Y he dado el discurso siguiente:
Excelentísimo equipo rectoral de la Universidad de Oviedo, excelentísimo decano y vicedecanos de la Facultad de Medicina, autoridades, profesores, familiares, compañeros de facultad, amigos.
Ayer a estas horas estaba pensando si dar las gracias a mis compañeros de clase por haberme elegido para hablar hoy en nombre de todos o si todo era una venganza de última hora por haberles martirizado con bromas durante estos últimos cinco años. Qué difícil elegir las palabras exactas para un momento tan honroso como este. Y es qué, para que negarlo, estaba más perdido que un pingüino en África.
Tampoco tenía nada claro como enfocar estos escasos minutos para evitar que os dierais una cabezadita. Trataré esta vez de ponerme un poco más serio de lo que tengo acostumbrados a mis compañeros de clase, aunque, tal y como están las cosas profesionalmente estoy pensando en irme al club de la comedia.
Bueno, pongámonos serios. Creo que no viene mal, recordar que toda esta aventura no comienza aquí, sino hace ya muchos años cuando éramos unos críos que todavía no sabíamos siquiera atarnos los cordones de los zapatos. Nuestra entrada en la escuela de educación infantil supuso el primer paso hacia donde hoy nos encontramos. A lo largo de todo este tiempo, pasando por la educación primaria, por la ESO, el bachiller... hemos encontrado personas que nos han tendido una mano, o porque no, que nos han puesto la zancadilla. No podemos olvidarnos de todos esos profesores que nos han acompañado desde entonces al día de hoy, esos compañeros de clase o de colegio que han sido parte de nuestra formación y aprendizaje. De cada una de las situaciones vividas aprendimos algo nuevo y es sin duda que sin esos años previos a lo mejor hoy no estábamos en esta sala.
Este andamiaje personal y profesional tiene además una base en otras personas realmente importantes. Son nuestras familias. Sin el apoyo de nuestros padres, de nuestros abuelos, hermanos y otros familiares, sin el apoyo de amigos, parejas y compañeros de piso, seguramente nunca hubiéramos podido hacer nada. Gracias a cada uno de vosotros por haber estado ahí, por las preocupaciones y la confianza en nosotros, por los ánimos y los consejos, por haber sabido entendernos y por habernos dado esta oportunidad. Y perdonarnos porque a veces, en nuestra terquedad, no hemos sabido comprender algunas de vuestras actitudes, en las que solo buscabais nuestro bien y nuestra seguridad.
Sin duda alguna, todo lo que somos, por mucho que nos hayamos esforzado, es gracias a vuestra presencia, estamos muy orgullosos de todos vosotros y deseamos profundamente que este sentimiento sea recíproco. Habéis sido, sois y seréis lo más importante que tenemos. Y sobretodo, gracias también a todas aquellas personas que han sido todo en nuestra vida, pero que desgraciadamente ya no están aquí, siempre seréis parte de ella.
Y los últimos agradecimientos van para esta facultad de medicina. Entre las paredes de sus edificios hemos formado una nueva familia. Largas horas de estudio, clases, prácticas y ratos libres. Hemos compartido ilusiones, decepciones, fiestas, espichas, el viaje de estudios, comidas, cenas… Aquí hemos descubierto una fuente de alegría en nuestros compañeros, en nuestros profesores y en todas las personas que aquí trabajan. Muchas veces olvidamos que en la universidad hay más que profesores y alumnos. Gracias a bedeles, conserjes, la administración, técnicos y a limpiadoras. Y gracias a los compañeros, a todos y cada uno de ellos. Permítanme decirles a título personal, que lo más importante de estos últimos cinco años aquí en la Universidad, han sido ellos. Me siento un privilegiado y un afortunado por haber pertenecido a una clase donde el respeto, el compañerismo, el amor y la igualdad han sido las normas por las que nos hemos regido. Hemos sido una familia, donde nos hemos ayudado, preocupado, disfrutado, cabreado y sonreído juntos. Desde luego, para mi existe un antes y un después del 5 de octubre de 2005.
Terminados los agradecimientos, yo creo que nos vendría bien reflexionar un poco a todos nosotros, compañeros, y darnos cuenta de la etapa que ha comenzado en nuestras vidas. Hemos escogido una profesión sanitaria donde el elemento indispensable es el paciente. Esto supone que todo lo que nos rodea implica un trato con alguien. Quiere decir que sí, somos odontólogos, médicos o bioquímicos, pero no somos ni dioses ni jueces.
