Un encuentro feroz y resbaladizo

Imagen de Brutal Ball

Crónica del quincuagésimo octavo encuentro de la ronda clasificatoria del Trofeo Cráneo Abierto 2489, disputado entre los Wargos Bicéfalos, las Tarántulas de Izardoom, las Llagas Abiertas de Khurna y los Escorpiones Dorados

Estaba cantado que iba a haber un baño de sangre. Con semejante agrupación de licántropos, elfos sombríos, zombis y gnolls, todos lo esperábamos con ansia. Lo que nadie había previsto es que este arrancaría antes de tiempo ¡al reventarse una de las barricas destinada a las abluciones de eterna juventud de las Tarántulas de Izardoom! Con la osamita empapada con más sangre especiada de la que ningún strigoi podría beber (al menos en una noche), los colegiados dieron arranque a un partido tan convulso, intenso y desmadrado que incluso un redactor de la Revista Roncos hubiera sido capaz de apreciarlo. O casi.

Vayamos al tuétano.

Soliviantados con que el árbitro no haya sancionado a las Tarántulas de Izardoom por el desastre sanguinolento que compromete el juego de velocidad gnoll, los hinchas de los Escorpiones Dorados apedrean al interceptor elfo dejándolo inconsciente mientras los Wargos Bicéfalos se despliegan por el flanco este y son, al instante, interceptados por un ariete elfo. Las Llagas Abiertas de Khurna intentan cerrar la pinza en torno a los sombríos, derribando por el camino a un base.


 

Aprovechando que todos se centran en los elfos, los Escorpiones Dorados entran como un cuchillo por el flanco suroeste mandando a dos zombis a la enfermería. Sin embargo, no consiguen esprintar lo suficiente y tres de ellos se quedan a las puertas de marcar, el último incluso cae en la traicionera sangre ritual derramada, y tiene que venir un punta a recuperar el balón.


 

Mientras los nigromantes de las Llagas aprovechan el estado de estupor del interceptor elfo para robarle información sobre las tácticas de su equipo, los gnolls toman la delantera y su punta anota el primer tanto. Luego cargan hacia el redivivo que avanzaba con el balón por su retaguardia pero solo consiguen empujarlo hacia la portería de las Tarántulas. Incómodos con el terreno encharcado tampoco consiguen alcanzar al elfo sombrío que controla el otro balón.


 

A los wargos les resulta menos complicado: a base de zarpazos y mordiscos abren brecha hasta la portería elfa y marcan su primer tanto realizando de paso una pequeña escabechina y presionando a todos hacia la esquina sureste. Una vez meado todo el territorio para dejar claro quién es el perro grande, dejan a dos jugadores de guardia frente a su puerta entre aclamaciones del público. ¡Nada como una buena dosis de violencia para enardecer a la grada!


 

A pesar de la falta de efectivos y de tener toda el área invadida, las Tarántulas de Izardoom aprietan los dientes y cierran líneas, consiguiendo tirar el balón zombi a las gradas y recuperar el cuarto, con el que protagonizan una pequeña escapada hasta la bruja desmarcada por el norte. Por el contrario, lentos como moribundos, las Llagas se contentan con despejar su área y mandar un par de jugadores a la enfermería mientras se van descomponiendo y apestando más que de costumbre. Huele a nigromancia, pero es difícil demostrarlo con la chabisquera que ya hay en el campo.


 

Incapaz de aguantar la presión, el balón plantado por los Wargos Bicéfalos se desinfla. También los árbitros que deberían sancionarlos por uso indebido de garras, pero estos aprovechan el caos general para hacer como si no supieran contar balones. Entre tanto las Llagas Abiertas de Khurna recuperan un balón y penetran por el área sombría marcando un tanto y sumándose al grupo de cabeza. Emocionados con la hazaña, intentan repetirla: su bloqueador principal recupera otro balón y realiza un pase preciso... ¡que es interceptado por humillantemente por un gnoll! Los zombis consiguen recuperar la honra (no así el balón) mandándolo a la enfermería.


 

Es solo el comienzo de la inquina: los gnolls recuperan un balón derribando a unos cuantos zombis por el camino para demostrar que ellos también saben repartir, pero no llegan hasta la puerta ¡por culpa de un placaje brutal de las Llagas que lo frena en seco! Un base gnoll se desmarca para recuperar el balón, hace morder el polvo a un licántropo demasiado entusiasta, lo recoge, realiza un pase de mano... y justo delante de la puerta zombi queda empantanado en el cada vez más fangoso terreno.


 

Mientras tanto, los Wargos Bicéfalos no dejan de presionar la puerta elfa, pegándose con todo lo que se mueve, y consiguen recuperan el balón de la bruja. Sin embargo, a la hora de pasarlo demuestran hasta qué punto son unos paquetes totales atascándose, distrayéndose, quedándose a verlas venir, en definitiva. Por suerte para ellos, las Tarántulas de Izardoom no consiguen salir de la melé y a duras penas consiguen batirse por su área.


