Un solo diente

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Ligeia
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Un solo diente

Debajo de la boina campaba un rostro amplio y afeitado de profundas arrugas de expresión y boca retraída sobre unas encías mondas, poco dispuestas a soportar dentadura postiza.

—Ana Cifuentes, encantada, y este es Óscar de Andrés.

—Hola.

El viejo les estrechó la mano con la suya, tan ancha y curtida como su semblante.

—Marcelino Nogales. Ande, vengan, aquí abajo están— ceceó. La joven pareja de periodistas le siguió por la empinada cuesta hasta el fondo del prado. Allí, junto al cierre que les aseguró electrificar con el pastor eléctrico, se encontraban los animales muertos. Cuatro ovejas separadas por cortos trechos, tendidas y espatarradas sobre la escarcha que allí no había llegado a desaparecer. Se aproximaron a la más cercana para ver si, en efecto, mostraba la extraña e inusual característica de aquellos ataques. La lana estaba un poco ensangrentada en los bordes de un profundo orificio en la garganta. No presentaba ningún otro daño. Había que admitir que, realmente, no se parecía a la marca de ningún depredador común, el cual además no se habría ido sin consumir, aunque solo fuera en parte, el cadáver.

—¿Qué? ¿Qué les parece?— el viejo, reclinado, se apoyaba el mentón y las manos en el cayado, como esperando su veredicto.

—¿Qué le han dicho los agentes del SEPRONA?

Óscar se acercó a las otras, pero Ana ya había tenido suficiente, prefiriendo observar al lado del anciano como su compañero sacaba la cámara de fotos y empezaba a trabajar.

—SÍ, vinieron los de la Junta y los del SEPRONA hace apenas una hora, para hacer informes y tomar muestras, pero estaban tan desconcertados como todos. Mire, tengo ochenta y seis años y desde los seis he cuidado del ganado, pero nunca hasta ahora había visto nada semejante.

—¿Y este olor?

—Lo notan ¿Verdad?

—Sí— dijo Óscar dejando un momento de apuntar con el objetivo de la cámara a las reses muertas— es algo así como a plástico quemado.

—Buf, pues ahora no es nada, ya casi ha desaparecido del ambiente. Cuando vine por la mañana temprano para llevar a los animales al pastero, casi no se podía respirar. Y era algo peor que a plástico quemado pero no sabría describírselo, la verdad, algo muy desagradable y agobiante… y el perro no ha habido forma de que se acercara por aquí, es un mastín, se llama Jabato, pues tampoco le había visto tan nervioso y acobardado como hasta hoy…

Ana empuñó el boli y la libreta para empezar a tomar nota.

—Así que es la primera vez que ocurre…

—Pues claro, nunca he tenido conocimiento de que hubiese lobos o perros asilvestrados con un solo diente, que en vez de devorar, chupan la sangre— el anciano había entrecerrado los ojillos azules, como ofendido ante la obviedad del asunto.

—Sí, eso parece, habrá que esperar al informe oficial, y, dígame, ¿Ha pasado o visto algo también raro aparte de esto?

Óscar le sacó una foto de cuerpo entero al pastor, repentinamente callado y pensativo. Se recolocó la boina con parsimonia antes de murmurar como para sí:

—No, nada, excepto… las luces…

—¿Qué luces?

—Bah, nada, señorita… miren, hago quesos ¿Les gustaría probarlos?

—No gracias, no se moleste, pero

—¿Cuándo saldrá el reportaje?

—Mañana, en la sección de sucesos— le contestó el joven— pero mire

—Yo no es por nada, pero tengo unos corderos recién nacidos que ha rechazado la madre y tengo que ponerlos a mamar

—Sí, no se preocupe, ya hemos tomado nota, puede seguir con sus labores, muchas gracias por la colaboración.

—A mandar.

A mitad del ascenso, Óscar se rio entre dientes.

—¿Qué colaboración? En cuanto se le ha escapado lo de las luces, se ha cerrado en banda.

—Ya ¿A qué se estaría refiriendo?

—Ni idea. A lo mejor es que vio en la noche luces extrañas sobre el redil.

—Ya estamos con los OVNIS ¿Cómo te puede interesar ese tema?

