un tocino, y cultivan huertos en torno a sus enclaves amurallados. Algunos cazadores osados se aventuran en los bosques, al menos cuando los otros están apaciguados, para cazar algún pequeño cainocerio.

Los bardos se encargan de amenizar los bailes populares y los banquetes en los salones de los aristócratas, donde se dan cita los guerreros y los hombres libres periódicamente. La música y la narrativa son formas de ocio muy apreciadas, así como los juegos de dados.

En la guerra

Los hombres libres están obligados a mantener su propio arsenal de espadas, escudos y lanzas para empuñarlo en caso de guerra. Este tendrá una mayor calidad y factura cuanto mayor sea la capacidad económica del guerrero: las cotas de malla o las espadas de doble filo no están al alcance de todos y se tienden a sustituir por corazas de cuero reforzadas con discos de bronce y jabalinas.

Los pictones rara vez usan caballería, salvo que algún miembro adinerado tenga alguna montura adiestrada. Por el contrario, los mastines son animales comunes y suelen estar bien entrenados para el combate y el rastreo. En caso de batalla, los dotan de elaboradas armaduras de malla o cuero tachonado, pues les dan un gran valor.

Sus estrategias de combate no revisten gran complejidad y siguen el patrón celta de insultos, lanzamiento de proyectiles, desafío entre campeones y batalla campal. Algunos monarcas tienen una guardia personal para evitar tener que responder a los desafíos en persona.

En el mar

La flota de Pictonia se compone principalmente de curraghs, barcos sin quilla de entre cuatro y siete metros de eslora y un único mástil preparados para abordar viajes comerciales de cabotaje e incluso en mar abierto, sobre todo gracias a la madera de gran calidad que se pueden obtener en sus bosques. No son los mejores navíos del mundo, pero sus elevadas cubiertas les dan cierta ventaja a la hora de combatir contra galeras o drakkars. Además, los pictones son marinos aguerridos capaces de plantar cara tanto a bestias marinas como a piratas, lo que les ha permitido mantener un comercio constante tanto con los celtas britones como con sus parientes del sur.

Posibilidades de aventura

Pictonia es un territorio abierto al mar, lo que propicia aventuras relacionadas con el comercio y la piratería. Hay que tener en cuenta que incluso los fenicios tientan de vez en cuando la ruta del estaño por el Atlántico y que la presencia de incursores escandinavos y germanos es cada vez mayor. Batallas navales, saqueos y persecuciones en los inciertos mares occidentales pueden dar pie a muchas aventuras, sobre todo si desembocan en naufragios, quizás causados por alguna bestia marina. Esta apertura al comercio hace que, de vez en cuando, se busque establecer nuevas rutas comerciales o incluso la fundación de puestos avanzados, sobre todo en Iberia, donde hay ya comunidades celtas importantes.

Por el interior, Pictonia ha sufrido la presión de los movimientos migratorios germanos, tanto directa como indirectamente, lo que ha llevado al rey Duratio a solicitar ayuda a tirrenos, latinos y helenos, que luego no siempre han querido renunciar a su presencia en la Galia. Estas injerencias han enrarecido un ambiente ya tenso entre distintas tribus y monarcas y llevado a escaramuzas e incluso guerras.

Por otro lado, los propios poblados pictones son ecosistemas ricos y complejos tanto política como económicamente, lugares donde aventureros de todo tipo se pueden labrar su fortuna con habilidades tan dispares como tener un buen oído o manejar bien una espada. Menos cerrados que otros enclaves galos, sirven de refugio a exiliados, emprendedores y comerciantes de todo pelaje.

Finalmente, los bosques y colinas de Pictonia están salpicados de laberínticas construcciones megalíticas abandonadas tiempo atrás y de complejos cavernarios que han servido de refugio a clanes de neandertales. Estos homínidos, que conocen la talla del hueso y la piedra y cómo endurecer lanzas con el fuego, pueden convertirse en terribles enemigos si sienten, como en los últimos tiempos, que sus territorios de caza, pesca y recolección peligran. No han sido raras las desapariciones en las aldeas más aisladas en los últimos tiempos, un gancho argumental que puede dar pie a aventuras de rescate en un misterioso escenario donde se junten los peligros de la floresta con algún siniestro sacrificio ritual en las entrañas de una antigua tumba megalítica.