 

Para salir del atolladero, los elfos sombríos deciden recurrir a la hechicería bastarda, mediante la cual consiguen que una de las animadoras de los Wargos escape cubierta de pulgas mientras una de las brujas sale del banquillo y manda a la enfermería a un defensa hombre-oso de una elegante patada voladora. La otra derriba al punta hombre-lobo que amenazaba con el balón y lo recupera, realiza un pase de mano al base y este esprinta hasta marcar ensayo en puerta de los licántropos.

El interceptor intenta emular a las brujas pero es retenido por unos buenos pares de garras, así que el línea 10 parte en solitario, recupera el balón y marca un gol en la puerta de los Wargos Bicéfalos, poniendo a su equipo en cabeza aunque sea por la mínima.


 

Lejos de amedrentarse por este acelerón, las Llagas Abiertas de Khurna se encarnizan para mantener la delantera: un interceptor zombi derriba al gnoll que corría hacia su puerta, caza el balón en el aire, corre fuera del área y realiza un pase preciso al bloqueador. Este atrapa, carga contra el interceptor elfo, lo descalabra, se marca un pase de mano a su compañero bloqueador y este completa un ensayo en puerta elfa, haciendo que su equipo recupere la delantera.


 

Asegurada esta, es momento de reclamar el control del campo, así que los zombis se despliegan y van purgando su área, enviando a uno de los Escorpiones Dorados directo al tanatorio. A estos les va justo para reorganizarse, lastrados por el mal estado del terreno de juego y las bajas. Mientras, a falta de balones, los Wargos Bicéfalos se dedican a despejar el pozo y mandan a varios gnolls y elfos a la enfermería.

Suenan las campanas de mitad de partido con un resultado muy ajustado: Wargos Bicéfalos: 1 punto - Tarántulas de Izardoom: 3 puntos - Llagas Abiertas de Khurna: 6 puntos - Escorpiones Dorados: 3 puntos. Los favoritos se rezagan mientras los zombis, contra todo pronóstico, van liderando.


 

Enfurecidos, los hinchas abuchean a los licántropos desde las gradas, pero estos ni los oyen. ¡Hay más disciplina en esas bolas de pelo de lo que se podría imaginar! Uno de los bases atrapa sobre la marcha el balón devuelto por el público (más bien arrojado contra su cabeza), avanza, realiza un pase de mano a un bloqueador y este marca ensayo en la puerta zombi.


 

Mientras, en pleno centro del pozo, entre un bloqueador, un punta y un defensa consiguen recuperar un balón del suelo, realizan dos pases de mano y ¡ensayo en puerta elfa! A pesar de las garras, los insultos y los gritos, los Wargos Bicéfalos se ponen en cabeza.


 

Es el turno de redondear la jugada gracias a los corredores, pero el primero falla estrepitosamente al intentar coger el balón restante. El segundo, sin embargo, lo recupera, realiza pase de 12 brazas tan preciso como los planos de un gnomo y ¡recepción del base y ensayo en puerta zombi! Los wargos se imponen. Han dejado el campo sin balones en el arranque de la segunda mitad, antes de que reaccione ninguno de sus adversarios.


 

A sus oponentes les toca reorganizarse. Los elfos renquean. Los zombis se van levantando como en una noche de pesadilla y despejando el campo de adversarios despistados. Los gnolls, con solo media plantilla disponible, intentan hacerse un hueco en el área no-muerta ignorando el hedor y sus cada vez más bajas probabilidades de supervivencia.


 

En previsión de la mala salud de los gnolls, las Llagas Abiertas de Khurna comienzan sus rituales necrománticos, por si pueden fichar a alguien al final del encuentro. Mientras, uno de los bases de las Tarántulas se escapa de dos licántropos haciendo chupar osamita a uno de ellos, recupera un balón perdido y anota en puerta de los wargos un ensayo dispuesto a recortar distancias.


 

Menos fortuna tienen con un gnoll, que no solo encaja el bloqueo del interceptor que intenta sacarlo del área, sino que lo manda de vuelta a la enfermería. La bruja opta por escabullirse, consigue alcanzar el balón y hacer un pase preciso, pero un punta licántropo corta la trayectoria.


 

El receptor elfo consigue recuperar el balón, robándoselo al punta, pero no le queda fuelle para más. Por su parte, los zombis se esfuerzan por hacer juego táctico, pero son muy torpes y lentos, se empantanan. Al final un interceptor recoge un balón, realiza un pase rápido preciso y un línea marca ensayo en la puerta elfa. Para celebrarlo, se entregan a una melé en el centro del pozo y derriban al receptor elfo que había conseguido recuperar el balón.