—Porque es algo real, mujer. Yo no creo en marcianitos verdes, pero sí en que hay avistamientos de objetos y luces misteriosas de vez en cuando… pero pueden ser cualquier cosa, extraterrestres, experimentos militares, seres de otra dimensión…

—Dios, que mal rollo. No sé cómo puedes dormir por las noches— mientras lo decía, la chica le visualizó en la redacción como en tantas ocasiones, aprovechando los tiempos muertos para hojear sus ejemplares de MÁS ALLÁ de la Ciencia, ENIGMAS y AÑO CERO. A Óscar le encantaban los temas paranormales, seguro que su gran sueño era acabar trabajando para alguna de esas revistas especializadas. Aquella anomalía tenía que ser muy de su gusto y así decidió comunicárselo— Esto tiene que interesarte mucho.

—No te creas; tienes razón, Ana, así sobre el terreno ya no tiene tanta gracia. Esos agujeros eran muy extraños y profundos, a uno de los animales le llegaba al hueso. Acojona pensar en lo que puede andar suelto por estos andurriales buscando sangre.

—Mira— ella le señaló hacia la cuneta donde habían dejado el coche, justo en la cima de la ladera. Había un chico rubio al lado del vehículo, un indígena con botas de goma azules hasta la rodilla y funda de trabajo color verde, en claro contraste con el par de urbanitas menos adaptados al agreste y frondoso terreno.

—Sois los reporteros ¿Verdad? Y venís de ver las ovejas de Marcelino, ¿a que sí?

—Has acertado, chaval— le contestó Óscar amistosamente.

—Yo fui quien avisó al periódico ¿Qué os parece?

—Somos periodistas, no detectives— le dijo Ana, un poco molesta al parecerle que los habían confundido con tales— habrá que esperar a los resultados de todas las muestras e indicios encontrados en el lugar.

—Pero es algo muy raro ¿No? Como lo de las luces y

—Sí, las luces— la chica tomó la palabra al vuelo— ¿Qué pasa con ellas?

—¿Qué os ha contado Marcelino?

—Mañana lo sabrás, pero de las luces no quiso hablar.

El chico resopló por la nariz y levantó los hombros.

—Es que ellas eran lo que daba miedo antes, pero al menos no atacaban como esto.

—¿Cuándo fueron vistas? ¿De noche? ¿Desde cuándo?— Ana ya tenía de nuevo la libreta en ristre.

—¿Cómo son?— apuntó Óscar.

—Hace como tres semanas que empezaron a verse, ahí, en las cumbres, de madrugada. Como resplandores muy intensos, eso dicen, yo no las he visto, pero los que sí las vieron se asustaron muchísimo.

—¿Sólo como resplandores, sin ninguna forma definida?

Al oírle formular aquella pregunta, Ana ya se imaginó que Óscar estaba pensando en los típicos platillos voladores con forma de sombrero y luces abajo, en el fuselaje. El chico rubio asintió con un ajá.

—Ah sí, y los que tenemos granjas y establos por aquí, bueno, a dos les han desaparecido los perros guardianes, animales fieros, imaginaos, pues por la mañana solo estaban el collar y la cadena… y no han encontrado ni el menor rastro de ellos por mucho que han buscado… aunque creo que ya sé que les ha pasado…

—¿Qué?— dijeron los dos casi a un tiempo.

—Venid conmigo y os enseñaré algo… mi padre tiene cabras y acabo de encontrar a una que faltaba desde ayer.

El joven tenía un tractor pequeño allí aparcado. Se metieron en el coche expectantes y lo siguieron. Tras un corto recorrido, abandonaron la carretera secundaria por una pista de tierra que acabó desembocando en una granja caprina. Dejaron los vehículos en la entrada, el chico abrió el candado del largo portal y en lugar de hacia la nave central les condujo hasta uno de los cobertizos anexos. Desde sus casetas les observaban sin ladrar dos grandes perros.

—Están asustados, hay algo que no les gusta en el aire, lo notan…— les informó el chico mientras abría la puerta metálica.

El interior sombrío del cobertizo de bloques de cemento y techo de uralita guardaba diversos aperos agrícolas y garrafas de combustible y desinfectantes. Sortearon una carretilla de mano mientras su guía les señalaba un rincón al fondo.

—Está ahí, contra la pared. En comparación, lo de las ovejas no es nada.

