LA MUÑECA - T

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Litio
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La muñeca

 

 Hubo una vez, aunque puede que vuelva a haberla, una niña sin nombre, bajita, delgada, un poco grisácea. Su vida fue ignorada, nadie pensó en ella, nadie la recordó nunca.

 Su madre no notó que estaba embarazada. Pensó en un pequeño aumento de peso, tampoco algo preocupante. De pronto, en la oficina, sintió una cosa pequeña y fría a sus pies. Instintivamente la recogió y la guardó en el bolso, avergonzada, pero como ni siquiera lloraba se olvidó de ella. Y allí se quedó unos tres meses, hasta que la madre hizo limpieza en el bolso y la dejó tirada en cualquier sitio.

 Su padre tropezó un día con ella. No tenía ni idea de qué podía ser, pero no le dio mucha importancia y la metió en una caja con otros cachivaches. Estuvo ahí un par de años.

 Con dos años y medio la niña consiguió salir de la caja. Entonces empezó a ir de aquí para allá, con los pasitos inseguros de quien empieza a andar, sin saber dónde quedarse. Dormía en los rincones, y escuchaba a sus padres cuando hablaban (él con ella, ella con él; nunca con la niña).

 Un par de años después la niña consideró que ya sabía hablar razonablemente bien, así que intentó comunicarse con sus padres. Durante la cena se subió a la mesa y esperó a que la vieran para decir:

-         Hola, soy vuestra hija.

 Los padres no sabían qué decir.

-         ¿Qué cosa dices que eres?

-         Vuestra hija.

-         Eso no es posible. Si hubiéramos tenido una hija, seguramente nos acordaríamos.

 Así que la niña se metió en la parte alta del armario, donde se guardan las mantas y las tonterías que no se quieren ver, y se quedó ahí unos cinco años.

 Pasado ese tiempo pensó probar suerte fuera de su casa. Fue a un colegio, pero nadie se fijaba en ella. Al menos era entretenido. Sin embargo, aunque logró aprender un poco de cada cosa, no se le ocurrió preguntarse el porqué de su situación. Quizás si hubiera estudiado Filosofía; pero aún era joven para eso.

 Y entre su casa, donde sus padres de vez en cuando la miraban pero como se puede mirar un cuadro viejo, un cuadro que se ha visto muchos días y muchos años, y el colegio, donde ni los niños más pequeños, esos que creen aún en el Ratoncito Pérez y en Papá Noel y en que hay un dios que les quiere, la veían; en el continuo ir y venir de una indiferencia a otra comenzó a sentirse sola. Tardó un par de años en darse cuenta de lo sola que se sentía, precisamente porque nadie hablaba con ella lo suficiente como para llegar a cuestiones de ese tipo.

 Fue en esos días cuando se construyó una camita encima de una estantería que siempre había estado vacía. Como ella era escuchimizada, diminuta, como una niña de cinco años, no necesitaba más espacio, y era más confortable que dormir sobre la moqueta. Allí podía ver pasar las horas hasta que la vencía el sueño y los recuerdos del día se convertían en las pesadillas de la noche.

 Aprendió cosas de la gente y de los libros, básicamente por el mismo procedimiento: la observación desde fuera. Cuando fue capaz de verse como los demás la veían, durante un sueño especialmente aterrador, se angustió tanto que se cayó de su cama, que estaba a dos metros del suelo. Estuvo varias semanas tirada en el suelo sin poder moverse, con un brazo roto, un hombro dislocado y la nariz aplastada. Su padre la pisó sin querer y la apartó de un puntapié hasta un rincón, donde estuvo hasta que se sintió capaz de levantarse.

