¿Cuánto cuesta una Calabaza (en el Trastero)?

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Aparte de una buena dosis de romanticismo, los proyectos necesitan algunos números para saber si vas a acabar naufragando o no.

Y como soy muy raro, creo que no es mala cosa que los lectores, autores y colaboradores estén al tanto de los mismos. Después de todo, cuando le pides a alguien que ceda sus derechos de autor para una publicación o le intentas convencer de que se suscriba o compre un libro para mantener con vida una iniciativa, debería ser consciente, más o menos, de a qué engranaje está dando su energía, tiempo y esfuerzo. Esta vez, por afinar un poco, lo vamos a hacer con cifras.

El precio de impresión de un ejemplar de Calabazas en el Trastero, dado que tiene un formato fijo (A5, tapa en color, fresado, etc.) depende de tres factores: el número de páginas, la imprenta que te lo hace y el número de ejemplares que le encargas. Estos dos últimos van ligados, pero después de siete años en la brecha digamos que se han convertido en algo bastante estable y, además, difícil de mejorar (ojalá me equivoque), por lo que sería el número de páginas lo que influiría más en el precio de fabricación.

Con veinticuatro números publicados, podemos sacar una media bastante razonable, que está en torno a los 2,52 euros. El número que nos salió más barato se quedó en los 2,03 euros y el más caro en 3,03 euros y tanto la media como la moda están bien centradas, así que nos quedaremos con este precio como la referencia de gastos de imprenta. Es un precio unitario para nuestra tirada estándar de 80 unidades.

Ahora bien, no toda esa tirada está destinada a la venta. En el proyecto Calabazas en el Trastero damos un ejemplar de cortesía a todos los participantes (trece escritores, un portadista y un prologuista), así como a los miembros del jurado, a los editores (que cada vez quedamos menos, no hay mal que por bien no venga) y, por supuesto, cuatro ejemplares para el depósito legal. Es decir, como mínimo hay 20 unidades que no podemos vender, y estas pueden subir fácilmente a las 25 unidades. Si consideramos que solo se pueden vender 60 unidades de las 80 que hemos imprimido, sería como contar que tienen un coste unitario de 3,36 euros.

Esta sencilla cuenta explica por qué hay editores que ni siquiera dan ejemplar de cortesía en papel a los autores que incluyen en sus antologías. No es solo que se digan que así lo comprarán (si les interesa), sino que el coste de la tirada aumenta de un modo sensible.

Por supuesto, estos libros hay que enviarlos. Los paquetes que vienen de la imprenta vamos a considerar que no suponen ningún coste adicional, pero mandar los libros de cortesía a los autores corre por cuenta de la casa. A día de hoy, con la tarjeta Post-libris y comprando los sobres a granel (y acolchados, claro, que sería una pena que el libro se estropeara en el proceso), podemos conseguir hacer este envío por un euro, más o menos, siempre y cuando sea envío nacional. Si el autor es extranjero, los costes, evidentemente, aumentan. De esta forma, nos sale un coste por ejemplar de unos 4,5 euros, por poner algo redondo.

Hay que tener en cuenta que nuestro precio de venta al público es fijo: 7 euros para los pedidos separados y 6 euros para los suscriptores. Esto hace que, por libro, nos quede un margen de entre 2,5 euros y 1,5 euros. Pongamos, pues, que como media quedan 2 euros de margen por cada Calabaza vendida.

Eso quiere decir que las 10 primeras unidades vendidas nos valdrán para cubrir los gastos de envío de los ejemplares de cortesía.

¿Cuántos de los 50 ejemplares restantes tenemos que vender para cubrir los gastos de imprenta? Si tomamos 6,5 euros como el ingreso medio por ejemplar vendido, nos salen algo más de 43 unidades. Es decir, tenemos que colocar prácticamente entera la tirada para que cubra sus propios gastos de imprenta y envíos.

Por supuesto, hay margen de error en estos cálculos y hemos ido redondeando, pero como veréis la cosa va bastante justa. Y ese es el motivo por el cual no podemos pagar derechos de autor en los Calabazas actualmente, no sin subirles el precio. Si hubiéramos llegado a vender 500 unidades de cada título, como era nuestro objetivo inicial, podríamos conseguir mejores precios de imprenta y sacar más margen para que las reimpresiones no resultaran onerosas.

A día de hoy, sin embargo, esa meta se nos queda muy lejos. Si seguís nuestra actividad veréis que reimprimimos muy pocas veces. No es difícil deducir, por lo tanto, que Calabazas en el Trastero supone una pérdida si lo miramos desde el punto de vista meramente económico. Resulta triste decirlo cuando se habla de una publicación considerada de éxito, con cierta veteranía y que ha ganado un par de premios, pero es la realidad: no es ya que no cubra los gastos indirectos, sino que tampoco cubre en muchas ocasiones los directos. Estamos cerca, eso sí, y continuaremos hasta conseguirlo.

Alguno se preguntará por qué demonios seguimos con esto entonces. La respuesta está en el origen del propio proyecto: hacemos Calabazas en el Trastero por amor al arte, porque nos gusta difundir la literatura fosca y creemos que es importante que haya escalones intermedios de publicación. Los autores, por lo general, aprecian el ver su obra incluida en una colección que se hace con esmero profesional aunque no dé dinero, y eso es importante. Por eso, seguiremos en la brecha mientras el cuerpo aguante.

Y lamento terminar la entrada con una reflexión tan funesta, pero me temo que si tantas revistas y publicaciones periódicas que nos han precedido han tenido que echar el cierre no es solo porque supongan un trabajo considerable, que lo suponen, sino porque, además, pueden implicar una exigencia económica que, con los tiempos que corren, no siempre se puede asumir.

Esa es la realidad. Cuando os damos las gracias a suscriptores y lectores por vuestro apoyo al proyecto no es una mera fórmula de cortesía: realmente conseguís, con cada libro comprado, que demos un paso más, que sigamos en pie, que el chiringuito siga abierto.

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LCS
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​Como siempre una reflexión muy interesante. No sé si soy un curioso o un cotilla, pero a mí me gustan todos estos detalles del mundo editorial. Desde luego que, vistas las cifras, es evidente que no lo hacéis por dinero.  Con lo cual, creo que solo podemos mostraros nuestra gratitud por continuar con el proyecto y apoyarlo, todos los que nos gusta formar parte de él, como podamos y dentro de nuestras posibilidades.

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Patapalo
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Gracias, compañero. Creo que esa curiosidad es saludable. Del mismo modo que nos preguntamos de qué está hecha la comida que consumimos o queremos saber más de cómo se produce la ropa, es importante (sobre todo cuando se es parte activa) saber también más sobre el proceso editorial.

Estos años he observado que se tiende a pensar que todos los sellos editoriales son idénticos y que hay una auténtica maquinaria detrás de cada libro. No está mal ver lo que dan de sí algunos proyectos.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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