Con el viento en popa... o sin él

Imagen de Long Clic Silver

El barco pirata nunca más tendrá problemas para navegar

Es un paso natural, es evidente. Los navíos de la colección pirata —y de Playmobil en general— tenían ya un diseño pensado para que los niños pudieran meterlos en el agua sin miedo. Bien es cierto que algunos elementos, como las cuerdas, las velas, las pegatinas, las piezas pequeñas, podían peligrar en la bañera, sobre todo si amenazaba marejada —algo a lo que ningún niño renunciaría en un momento u otro—, pero el casco mantenía a flote la nave contra viento y marea. Pura ingeniería bien engrasada, plásticos bien ajustado y pensado para reducir al mínimo los riesgos propios del oficio.

Los primeros modelos de nave ponían el acento en las ruedas para poder disfrutarlos en dique seco, por supuesto, pero no tardaron en incluirse contrapesos para que no volcasen los modelos de menor manga y mástiles altos. Estos podían deslizarse sin problemas por cualquier superficie acuosa no demasiado agitada si, por supuesto, el viento soplaba desde el lugar adecuado. Incluso las chalupas y los botes, aun los pensados para un solo clic, aguantaban bien la prueba.

De ahí, a los motores, que rara vez venían como opción de serie y se tenían que encargar a ese departamento misterioso que también se ocupaba de los complementos para el impresionante tren del Oeste. Y, claro, entramos en el 2013 y se nos plantea el barco pirata Playmobil 5238, nada menos que 30 metros de alcance en radiocontrol y motor con contrapeso integrado.

El Dragón Rojo opta por la tecnología punta en la reedición de esta mítica pinaza, uno de los bajeles piratas con el diseño más claramente dirigido a la navegación. Un motor de doble hélice le permite girar y da mayor estabilidad al navío. Tiene que ser una gozada verlo hacer una incursión rápida a cualquier mercante despistado, qué demonios, para luego darse a la fuga viento en popa a toda vela... o movido por quién sabe qué brujerías vudú.

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