Blood Bowl: Primera Edición

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Una panorámica de la primera versión de este popular juego de mesa

El Blood Bowl es un juego que me apasiona lo suficiente como para haberme leído las reglas de la primera edición a pesar de que yo empecé a jugar con la segunda, que prácticamente cambió todo el reglamento. No ha sido tiempo perdido. Si bien ediciones posteriores han aumentado mucho la jugabilidad y las anécdotas que acompañan el texto ya me las conozco de memoria, hay unos cuantos elementos curiosos que merece la pena haber descubierto.

Lo que es el trasfondo del juego en sí no cambia gran cosa y estaba muy maduro desde el principio: partidos de fútbol amoricano en el universo de Warhammer Fantasy o algo que se le parece mucho. La idea de base es llevar el balón a la otra punta del campo y anotar un ensayo. A partir de aquí, sin embargo, el enfoque es muy distinto en unos cuantos aspectos.

Para empezar, los equipos los armamos como queremos dentro de unos parámetros. En primer lugar, podías elegir una raza o recurrir a uno de los equipos especiales: Estrellas del Caos (compuesto por ogros, trolls, goblins y trogloditas), Campeones de la Muerte (único equipo de no-muertos, que incluía ya gules, momias, esqueletos y zombis), Tipos Malvados (compuesto por orcos, medio-orcos, elfos oscuros y hobgoblins) y los denostados Héroes de la Ley (compuesto por humanos, elfos, halflins y enanos). Por supuesto, se animaba a los jugadores a crear sus propias combinaciones con algunos consejos, algo totalmente viable ¡porque los jugadores eran dibujos en un trozo de cartón!

En la caja venían los equipos principales salvo, curiosamente, los elfos (sí los elfos oscuros, por el contrario), marginados por algún oscuro motivo, los skaven o los hombres-largo, junto con tarjetas para los trolls, los ogros y los mencionados trogloditas, que no son otra cosa, creo yo, que fimirs. Estos, como los medio-orcos, siguieron mencionándose en la segunda edición, pero como un eco de tiempos lejanos.

Poco a poco se hicieron miniaturas para la primera edición, que van muy en la estética de lo que podemos encontrar en las ilustraciones del manual, obra de Aly Morrison, aunque solo jugadores individuales, no equipos. Las armaduras son más pesadas por regla general (incluso en los llamados “goblins menores”) y hay una interesante proliferación de pinchos.

Tampoco había dado de ocho caras, sino que todo se basaba en dados de seis, incluidos los rebotes de balón. El sistema básico consistía en comparar dos características (por ejemplo, la habilidad de combate de los jugadores en un ataque) y lanzar un dado para ver si se igualaba cierto número indicado por una tabla. Solo había una plantilla de jugador por raza, que se caracterizaba según elecciones del entrenador poniéndose armadura extra (para montar defensas), designándolo pateador, otorgándole objetos mágicos o adjudicándole puntos de jugador estrella. Había también reglas sobre la experiencia, heridas graves y personalización de equipos. En conjunto, estaba muy orientado a las ligas y a crear tus propios equipos, haciendo de la necesidad (fichas de cartón) una virtud.

Como otras curiosidades, cabe mencionar que el alcance de los pases dependía de la fuerza del jugador, pero había luego una habilidad de lanzar para ver su precisión, que había incompatibilidades y odios entre razas, muy en la línea del WF, características especiales (como estupidez), que algunas heridas te podían poner en estado berserker y que se diferenciaba entre placajes y ataques (algunos jugadores podía realizar varios por turno) y entre lanzar y patear balones.

Visto en perspectiva, era un juego muy bien pensado y divertido. No es de extrañar que se metiera en el bolsillo a los jugadores. Jervis Johnson cuenta que hizo varias versiones previas más complicadas y que al final optó por adaptar en buena medida las reglas del Warhammer Fantasy. Aun así, no hay duda de que consiguió dar al juego un sabor propio que le ha dado vida fuera de su comunidad de origen. Huelga decir que se quedó con un buen puñado de ideas en la recámara que no pudieron ver la luz en la primera edición y que encontraron su hueco más adelante... pero esa es otra historia.

Blood bowl - primera edición

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