Cartas desde la mar XXIV: La carta de todas las noches

Imagen de Luc Hamill

La mar es la vida, es la alegría para los sensibles a la belleza. Quizás otras cosas sean más importantes, como el arte, la poesía, la filosofía... Pero, antes de todo eso, ya existía el mar.

Alguien me preguntó si las noches que he descrito en todas estas cartas acaso existen, o son sólo fruto de mi fantasía. A ese alguien le digo “mi respuesta es vuestro testimonio”.

 

Dime la otra noche qué saliste a ver. ¿Sólo la mar? ¿Acaso un faro iluminando el cielo? ¿O un horizonte estrellado pero cubierto tras un velo? Dime pues qué saliste a ver. ¿Sólo arena? ¿Sólo espuma? ¿O quisiste ver si la Luna en la mar enjuagaba su pena?

 

Y al resto os digo más. Ni estas noches de Agosto en que el cielo se angosta, ni aquellas del Mayo de mariposas sagradas... Ni las noches de invierno a solas en la costa, ni las noches en que vestía con mangas largas; ni las noches de canela, ni las noches amargas...

 

Ni las noches que se cierran con un beso, porque esas noches son mucho más que eso... ¡Ni la noche aquella que me habló una estrella! Ni las dulces noches que dormí en vez de escribir del mar... ¡Ni siquiera las noches que lo llegué a olvidar!

 

Ni aque

llas no

ches de libertad...

que ante el mue

lle y ante

los bar

cos pen

sé en huir de aquí.

 

Ni las noches de silencios y de ruidos... Ni las que me robaron los sentidos...

 

¡Ni las noches de dioses en que la blanca espuma tanto brilla! Ni aquellas que me traen a la orilla todos sus deseos, porque tras el sueño a mi despertar casi la veo...

 

Ni las noches que navegué con libros pensando que mi corazón escribía en la memoria de cada noche sin más. En su latido final...

 

Ni las de melódicos arpegios donde el privilegio era una guitarra de nácar, ay... porque cada acorde musical se abrazaba al final a una estrella de plata.

 

Ninguna otra noche atesoro en mi corazón como aquella. Triste el fin de una época y una noche que no volverá, aunque yo sí volví a ella en estas cartas. Confieso que me sobraron ganas de quedarme allí, para siempre, y no volver más...

 

Bajo la Luna y el universo escribiendo los versos casi sin respirar mientras que sobre el mar las barquitas se quedaban dormidas... Aquella noche agoté toda mi suerte, y a mi muerte, resumirá, ay... ¡toda mi vida!

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Léolo
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Hola!

Creo que el link de este relato está confundido porque es el mismo que el anteior. Me gustaría leerlos todos para votar.

Un saludo!

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