Consejos para narrar partidas como relatos épicos

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Después de algún tiempo dedicándome a novelar las aventuras del juego de rol Stormbringer de las que fui máster y viendo la cantidad de textos ambientados en otras partidas que recibimos en la sección Dragonmania me he animado a escribir esta serie de consejos con la esperanza de que resulten de cierta utilidad.

En primer lugar, y por centrar el artículo, diré que está referido principalmente a la adaptación de partidas jugadas en mundos fantásticos a relatos épicos. Aunque pueda resultar interesante para otros ambientes u otro tipo de relatos, no creo que sirva demasiado para aquellos textos anecdóticos, cómicos o esperpénticos, cuyos puntos fuertes resultan, obviamente, otros. Al existir juegos tan dispares como el Paranoia y El Señor de los Anillos, es imposible cubrir en un solo artículo consejos útiles para todos los tipos de partida. No obstante, y dado que he encontrado muchos jugadores de rol épico deseosos de consignar sus partidas en narraciones, creo que la reflexión podrá ser de alguna utilidad.

 

Sin más preámbulos expondré los que creo son los cuatro pilares de toda buena adaptación:

 

La linealidad de la historia.- Las partidas de rol normalmente transcurren en una secuencia lineal y es por un sencillo motivo: nadie, ni siquiera el director de juego, puede saber en qué situación se encontrará el grupo en un tiempo futuro, especialmente si hay mucha acción de por medio. Siendo sujetos del azar tanto los jugadores como el máster, no podemos pretender hacer de adivinos, y así, exceptuando algunos osados que incluyen controlados flashbacks en sus crónicas, los jugadores comunes vamos desde el pasado hacia el futuro ordenadamente en cualquier partida.

 

Esto no quiere decir que cuando escribamos el relato de los acontecimientos debamos respetar dicho orden. Un buen relato requiere cierta gracia a la hora de ordenar los acontecimientos. Muchos de los textos basados en partidas resultan terriblemente áridos por su proximidad a las listas de la compra. Para crear un texto literario no vale hacer una relación de acontecimientos sucesivos salpicados de pequeños énfasis que suelen quedar ahogados por las partículas temporales, esos temibles entonces, después y luego que agobian la redacción. Al contrario: se debe aprovechar nuestro conocimiento de los acontecimientos venideros para reestructurar la narración de modo que el lector llegué al punto álgido cuando corresponda, no cuando lo marcaron los dados.

 

La insondable profundidad de los personajes.- En este segundo punto no entraré ni siquiera en consideraciones sobre la complejidad de los propios personajes jugados. Todos hemos tenido algún jugador cuyos personajes parecen cortados por el mismo patrón (sí, ese piloto del infierno que no le importa tener debajo una cuadriga, un ferrari o un ala-X) o que reflejan únicamente su propio carácter e, incluso, su propio físico (visto por él mismo, por supuesto).

 

Sin embargo, éste no es el problema principal en la adaptación al texto, ya que el vecino del cuarto, ése que siempre se hace un médico psicópata en las partidas, puede llegar a resultar incluso exótico para los que no hemos jugado con él. No, el problema viene cuando el escritor se olvida de que los lectores nunca conocieron a dicho vecino ni participaron en las partidas. Así los personajes resultan terriblemente planos y tópicos, o, en el mejor de los casos, terriblemente incomprensibles.

 

Una detallada descripción física y mental en el primer párrafo tampoco ayudará gran cosa, sobre todo si este problema se une al efecto lista de la compra, ya que el lector no conseguirá identificarse ni con la historia ni con los personajes. Éstos, una vez novelada la historia, tienen que convertirse precisamente en piedras angulares del relato que crearon junto con el escenario, que tampoco debe descuidarse aunque la ambientación sea conocida. Aunque todos sepamos como es la guarida de un troll, puede resultar interesante averiguar cómo era aquella guarida en concreto.

 

Los improperios impropios.- Este fenómeno, a pesar de estar íntimamente relacionado con la profundidad de los personajes y la construcción del escenario, merece apartado propio por la cantidad de veces que los adaptadores parecen ignorarlo.

 

Es sencillo: el lenguaje utilizado durante una partida no suele ser el apropiado para un texto. No se trata de que los personajes novelados no puedan proferir juramentos, sino que deben proferirlos tal y como son ellos, no los jugadores que los crearon. Así cuando un jugador exclama “¡jodidos orcos de mierda!” normalmente el personaje debería decir algo así como “¡engendros de Mordor!” o “¡por Isildur, acabemos con esa plaga!”. Al menos si pretendemos hacer un relato épico.

 

Asimismo se deberían adaptar las situaciones, especialmente las jocosas y ridículas que se dan en todas las partidas, para que el lector no se diga que la trama y los personajes carecen de toda dignidad.

 

La pizca especial de las adaptaciones.- Después de experimentar novelando crónicas de Stormbringer, y utilizando ideas para novelas como argumento de partidas, así como con los textos escritos directamente sin mediación de partida alguna, me he dado cuenta de cual es la chispa particular que hace interesante adaptar una partida a texto literario (a parte del valor sentimental que tenga para los propios jugadores): la imprevisibilidad de la trama.

 

Es un arma de doble filo, pero extremadamente poderosa. Si sale bien conseguirá tener a los lectores en vilo durante todo el relato, ya que éstos habrán comprendido que ningún amor de autor podrá salvar a un personaje o a una empresa de los caprichosos designios del azar. Si sale mal convertirá el relato en una historia sin pies ni cabeza y, muchas veces, sin ningún interés por muy hábil que se haya mostrado la pluma del adaptador.

 

Estas cuatro referencias no cubren, por supuesto, todas las vicisitudes que nos encontraremos al realizar una adaptación, pero creo que permiten reflexionar sobre los aspectos más importantes de dicha empresa. A mí me han servido de guía. Espero que a alguien le puedan servir de ayuda y que alguien se anime a completar esta reflexión.

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