 Cuando lo hizo, más fea que antes porque un brazo se le había soldado mal, el otro aún no estaba en su sitio y su nariz permanecía espachurrada en medio de su cenicienta cara, le dolió la cabeza como si algo le pinchara desde dentro. Y se dio cuenta de que ese algo era una idea, y esa idea era llamar al Diablo y pedirle ayuda. Y así lo hizo. Como el Diablo siempre escucha por si alguien le llama, no como Dios, que pone el contestador y nunca escucha los mensajes, acudió raudo a verla, y la vio. La niña se sintió repentinamente importante. Le pidió consejo, y el Diablo le dijo:

-         Tú lo que necesitas es una amiga.

-         ¿Para qué?

-         Para que te mire, te escuche, juegue contigo y consiga lo que necesitas. Para esos sirven los amigos.

-         ¿Todo eso me dará?

-         Todo lo que quieras.

-         Entonces hazlo. Dámela.

 El Diablo hurgó en su capa negra y sacó de un bolsillo interior una muñeca grande, de casi un metro de alto, sonriente y resplandeciente. Se la veía contenta. El Diablo se la dio y se fue.

 La niña miró a la muñeca, y la muñeca la miró a ella. Y le dijo:

-         Hola, encantada de conocerte. Soy La Muñeca, y soy tuya.

-         ¿Eres mía?

-         Exacto. Eres mía.

 La cogió de la mano y jugaron. Construyeron casas con libros, rompieron juntas una vajilla entera, metieron piedras en la lavadora. La Muñeca reía, y la niña también.

 Se hizo de noche y la niña trepó a su cama, con la Muñeca cogida fuertemente bajo un brazo.

-         A mí déjame mejor aquí, en este otro estante. No quiero dormir contigo.

-         ¿Por qué?

-         Porque soy La Muñeca.

 De modo que la niña dejó a La Muñeca un estante más abajo y subió a dormir.

 Estaba ya profundamente dormida cuando La Muñeca saltó a su cama, abrió la boca y le mordió el vientre, arrancando la carne, masticándola. Comiendo.

 La niña gritó, llorando de dolor:

-         ¿¿¿Qué haces???

-         Es El Precio.

-         ¿El precio de qué?

-         No seas idiota. Me has comprado.

 La niña tuvo que aceptar que así era como estaban las cosas. De día jugaban, y de noche La Muñeca comía. Pero se divertían tanto jugando que pagar El Precio ya no parecía tan doloroso. Y dejó definitivamente de importarle cuando sucedió lo inesperado: empezaron a verla.

 Primero fueron sus padres. La casa estaba destrozada. La Muñeca y ella habían cortado la mesa con una sierra, habían roto las sillas, las lámparas, las ventanas y todo lo que se pudiera romper. Estaban a punto de prenderle fuego a la casa cuando la madre llegó, se agachó y la miró a los ojos.

 Pero antes de que pudiera decirle nada, La Muñeca la cogió de la mano, satisfecha, y le dijo:

-         Vamos. Por hoy es suficiente.

 Otro día fue el padre el que la pilló haciendo jirones de las preciosas sábanas que ella no tendría nunca, y la miró del mismo modo en que lo había hecho la madre. La Muñeca, nuevamente satisfecha, se la llevó de la mano, diciendo:

-         Por hoy es suficiente.

 En el colegio le pusieron una silla y una mesita, aunque nunca le preguntaron su nombre. Ella se estremecía de placer cada vez que alguno de los niños se daba la vuelta para mirarla, y lo hacían a menudo, porque habían oído el ruido que hacía su casa mientras poco a poco se rompía desde los cimientos.

 La niña empezó a usar ropa, en parte para ser como los demás y en parte para tapar los agujeros, porque todavía tenía que pagar El Precio, y se estaba quedando sin carne. Tuvo que rellenar los huecos con algodón. En un par de meses a la niña ya no le quedaba carne en el torso, y muy poca en una de las piernas. Los brazos estaban todavía bastante enteros. La Muñeca comía y comía por las noches, y lo más curioso es que crecía. Incluso estaba más blandita. Pero la niña no se daba cuenta, o tal vez no quiso hacerlo.

