Juego sucio: Incontrolables

Imagen de Brutal Ball

¿Y por qué iban a ser once jugadores en el terreno de juego?

El balonpozo, respondiendo a las escasas memorias de sus practicantes, a la distancia de los territorios en los que se practica y a la imposibilidad de que los árbitros se hagan valer en el terreno de juego, es un deporte que ha intentado mantener (sin demasiado éxito) un reglamento principal reducido. Sin embargo, hasta las reglas más sencillas, como el número de jugadores desplegados por equipos, son cuestionadas y trampeadas sin cesar.

Orcos y goblins aducen dificultades a la hora de contar, los gnomos que es legal meter un pie dentro cuando un compañero ya está medio fuera, los elfos que, como son uno con la naturaleza, no deberían contarlos por separado... y así hasta el infinito. Raro es el equipo que, si dispone de ellos, no ha intentado meter más jugadores de la cuenta en la arena.

Eso sí, algunos son expertos en hacerlo: desde los goblins llevando a hombros a compañeros para disfrazarse de algo mayor a plagas de trastolillos, los pieles verdes de menor tamaño parecen los reyes ¡quizás porque no hay quien los distinga!

Un equipo que utiliza este tipo de juego sucio puede introducir un jugador adicional por encima del límite, dos en el caso de jugadores tapones, tres en el de pequeños y hasta cuatro en el de diminutos. Después de todo, cuanto más pequeños son, más difícil es verlos.

 

¿Sabías que...

...los Cocos Locos introdujeron en una ocasión a ¡treinta y dos jugadores extra en el terreno de juego!?

La marea de trastolillos fue tan descarada que los árbitros solicitaron hechicería de apoyo para identificar a todos los infractores. Por desgracia, sobre todo para los Cocos Locos, la mayor parte de estos no consiguió terminar el partido en condiciones adecuadas para ser penalizados, aunque el celo del S.E.C.O. forzó varias amonestaciones post-mortem.

Comixininos

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