Se toparon con el cadáver de una cabrita joven, de pelaje marrón-rojizo, pequeños cuernos arqueados y perillas colgantes bajo la mandíbula. Comprobaron al instante que estaba plana, vacía, eviscerada por completo a través de un perfecto corte recto desde el esternón a la ubre. El chico se acuclilló y, cogiéndola por los cuernos, le levantó un poco la cabeza para que viesen el profundo tajo que mostraba también en la garganta, por el que le habían extraído toda la lengua, y le alzó los párpados para mostrarles que además faltaban los globos oculares.

—Y ni una gota de sangre, por supuesto— remachó.

—¡Joder!— se le escapó a Óscar mientras sacaba veloz la cámara de la funda que le colgaba al cuello.

—No, no quiero que le saquéis fotos, aunque la podéis incluir junto con las ovejas cuando escribáis sobre los animales mutilados.

—Pero esto es diferente— observó Ana— parece que aquí actúan dos tipos de merodeadores. En el caso de las ovejas podría tratarse de un animal, no sé, a lo mejor alguno mutante o deforme, pero tras esto hay sin duda alguien inteligente… esos cortes parecen hechos con un bisturí… y los ojos tan bien extraídos, sin dañar los párpados, esto es imposible para cualquier animal.

—¿Y quién sería el bestia que le haría semejante cosa a un pobre animal?

—Alguna secta de pirados— apuntó Óscar— o algún experimento secreto…

—¿Experimento? ¿Pero que se podría sacar de provecho en hacerle esto a una cabra? No tiene mucho sentido… pero bueno, ehh…

—Carlos.

—Mira, Carlos, esto seguro que será investigado, no os preocupéis, si hacemos el suficiente ruido, no podrán evitar hacerlo.

—Hay otra cosa que me asusta. No solo han desaparecido en la zona cabras y perros ¿Creéis que esos locos se atreverían a hacerle lo mismo a una persona?

—¡Eso es muy fuerte!

—Es que hay un vecino que tiene una granja de pollos y un trabajador empleado para atenderla. Un polaco que vagabundea por la comarca haciendo chapuzas y reparaciones. Él le contrató hace un año y no tenía queja de él. Hace dos noches cargaron unos camiones de pollos y él se quedó cerrando la granja. Cuando el dueño fue por allí a la mañana siguiente, se encontró su moto tal y como la había visto horas atrás, como si ni siquiera se hubiese pasado por casa a echar una cabezadita. Le llamó y le buscó pero nada, no estaba tampoco en la casa donde vive solo. Nadie le ha visto desde entonces. Mañana va a ir al cuartel de la Guardia Civil a dar parte de su desaparición.

—Que chungo— Óscar intentaba olvidar las ganas de fotografiar a la cabra que vigilaba de refilón, sin dar crédito a los destrozos que presentaba.

—Aunque a veces bebe de más, a lo peor se ha caído en alguna zanja u oquedad del bosque— sugirió entonces el chico.

—Las posibilidades más obvias son las más probables— confirmó Ana.

Era hora de regresar con la jugosa noticia. Carlos les indicó que podían salir directamente a la carretera más arriba, siguiendo el camino sin dar media vuelta. Lo que no les dijo es que aquella pista de un solo sentido terminaba en una bifurcación. Igual que habían hecho para decidir quién conduciría durante el viaje, echaron a cara o cruz el camino a tomar. La moneda eligió la izquierda y un cuarto de hora después estaban desorientados por completo. Como era finales de noviembre, la noche no tardó en cerrarse.

—Este lugar me pone los pelos de punta— Ana contemplaba las frondosas cunetas de la estrecha y ondulante carretera en la que habían terminado, pero que ya se les asemejaba más conocida— tienes razón, me hace pensar en lo que puede estar ahí rondando en la oscuridad.

—¿Sabes esa serie que no me pierdo nunca, Expediente X?

—Sí, he visto algún capítulo.

—Ahora parecemos Mulder y Scully— bromeó el fotógrafo, divertido. Ella le sonrió la gracia— La verdad es que todo esto me recuerda a unos casos de animales desangrados que han ocurrido en Costa Rica.

—¿Ah, sí?

—Vas a flipar. Dicen que podrían haber sido causados por un bicho bípedo con un solo diente al que llaman… adivina.

—¿Cómo lo llaman?

—Chupacabras.

—Por favor. A esa cabra le hicieron mucho más que chuparle la sangre, además, creo que la falta de ese líquido se ha debido a que la mataron en un sitio y luego la dejaron en otro.