 Terminó matando a sus padres con un cuchillo. Simplemente, se cansó de verles. Habían empezado a regañarla cuando jugaba, y la ropa que le compraban no cubría bien los agujeros. Se habían dado cuenta por fin de que tenían una hija, pero no sabían qué hacer con ella. La niña dejó los cadáveres en el suelo, al pie de la estantería, para poder mirarles mientras dormía sabiendo que no volverían a enfadarse con ella.

 Un día sintió otra idea como un pinchazo, y se dio cuenta de que La Muñeca ya no le parecía divertida. Le cansaban sus juegos, le cansaba destrozarlo todo porque luego ya no servía para nada, y sobre todo le cansaba El Precio. Empezaba a quedarse sin brazos.

 En el colegio la invitaron a jugar, y cuando una niña le cogió la mano enguantada notó los huesos, que era todo lo que había. Y la otra niña se puso nerviosa y no quiso jugar con ella.

 En la casa la esperaba La Muñeca. Ya medía casi más que ella y parecía una niña casi de verdad.

 En el colegio empezaron a mirarla mal porque le pidieron que se quitase los guantes en clase y ella no quiso.

 La niña empezó a sentirse mal.

-         Así que te sientes mal. Pues es tarde para las quejas. Ya verás lo divertido que será todo mañana.

 Esa noche la niña no sintió a La Muñeca comer.

Al día siguiente se despertó con un dolor insoportable en todo el cuerpo, y cuando se miró vio que ya no le quedaba carne en ningún sitio, no era más que un montón de huesos. Esa noche La Muñeca se había comido hasta su cara.

 La Muñeca la miró. Ya era más alta de lo que ella podría haber sido nunca, medía más o menos metro y medio. Estaba, al fin, completa.

 Era una niña.

-         Ahora tú serás mi muñeca, hasta que me canse de ti y te tire. Entonces El Precio estará pagado.

 La Muñeca cogió el esqueleto y empezó a dar vueltas y vueltas y la soltó. Volvió a cogerla, a dar vueltas y a soltarla. Y a la niña se le separaron los huesos. Se rompió.

 La Muñeca dijo:

-         Qué pena. Se rompió la muñeca.

 Y pisó el cráneo, lo reventó. Y se fue, hecha una sonrisa.

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jane eyre
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 Bienvenido/a, Litio.

Participas en la categoría de Terror.

Recuerda que si quieres optar al premio del público o a su selección debes votar al menos una vez (punto 9 de las bases).

En este hilo te pueden dejar comentarios todos los pobladores. Te animamos a que comentes los demás relatos presentados.

Si tienes alguna duda o sugerencia, acude al hilo de FAQ´S y en caso de que no encuentres respuesta puedes señalarla en el post correspondiente.

 

 

 

 

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¡Hecho, gracias!

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Pigmalion
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Poblador desde: 15/09/2010
Puntos: 59

¡Hola Litio!

Me gustó tu estilo y el texto... me dejó con sabor amargo en la boca... aunque supongo que así debe de sentirse uno después de leer un relato de terror.

Felicitaciones .

Aprovecho para sugerirte que leas, si te apetece, “La Rebelión de los Grises”, mi relato de ciencia—ficción. Está en 
http://www.ociozero.com/foro/17727/cf-la-rebelion-de-los-grises
¡Gracias y mucha suerte en el concurso!
 

Pigmalion

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shergio
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Poblador desde: 14/08/2010
Puntos: 47

me gusto mucho , te felicito!!

shergio

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¡Gracias!

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Aztlan
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Poblador desde: 30/09/2010
Puntos: 2

Demasiado kafkiano. Trata de la soledad que sufren los niños que son casi ignorados por sus padres al estar demasiado preocupados por su trabajo y los problemas cotidianos. Y estos niños faltos de cariño son presas fáciles de mafias que terminan destruyéndoles la vida.

Creo que no enmarca dentro del género de terror.