Son profesiones difíciles en el aspecto que, en nuestras manos están las ilusiones de las personas, la felicidad, la tranquilidad, el bienestar y sus vidas. Nuestros errores, en muchas ocasiones no estarán exentos de consecuencias. Todo aquello que hagamos mal, todo aquello donde cometamos imprudencias, puede suponer un cambio radical e irreversible en la vida de las personas que tratemos.
Dijo Kant en una obra suya que “obremos de tal modo que la máxima de nuestra voluntad pueda llegar a ser ley universal”, esto viene a decir que hagamos las cosas de la forma en que a nosotros también nos gustaría que se nos hiciesen. Y muchos siglos atrás, se dice que Hipócrates enunció un “lo primero no hacer daño”. Yo creo que debemos tatuarnos mentalmente estos dos principios. Démonos cuentas que no estamos experimentando con personas, que cada uno de nuestros pacientes sufre, siente y padece de la misma forma en que nosotros lo haríamos. Todos tenemos familia y tanto respeto y derecho tiene una de estas personas como nosotros.
Seamos nobles y justos, seamos humildes y sinceros tanto con nuestros enfermos como con nosotros mismos. No pequemos de soberbia ni vanidad. No podemos saberlo todo y desde luego no somos matemática pura. Dijo Jhonston Peter: “En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia”.
La equivocación es inherente al ser humano, por ello nos equivocaremos una y mil veces hasta adquirir una máxima experiencia, recordaba Dickens, que “cada fracaso enseña al hombre algo que necesitaba aprender”; pero ni con más experiencia ni más o menos fracasos evitaremos confundirnos y errar nuevamente, así que hagamos que nuestros errores no sean fruto de la imprudencia ni la irresponsabilidad, todos sabemos lo frágil que puede ser la salud y como algo sencillo puede llegar a ser un veneno catalítico. Seamos prudentes, a fin de cuentas, la prudencia nunca yerra.
No olvidemos tampoco que en la profesión que ahora comenzamos, trabajaremos con más personas, que también merecen todo nuestro respeto y nuestra admiración. Ni somos más que nadie, ni somos menos que nadie. Dice un refrán que, “cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. Seamos compañeros y no olvidemos de dónde venimos.
Termina una etapa y comienza otra. Seamos profesionales con profesionalidad y huyamos del charlatanismo. Sigamos formándonos y estudiando para ser egresados respetables. La ciencia avanza a grandes pasos y nosotros debemos de avanzar con ella. Seamos amigos de los libros y las publicaciones y busquemos consejo siempre que tengamos dudas; podemos resolver cualquier duda en apenas un minuto con la tecnología que hoy tenemos. En este sentido, digamos que, lo difícil no es tener éxito, sino merecerlo, porque, a fin de cuentas, el éxito en el mundo rara vez tiene correspondencia con el mérito. Trabajemos como médicos, dentistas o bioquímicos; para no ser chamanes, barberos o alquimistas.
Una penúltima cosa; había prometido cortarme la coleta este día, así que, al salir, mamá, toda tuya.
Termino dando gracias de nuevo a todos los que estáis aquí presentes y a los que no están porque no pueden en nombre de la novena promoción de odontología de Oviedo. Gracias a todos por habernos ayudado en este camino, nunca habrá gratitud posible para pagaros que seáis nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.
Gracias y buena suerte a todos
xDD laaaaaaangweilig
Ok tengo que decírtelo o ya lo sabes? eres pedante, no sabes escribir y dudo mucho que sepas hablar en público haciendo que alguien muestre interés en esa basura, vamos que espero que lo de los dientes se te de mejor, porque al público hay que ganárselo xdd y bueno evidentemente no me he leído el discurso entero porque tengo mejores cosas que hacer pero es que tampoco hace falta más que leer un par de líneas aleatorias. Es que eres el puto tostón, esto es un puto insulto, es que sencillamente no se puede ni comparar con el peor de los discursos que me comí el día de mi graduación
Bueno eso, que a pasarlo bien
PS: pff citar a kant, "tatuarnos" xddd por dios, dedicate a los dientes porque joder