Bartolomeu Português

Imagen de Long Clic Silver

Os presentamos a este capitán pirata al que la fortuna no terminó de sonreír nunca

 

Aunque se lo conoce como el “padre” del famoso Código Pirata, el compendio de reglas unificadas que regiría la conducta de los caballeros de fortuna a partir del siglo XVII, lo cierto es que Bartolomeu Português no fue un pirata con una carrera marcada precisamente por la suerte y el éxito. De origen portugués, llegó al Caribe en la década de 1660 y operó por la zona de Campeche desde 1666, donde corrió todo tipo de romanescas aventuras.

En 1669 capturó con su navío, armado con cuatro cañones y treinta hombres, un mercante español con todo un tesoro en piezas de a ocho contantes y sonantes y cacao, pero las tormentas caribeñas se empeñaron en que no pudiera llegar a buen puerto. Devuelto a las costas de Cuba, fue capturado por tres naves de guerra españolas.

Lejos de darse por vencido, consiguió escapar tras apuñalar a un centinela con un cuchillo robado y, después de lanzarse al mar, se internó en la jungla para escapar de las autoridades. Cuentan que llegó a El Golfo Triste, en Yucatán, prácticamente desnudo, y ahí reclutó una nueva tripulación con la que casi naufraga de nuevo cuando volvió a Campeche en busca de venganza. A partir de este momento, se le perdió la pista.

 

El capitán pirata de Playmobil 3791, que lanzó la compañía en 1990, me parece un buen clic para encarnar al famoso Bartolomeu Português. En primer lugar, porque se presentó como un capitán sin su propia tripulación ni un navío en el que gobernar; de algún modo, quedó a la sombra del carismático capitán Cortés. Que lo tuvo en su momento, lo sabemos por la parte de atrás de la caja 3055. Como mensajes en una botella, en aquellos tiempos no se limitaban a recoger la lista de componentes que incluían las cajas, sino que estas presentaban unos entrañables dioramas donde descubrimos cosas como el misterioso pirata que se esconde tras la choza y que no aparece en ningún catálogo que haya visto. En efecto, Português pudo haber heredado el León Rampante de Barbarrosa.

¿Qué ocurrió entonces? Ya vemos el acoso al que es sometido por parte de la goleta, de la que ya hablaremos en otra entrada del blog, pero sobre todo tenemos la prueba de que fue capturado, junto a otros desdichados caballeros de fortuna, en la parte de atrás de la caja 3054, donde aparece abatido, incluso encadenado, camino del calabozo.

 

 

¿Merecía un destino tan infausto este capitán pirata? Reconozco que nunca me gustaron esos formales cuellos de camisa, ni tampoco las barbas a lo Washington (o era Lincoln), y puestos a disfrutar de los nuevos modelos de piernas, unos zapatos con pantalón liso tampoco parecían lo más indicado para un pirata hecho y derecho. Ni siquiera la calavera con las dos tibias cruzadas bajo ella conseguía darle un aspecto feroz en su casaca azul. Y eso que iba bien armado con un alfanje dorado —captura que databa, seguro, de tiempos mejores— e incluso con un trabuco con el que —me apuesto la mitad de mi parte del botín— se mostraría muy capaz de abrirse paso por la jungla...

Sí, quizás sea un poco injusto adjudicarle el destino de Bartolomeu Português a este tercer capitán pirata de la nueva época, pero hay un detalle que termina de inclinarme a hacerlo: la copa y, sobre todo, la barrica y la botella de grog. No, por supuesto que Português no era el único caballero de fortuna con tendencia a empinar el codo, pero sí uno del que se documentó un particular episodio: cuando saltó por la borda después de acuchillar al centinela que lo custodiaba, lo hizo abrazado a unas botellas vacías —dicen—, no por amor al vicio, sino por no saber nadar.

De lo que estoy seguro es de que, aunque al clic le perdiéramos igualmente la pista después de su lanzamiento en 1990, pudo correr muchas aventuras, las suficientes para dejar su impronta en nuestra imaginación, y en el Código Pirata.

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