—¿Y las ovejas?

—A ellas sí que les extrajeron la sangre por el agujero del cuello.

—¿Crees que hay relación?

—Sí

—¿Y con las luces o resplandores?

—También.

—Del chupacabras se dice que puede ser un ente extraterrestre.

—Seguro que se trata de un perro enfermo y aquí lo mismo.

—¿Y las luces? No pensarás que son los focos reflejados de alguna discoteca.

—Por poder…

Un repentino golpe le hizo a Óscar perder casi el control del coche mientras Ana intentaba sujetarse al salpicadero. Frenó justo antes de salirse de la vía y chocar contra el tronco más cercano.

—¿Qué ha pasado?

—Hemos atropellado algo, mira que tremendo bote ha dado el coche, le hemos pasado por encima. Pásame la linterna de la guantera.

Óscar se apeó del automóvil y se agachó para revisar los bajos. Ana se inclinó hacia el asiento del piloto, a ver que se encontraba. Él volvió a levantarse al momento:

—Pues no, es un reventón, había un trozo de rama y se ha clavado en el neumático. Sí, lo sé, este era el de repuesto. En fin, mira, hace como un kilómetro me pareció ver la luz de una casa o granja, espero que sea lo primero, porque voy a ir hasta allí a ver si tienen un teléfono ¿Vale?

—Pero es un buen trecho a pie.

—No te preocupes, tú quédate aquí, a lo mejor para algún buen samaritano. Intentaré no tardar mucho.

Después de mirar cómo se alejaba, Ana intentó entretenerse repasando sus notas y apuntes pero cada vez se sentía más nerviosa. Volvió a dejar la libreta junto al bolso en el asiento de atrás y decidió salir un rato del coche. Se apoyó en el lateral y miró al cielo. Sobre su vertical, una estrella fugaz arañó por un instante la bóveda estrellada. Sin querer, regresó a los extraños sucesos, esas reses mutiladas, a los perros y el tipo polaco desaparecidos como si se los hubiese tragado la tierra. No iba a pasar ningún coche, seguro, pues recordó las palabras del chico sobre que la gente había empezado a evitar venir al monte de noche a no ser que hubiese una extrema necesidad en sus naves ganaderas.

Miró el reloj, había pasado casi media hora. Le pareció demasiado tiempo y los nervios cada vez se parecían más a un ataque de miedo, como cuando era niña y la pequeña Anita era encerrada en los cuartos a oscuras por los sádicos de sus hermanos mayores. Tenía que ir a buscar a Óscar, ver donde se había metido, maldita sea, pues la luna estaba casi llena y se veía bien el reluciente asfalto a seguir. Aunque la aterraba, no era capaz de apartar de su cabeza el hecho de que se encontraba en el lugar y en la hora favoritos de unas inhumanas entidades desconocidas para practicar disecciones, deseó intensamente que no se tratara de vivisecciones, y alimentarse chupando sangre.

De repente, tras una de las abundantes curvas escondidas por la espesura, se quedó petrificada, asimilando lo que estaba notando. Intenso, insoslayable, empezaba a flotar en el aire nocturno el extraño hedor con reminiscencias a plástico quemado. No sabía si seguir adelante o volver corriendo al coche. Observando con aprensión el entorno, descubrió una luz algo más abajo, entre los árboles. En la tierra de la cuneta había marcado el derrape de unas zapatillas. Quería llamar a Óscar pero un nudo en la garganta le impedía vocalizar.

Descendió con cuidado la pendiente hacia los helechos aplastados donde estaba la luminosidad. Era el haz de la linterna, allí caída junto al cuerpo de su compañero de trabajo. Óscar estaba tirado sobre el costado izquierdo, con el lado derecho del anorak y el jersey desgarrados, mostrando un profundo agujero en la base del cuello, por encima de la clavícula, los ojos desorbitados y la boca como congelada en un grito ya inútil. La piel lechosa contrastaba con el negro de su pelo y la barba de tres días, pues le habían dejado limpio de sangre.

Cuando volvió un poco en sí del shock, Ana se descubrió corriendo enloquecida hacia el coche, el cual de todos modos no era ninguna garantía de salvación, convertido como estaba en un inútil cajón inamovible. Por el rabillo del ojo vio con horror el telón de un blanco casi sólido que la venía siguiendo, sustituyendo a la negrura boscosa. Se lanzó dentro del vehículo y echó el cierre.

