The Borgias

A Jeremy Irons sólo le recuerdo haciendo muecas en Dungeons & Dragons, y para mí que era parte del chiste. Porque la película era un chiste enorme.

Aunque se parece al Papa Borgia histórico como se parecen un garbanzo a un espadín, confío en que podrá hacer bien el papel de prelado ambicioso, taimado y sin escrúpulos.

Respecto a la película española, le pasaba lo que le pasó a Alatriste o a otras películas históricas que se hacen: que no van a ningún lado. Una serie o una miniserie tiene suficiente tiempo como para desarrollar cada personaje y contarte sus andanzas y sus pensamientos y sentimientos, entrelazándolos en la trama.

Una película, con sus dos horas y media, quizá tres horas escasas, no da para contar la historia de los Borgia de modo satisfactorio. Cada momento que estuvo lleno de tensión, cada conjura, cada crisis, en la película aparece como una o dos escenas que se soluciona con la misma celeridad con la que aparecen. Así, en lugar de flipar con la historia de esta ambiciosa familia valenciana y cómo sus planes fructifican o se tuercen, el espectador asiste, sin implicarse demasiado, a una sucesión de escenas y momentos que le dejan bastante frío. Ni tiene tiempo de empatizar con muchos de los personajes, ni entiende muy bien por qué pasan ciertas cosas, pues han aparecido rápidamente, ha habido uno o dos diálogos sobre ello, y luego se ha solucionado, o ha tranformado la situación, sin que se vuelva a hablar mucho sobre esto.

En fin, que para mí, el cine debería ocuparse de los momentos, mientras que la televisión debería ocuparse de los procesos. Ivanhoe, Robin Hood o El Mercader de Venecia cuentan un momento. Los Tudor, Yo, Claudio o La Revolución Francesa cuentan un proceso.

Andronicus dixit