Inception, el blockbuster cerebral

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Christopher Nolan siempre busca algo más. No le gustan las narraciones lineales y únicas, ni los personajes monolíticos con los que se pueda empatizar en cuestión de segundos. Por ello, en Inception, la primera película que rueda según un argumento propio, todas sus obsesiones y sus lugares comunes están presentes y maximizados.

El director británico ha construido una película en torno a la arquitectura del sueño basándose en gran medida en conceptos de Jorge Luis Borges. Es fácil rastrear las influencias de relatos como Las ruinas circulares en Inception, una película que da más sensación de tridimensionalidad que Avatar y sin necesidad del uso de gafas. No es la primera que nos encontramos con un esfuerzo autoral semejante, pero sí quizás el más logrado. Atrás quedan los viajes en el tiempo que se pliegan unos sobre otros de la siempre revisable Primer o la fallida Synecdoche, New York de Charlie Kaufman, en la que un director quería filmar una representación exacta de su propia vida, construyendo un decorado que era la propia ciudad en la que vivía. Así como la desmedida película de Kaufman se expandía sin límite hacia el exterior, en Inception el universo tiende al infinito en un agujero negro creado en la mente de los protagonistas. Sueños que se injertan dentro de sueños como muñecas rusas y en el que el concepto del tiempo aumenta de forma geométrica conforme se profundiza en este andamiaje onírico. Éste es el concepto de la película, que destroza las supuestas complejidades argumentales de films anteriores como The Matrix, Desafío total o Abre los ojos (si bien es necesario aclarar que en ninguno de estos casos las intenciones últimas de sus responsables eran las de Nolan, siempre cerebral, sino que buscaban algo más directo).

El verdadero acierto de Nolan con Inception es su habilidad para mezclar esta ciencia ficción netamente discursiva (más europea que americana, por así decir) con una trama de espionaje loco (ese concepto de subconsciente militarizado) que homenajea con gusto impecable a la Misión Imposible de Brian DePalma y que sazona con un puñado de imágenes que desarman al más pintado (París cerrándose sobre sí misma y saltando en mil pedazos). Es decir, mezcla una de las más cerebrales obras literarias del siglo pasado con el más puro y desenfadado entretenimiento (no conviene olvidar tampoco el homenaje confeso a la persecución de la nieve en 007 al servicio de su Majestad). A Nolan le gusta tratar al espectador como a alguien que va al cine a divertirse, pero que además es capaz de comprender un discurso adulto. En Inception parece haber aceptado su poca pericia para las escenas de acción desenfrenada y se recrea en lo que mejor sabe hacer: rodar escenas pausadas, en las que los diálogos son el motor de la película y, sobre todo, retarse a sí mismo. En Memento lo hizo cruzando líneas temporales, en The Prestige logrando un insuperable juego de ilusionismo tan cinematográfico como metadiscursivo y en Inception logra el más difícil todavía: el tercio final de la película es en sí un edificio cinematográfico de varias plantas en el que la acción se sucede a diferentes ritmos y en el que los hechos de cada uno de los pisos tienen su consecuencia en los demás. Un verdadero ejercicio de maestría en la construcción del guión, del montaje y la dirección que está a la altura de muy pocos.

Las obras anteriores de Nolan, como afluentes, desembocan en Inception. La música de Hans Zimmer, la coralidad del reparto, las turbias tramas amorosas, el dolor como acicate de los protagonistas, las estructuras alambicadas, el ya mencionado metadiscurso. Pocas trayectorias cinematográficas actuales son comparables en calidad a la que está construyendo Christopher Nolan, reflejo especular de M. Night Shyamalan. Ambos con obras intachables en su haber, pero mientras a uno -Shyamalan- los estudios le cierran las puertas cada vez con más estruendo a no ser que se pliegue a los designios de la industria, a otro le permiten cuanto le viene en gana, incluso estrenar en las fechas más importantes del año un thriller en el que se habla más que se dispara y que, incluso, te hace pensar. Un blockbuster intelectual, adónde vamos a llegar.

 

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stikud
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Puntos: 103

Sólo un adjetivo para la película: impresionante.

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xulio_eston
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Puntos: 3230

Precisamente hoy he publicado mi reseña de esta película. Coincidimos bastante.

No quise profundizar por no estropearle el visionado a los que van al cine intentando tener el mínimo de información posible, como es mi caso. Yo la vi sin saber absolutamente nada de su trama, y lo agradecí.

http://www.ociozero.com/17267/origen

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Poblador desde: 29/01/2009
Puntos: 18

Te tienes que dedicar a esto Kaplan, lo tuyo es el cine!!, la peli no sé que tal será,  pero lo cuentas como nadie.

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bete
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Poblador desde: 26/01/2009
Puntos: 6225

A Nolan le gusta tratar al espectador como a alguien que va al cine a divertirse, pero que además es capaz de comprender un discurso adulto

Creo que esta frase resume estupéndamente el tema.

No, te he dicho que no, pues porque no me da la gana, mira no tengo explicarte las cosas, y punto, cuando seas taza comeras dos perros

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