La aventura de la casa vacía

Imagen de Micromanías

Abordamos el primer caso de El retorno de Sherlock Holmes

Cuentan (aunque bien podría haber bastante de leyenda en ello) que los lectores se tomaron tan mal la muerte (aparente) de Sherlock Holmes en El problema final que no solo el Strand Magazine estuvo a punto de echar el cierre, sino que había incluso gente de luto por las calles de Londres. Qué parte de realidad hay en ello toca a otros dilucidarlo, pero lo que es cierto es que hubo presiones para que Arthur Conan Doyle resucitara a su emblemático detective, algo que hace, precisamente, en La aventura de la casa vacía.

En el inicio de la historia encontramos a un Watson algo perdido que intenta resolver un crimen de habitación cerrada (aunque ventana abierta) en el que un aristócrata ha aparecido muerto de un disparo, en apariencia de revólver, en la cabeza. El doctor no se ve capacitado para descubrir quién se esconde tras el crimen, pero un reencuentro fortuito, o no tanto, con un viejo lo pondrá tras la pista correcta.

La resolución del caso es peculiar pero sencilla, sobre todo porque el propio Holmes confiesa a Watson que no conoce los motivos del asesino, sino que le basta con el modus operandi para cazarlo. Lo más sugerente de la historia es el modo en el que el detective lleva a su amigo por los rincones ocultos de Londres, que a veces están delante de nuestras propias narices (algo que debe de pasar en todas las ciudades del mundo), hasta situarlo en la emblemática Baker Street en una casa vacía, que da título al relato. Es un poco el leit motiv de la serie: hay que ser capaces de ver lo que se esconde a nuestro alrededor.

La idea de la trampa para tigres es sugerente y funciona bien como metáfora dentro de la historia, algo que compensa cierta incongruencia con el malhechor asesino, que se suponía tirando piedras en Suiza, algo extraño si se tiene en cuenta su principal habilidad. El punto fuerte, a mi parecer, es más bien esa atmósfera que se crea en torno a la casa abandonada que visitan los protagonistas, un punto en el que Arthur Conan Doyle consigue plasmar bien la sensación de anticipación y algo de claustrofobia.

En conjunto, La aventura de la casa vacía queda como un buen relato de reenganche, con los suficientes guiños para satisfacer a los aficionados (aparición del inspector Lestrade incluida) y algunas explicaciones para poner de nuevo la maquinaria en marcha, pero que tampoco parece especialmente cuidado en los detalles.

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