Ecos de Moby Dick

Imagen de Long Clic Silver

Hablemos de indios tatuados enrolados a caballeros de fortuna

Uno de los recuerdos que más claros tengo de mi infancia es el impacto que me causó una de las escenas de una adaptación cinematográfica (no sabría decir cuál) de la novela de Herman Melville Moby Dick. Hablo de cuando Ismael descubre que le ha tocado compartir cama en la posada con nada menos que un indio tatuado de los pies a la cabeza, rostro incluido.

En aquel momento me pareció una idea tan descabellada como el sombrero que llevaba el susodicho indio. ¿Qué era aquello de los indios tatuados? Los indios llevaban pinturas de guerra y no pintaban nada en las historias marítimas... o, al menos, eso creía.

Me equivocaba de medio a medio, por supuesto. Los indios no tienen ninguna aversión natural al mar, al menos aquellos que vivían en zonas costeras, y por su habilidad con las lanzas debieron de ser una fuente más que interesante de arponeros, como bien puso de manifiesto Melville en su novela. Y, por supuesto, huelga decir que muchas tribus han incluido entre sus modos de acicalarse los tatuajes. De hecho, el término viene nada menos que del samoano.

Así que, de acuerdo, indios, tatuajes y arponeros son material más que adecuado para montar un nuevo personaje verosímil y, por supuesto, que nos traiga ese sabor de aventura que buscamos, pero ¿justifica una caja como esta 5137 que viene con la nueva hornada de piratas?

La respuesta es sí. Esa combinación de rubio anglosajón con aspecto patibulario y arponero aborigen tatuado de pies a cabeza está más que justificada, pues los piratas mantuvieron una relación muy estrecha (como muchos marineros de la época, todo sea dicho) con los indígenas que encontraban. De hecho, el término bucanero viene del bucán, un tipo de carne ahumada que suministraban los cazadores de la costa y los tramperos a los navíos. Estos fabricantes de bucán, bucarenos, terminaron relacionados con la piratería.

Con estos elementos, el pack 5137 con el que nos obsequia Playmobil me ha dejado muy buen sabor de boca. Lo veo una combinación tan osada como sugerente, y eso sin nombrar la culebrina montada en el bote ni al formidable pez martillo al que pretenden dar caza nuestros avezados caballeros de fortuna. Sin duda, una buena oleada de piratas la que nos llega este año. Con ecos de Moby Dick, nada menos.

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