Retrato de un peganiñas

Imagen de Luc Hamill

O la valentía de un cobarde. Originalmente publicado el 29-10-2007.

De los muchos temas que han pasado por mi cabeza desde que escribo para esta web, hay algunos que aún no he tenido el valor de traer, hay otros que no me parecen ni necesarios ni útiles sacarlos a la palestra, y hay otros con los que he esperado acontecimientos de actualidad para tratarlos. El de hoy entraría en el cajón de este último tipo.

 

O quizás debería hablar en plural, porque si bien puedo meterme de lleno en el tema de los gallitos, también lo podría hacer con el del racismo. Supongo que la mayoría ya sabe por dónde van los tiros. Para el que no, le meto en faena: hace poco se vio por España a un niñato de veintiún años pegándole a una chica ecuatoriana de unos dieciséis, así sin más. Cuando ambos iban en el metro, este descerebrado se acercó a ella y, tras comprobar que estaba sola (cosa que prueba su valentía), empezó a molestarla hasta el punto de llegar a agredirle dándole todo tipo de golpes y patadas.

 

Uf, cómo me tocan la fibra esas cosas. Cómo me toca la fibra ver las agallas que ante los indefensos saca un canalla para pegarles sabiendo que éstos siempre se callan. Cómo me toca la fibra ver esa violencia que derrochan los sinvergüenzas a escondidas de los demás. Y venga, y venga pegar, demuéstrenos su valentía y su hombría ante una niña inocente, porque eso lo hacen los valientes... Ya hay que ser niñato, cobarde, mal nacido y retrasado profundo si a esas cosas se dedica en este mundo.

 

Y habiendo más gente en ese vagón, yo no sé por qué caray nadie paró a ese cabrón, ¿o es que para eso redaños no hay? ¿Y por qué lo permitieron, y por qué nadie la auxilió ni aún cuando el peganiños salió del metro? Que si el coraje lo perdimos, la solidaridad también nos falló.

 

En fin, tras todo esto no va a cambiar mucho la cosa: seguirán pululando por ahí todos esos gachones que se la dan de machotes humillando a las chavalitas mientras se ríen sus amigotes. Esos mismos que con soltar dos borderíos ya van del graciosillo de su comunidad. Los conocéis tan bien como yo, los mismos que presumen de todo para dejar clara su sexualidad. A veces es una lástima que no todos los hombres sean iguales, porque la verdad, algunos sí son hombres, pero otros son semejantes a caníbales.

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