La luz lo inundó todo, pero a pesar del fulgor, no cegaba. Un golpe sobre el capó acompañó a la criatura que acaba de saltar sobre él. Ana pegó un brinco hacia atrás al ver que solo el parabrisas la separaba de un ser pequeño, pelado y grisáceo, de cortas patas y largos brazos de cuatro dedos con uñas curvas, y empezó a chillar desesperada al reparar en sus enormes ojos como semiesferas negras, tan relucientes como vacuas, y en el único colmillo afilado hacia la punta que salía del centro de la ranura viscosa que tenía por boca. Por desgracia, era muy consciente de que ya estaban allí los científicos de las estrellas y su sangradora mascota de un solo diente.

 

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Patapalo
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Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Belagile
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Puntos: 829

El relato me ha parecido bastante original, me encanta la parte en la que el coche se queda parado y Óscar sale a la carretera para buscar ayuda, pese a que saben que hay una criatura que chupa la sangre de los animales, es una escena muy americana en ese sentido y ya lo rematas haciendo que la mujer salga detrás de él. En ese momento el lector, en mi caso yo, piensa: "¿¡Pero qué cojones haces!?" y como no, se lo encuentra muerto, genial. Con esa parte consigues poner un poco de tensión y angustia en la historia porque el principio, aunque me ha gustado el habla tan natural de los personajes, se hace un poco lento. Lo que sí que no he entendido muy bien es la última frase, ¿a qué te refieres con científicos? Igual se me ha escapado algún dato de la historia, míralo a ver, si quieres. Es verdad que al principio al haber tanto diálogo parece que la historia no avanza, y ya sabemos todos de qué se está hablando, aun así me gusta que no se empiece directamente con el vampiro de turno en la escena. De todas formas hay ciertas frases en la entrevista que dan la impresión de estar muy forzadas y rompes con la naturalidad del principio.

Yo que tu repasaría un poco el texto en general porque sí que he visto muchas faltas de ortografía, sobre todo acentos y puntos que deberían ser comas o viceversa y es una pena porque estropean mucho el texto y ya te saca de la historia. También faltan algunos puntos finales en las frases. Si puedes corrígelo porque da la sensacion de que no se ha trabajado bien el texto. En tu defensa diré que cuando uno escribe está tan metido en la historia que no se da cuenta de eso, no se acuerda de corregirlo o, como me pasa a mi, hay faltas que por mucho que lo repasemos no las vemos. También eso es una buena seña, para mí quiere decir que te has sumergido en tu propia imaginación.

Lo dicho, me ha parecido entretenida tu versión americana del relato y la descripción del vampiro me encanta, me recuerda al capítulo de los Simpson en el que Maggie es la hija de unos extraterrestres. 

Te doy 3 estrellas Risa cachonda

Giny Valrís
LoscuentosdeVaho

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

La verdad estoy empezando a pensar que debo tener mal configurado el corrector de word XD aunque es cierto que sí lo he escrito de ese modo emotivo, la verdad me encanta el tema jejeje Para arreglar esos detalles ortográficos, si al primero le dediqué un ratillo al repaso y a este un par de días, al último prometo que lo dejaré en adobo una semana Risa cachonda

En cuanto al final, tal vez debería haber puesto médicos o doctores, pues eso es lo que se imagina la chica que son, unos párrafos más arriba (quien si no andaría haciendo disecciones y desangramientos de seres vivos?). Ella se hace la escéptica, pero en el fondo no puede evitar pensar en la posibilidad inquietante, que aflora en cuanto se ve sola y con miedo creciente.

Me alegro que aún así os estén gustando los relatos. Tomo nota de todo Gafas

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Sanbes
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Puntos: 1273

Buenas.

Es un relato que me ha costado seguir. Recuerdo que leí mucho mejor tu anterior relato La caza que este.

Nada más empezar hay frases que he tenido que releer, como esta: Allí, junto al cierre que les aseguró electrificar con el pastor eléctrico, se encontraban los animales muertos.

Y también este diálogo:  —Marcelino Nogales. Ande, vengan, aquí abajo están— ceceó.

Con este segundo, tras releerlo un par de veces, confieso que me había terminado por gustar. Pues he pensado "Lo dice un hombre de campo, por lo que su lenguaje debe ser muy limitado. De ahí que diga Aquí abajo están, en lugar de Están aquí abajo. Vale guay, habla como una persona real de campo".