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Alev
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Poblador desde: 09/09/2010
Puntos: 94

La verdad es que no es un estilo fácil, es un relato bastante traido de los cabellos, aunque personalmente me gustó el uso del absurdo para contar una historia, sin embargo siento que le falta algo, no sé exactamente qué, pero algo, tal vez, cuando lo descifre te contaré.  Sea como sea lo disfruté, espécialmente por el estilo narrativo, es refrescante.

"Los fantasmas son reales, los monstruos también, viven dentro de nosotros, y algunas veces... ellos ganan.." Stephen King

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Litio
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Poblador desde: 15/09/2010
Puntos: 18

Demasiado kafkiano. Trata de la soledad que sufren los niños que son casi ignorados por sus padres al estar demasiado preocupados por su trabajo y los problemas cotidianos. Y estos niños faltos de cariño son presas fáciles de mafias que terminan destruyéndoles la vida.

Creo que no enmarca dentro del género de terror.

No, no trata de eso. Trata de una niña a la que se come su muñeca, como se puede leer en el relato, por lo que evidentemente sí es enmarcable dentro del terror.

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Litio
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Poblador desde: 15/09/2010
Puntos: 18

Alev: gracias. Si descubres finalmente qué es lo que te chirría, no dudes en decírmelo.

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GergorSamsa
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Poblador desde: 24/09/2010
Puntos: 48

Una paranoia con tintes de terror y mucho surrealismo. Me resulta un relato curioso: irónico en su inicio, desconcertante en casi todo el desarrollo y un poco decepcionante en su final.

Es una apuesta valiente y un relato de este estilo nunca es facil, no lo encuentro del todo como un relato de terror, ya que dado su inventiva, mas merecería un lugar en la ficción, aunque quizás esté en esa dificil linea que separa ambos géneros.

Me sorprende el argumento y me gusta el estilo, creo que está bien escrito. Pero la historia no termina de encajarme por completo, como han dicho ya antes que yo, le falta algo; yo tampoco estoy seguro al cien por cien de que se trata, pero creo que una carencia puede ser la falta de moraleja o coherencia con la historia. La niña obtiene un final cruel, pero no parece merecerlo ni ser coherente con el principio. No sé explicarlo del todo, pero hay algo que no me convence.

 

Suerte y un saludo.

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Postal Dude
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Poblador desde: 27/08/2010
Puntos: 95

Pero Sr. Samsa, opino que no es necesario, ni mucho menos, que un personaje merezca un final cruel para que lo tenga, y menos en el género de terror. Si todas las historias tuvieran que tener una moraleja, menudo aburrimiento, ¿no?

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Gandalf
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Poblador desde: 27/01/2009
Puntos: 23262

 En una historia de terror, los personajes no tienen por qué merecer el final que reciben. Por ejemplo, la mayoría de mis historias acaban con la vida del protagonista o uno de los protagonistas, y ahora mismo sólo puedo recordar una en que el protagonista realmente lo mereciese. Y acaso, ¿no hay en el mundo real mucha gente que muere sin merecerlo?

El relato me gustó, buen estilo y una idea con potencial. El final se venía venir, pero a mí me gusta como está.

Hola, me llamo Íñigo Montoya, tú mataste a mi padre, prepárate a morir.

Retrogaming: http://retrogamming.blogspot.com/

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Magnífico. Me ha encantado. El caso es que creo que lo había leído ya. Estoy prácticamente seguro. La cuestión es ¿dónde? Un placer releerlo, en cualquier caso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Berenice
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Poblador desde: 31/08/2010
Puntos: 213

Sólo decir que me encantó tu historia, por esa sabia mezcla de surrealismo, cuento tradicional y  perversidad infantil que se esconde entre sus (aparentemente) inofensivas líneas. Por momentos me evocó las mejores historias del interesante "Present" de Kanako Inuki.

Enhorabuena por la selección y buena suerte!

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