 

Intentando no descolgarse del todo, los Escorpiones Dorados desestabilizan el área de los cadáveres ambulantes, recuperan el último balón en las narices de sus oponentes, realizan un pase rápido y ensayo en puerta de las Llagas. La cosa sigue ajustada. Faltos de balones, los wargos no consiguen más que asegurar su área: ni derribos, ni heridos, ni levantar a todos sus jugadores, que chapotean en el cieno sanguinolento como patos macabros.


 

A estas alturas del encuentro la mezcla de osamita y sangre es un puré traicionero, lo que no impide que un gnoll cace al vuelo un balón devuelto. Atraídos por la jugada, los elfos sombríos se precipitan para retomar la iniciativa ¡y se estampan uno tras otro! Bloqueos devueltos, traspiés, golpes... hasta que un receptor y un base recuperan dos balones y marcan sendos goles en la portería vacía de los gnolls, dispuestos a cortar el juego si no pueden llevar la iniciativa.


 

Para rematar la ofensiva, la bruja hace perder el tercer balón al corredor gnoll y un base se desmarca hasta acercarse al mismo, pero no consiguen neutralizarlo. Por su parte, los zombis se distraen en una terrible melé carnicera centrada en su área hasta que un interceptor recupera el balón y lanza a la portería elfa... con la típica habilidad de los no-muertos. El tiro se desvía e impacta en uno de los postes, pero ¡rebota dentro de la puerta, marcando gol!


 

Frustrados, los gnolls se enzarzan en la refriega para hacer caer zombis y elfos y se dispersan, a ver si les llueve una oportunidad del cielo. Mientras tanto, los licántropos despejan el terreno de juego, pero acusan el cansancio y van cayendo muchos por tierra. En el colmo del ridículo, un bloqueador, al levantarse, resbala con el puré sanguíneo, se abre la crisma y acaba inconsciente, firme candidato a un Premio Pardus.


 

Arrecian las amenazas a todos los equipos en la recta final, pero ya nada importa: nada da más miedo que cómo se están poniendo las cosas en el campo. Un punta gnoll consigue levantarse, se zafa del hombre-lobo que lo marca, toma un balón, realiza un pase a bulto, fiesta de empujones para intentar interceptarlo y ¡al final lo caza un bloqueador de las Llagas Abiertas de Khurna!


 

Incapaces de hacer nada mejor, los gnolls se empantanan en las zonas de los zombis hasta que un corredor consigue robarle el balón y marcar ensayo en su puerta.


 

Los licántropos, mientras la tensión sube, se las ven y se las desean para avanzar con los balones, pero, gracias a una cadena de tres jugadores, un corredor consigue anotar ensayo en la puerta elfa ¡sentenciando así el partido!


 

Como si no tuvieran bastante, un bloqueador logra hacerse con el último balón, pero no rematar la jugada. Para salvar el honor, un base elfo se lo roba, ¡pero es interceptado por un gnoll! Aun sin nada que ganar, los dientes siguen saltando: los intentos de recuperar el balón terminan con dos jugadores más en el suelo por el terreno inestable. Entran en la tragedia los no-muertos: un línea bloquea al gnoll y le hace perder la posesión. Entonces, se desmarca un bloqueador ¡esquivando!, corre, recoge el balón perdido y hace un lanzamiento de nada menos que 11 brazas hasta marcar gol en puerta de los Wargos Bicéfalos solo por demostrar que algo así era posible.


 

A estos poco les importa. ¡La victoria es suya! Han peleado hasta la última clepsidra y el destino les ha sonreído. Las Tarántulas de Izardoom, el goblin triste de la jornada, se lamen las heridas mientras se confirma que uno de sus receptores tendrá que retirarse del Brutal Ball definitivamente por un desgarramiento de rodilla. Entre protestas gnolls por la mala calidad del terreno de juego y miradas bovinas de cadáveres ambulantes que, por suerte, no saben protestar, arrancan los cánticos de los Wargos Bicéfalos con la misma ferocidad que arrancarían una pierna a un hobbit en el banquete de la victoria.

Guarros wargos de pelea
con dos testas, siempre alerta,
a los goblins los devoran
y a los orcos escarmientan.
¡Contra ellos nada puedes,
los mejores en la arena!

 

Resumen de los resultados:

Wargos Bicéfalos (Licántropos; Valor: 1150 Pozales de Oro) – 11 puntos.

Tarántulas de Izardoom (Elfos sombríos; Valor: 1185 Pozales de Oro) – 4 puntos.

Llagas Abiertas de Khurna (Redivivos; Valor: 900 Pozales de Oro) – 7 puntos.

Escorpiones Dorados (Gnolls; Valor: 1000 Pozales de Oro) – 7 puntos.

Comixininos

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