Pero luego me he llevado la decepción de ver que no ha sido a propósito, pues todos los personajes hablan de la misma forma.

Se me ha hecho un poco largo, pero creo que con algunas revisiones quedaría muy bien.

Respecto al vampiro, creo que podría pasar más por bestia que por vampiro, pero como chupa sangre, y solo sangre, lo compro, jeje.

También he visto que falta un punto al final de una de las frases. Pero esto lo digo solo por si no lo has visto, no bajo puntuación por esto, jeje. Creo que los relatos que subimos la mayoría han pasado solo la revisión de nuestros dos ojos, o cuatro con un poco de suerte. Se nos pueden escapar estas cosas.  

En definitiva, mi puntuación es de 2 estrellas.

**

 

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Ligeia
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Puntos: 1152

Sí, Sanbes, solo de mis ojos a los vuestros están pasando mis obras jeje. En cuanto a los diálogos, sí, si es a posta, el anciano y, un poco menos, el chico rubio, iban a hablar un poco así, pero luego pensé que a lo mejor daría una impresión descuidada y lo pulí un poco más.

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Ah, sí, es cierto, debería haber puesto "alambrada electrificada" y fuera, por si alguien no sabe lo que es un pastor eléctrico, bueno aquí siempre  le han llamado así XD, una especie de pequeño generador eléctrico que se conecta a las alambradas electrificándolas, para no tener que vigilar que el ganado no se escape.

El ser es vampírico, por supuesto, creo que en este certamen solo se aceptan vampiros de sangre, así que descarto los psíquicos y los energéticos. Este es mi relato moderno, igual que el otro era sobre el origen folclórico de esta figura en Occidente, ahora solo me falta el, digamos, más clasicista.Sonrisa

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Mr. Garlic
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Poblador desde: 14/11/2013
Puntos: 70

Hay varias cosas que me han gustado de este relato, de entrada el título. Que se hable de un solo diente cuando estamos antes un concurso en el que esperas un vampiro llama la atención y crea expectación. Me parece un relato arriesgado. Realmente me parece más un relato de extraterrestres que de vampiros, pero como las bases del concurso hablan de vampirismo y no de vampiros. nada qe objetar. Es una interesante vuelta de tuerca al tema de los extraterrestres.

Lo de que se pierdan con el coche y se les pinche una rueda me ha parecido un poco forzado y demasiado tópico. Pero aun asi no está mal. Concido con lo dicho por algun compaero sobre que alguna frase la he tenido que releer para entenderla.

Le doy tres estrellitasBombillaBombillaBombilla

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Hedrigall
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Poblador desde: 14/01/2011
Puntos: 1132

El relato me ha sabido a poco en cuanto a la historia explicada. Es evidente que los descubrimientos de la primera parte nos deben llevar a ese desenlace, pero esa introducción se hace demasiado larga para una resolución que casi parece casual. La conversación con el primer campesino, luego con el segundo, finalmente el diálogo entre los protagonistas... Son demasiadas escenas dialogadas seguidas cuya finalidad es ir introduciéndonos los elementos claves del relato (primero las ovejas muertas, luego la cabra, luego la especulación con ovnis y el chupacabras). Para describir estos descubrimientos es más fluido intercalar diálogos y descripciones, en mi opinión. 

El relato tiene un aire de anécdota, de accidente, que no sorprende en absoluto.

Lo mejor para mí ha sido el tramo final. Se abandona el diálogo como recurso casi único (diálogo que, curiosamente, ralentiza la introducción del relato en lugar de agilizarlo) y se adentra en narrar la última escena en una clásica tercera persona que resulta ser muy competente, a pesar de que el final se adivina claramente antes.

2 estrellas

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sharkbook
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Poblador desde: 29/01/2013
Puntos: 584

   Un buen relato en el que el uso de los diálogos, muy logrados, te van metiendo en la historia. Una idea muy interesante con un suspense creciente, que da un ambiente tétrico y aterrador a la historia.

   Pese a los muchos errores de puntuación y algunas frases que dan lugar a equívoco y que hay que releer para entender, éste es un relato que me ha gustado más que el anterior trabajo de su autora (La Caza), y la verdad es que me lo he leido del tirón y con gusto.

   Desde el principio me hizo pensar en el Chupacabras, y cuando éste hace acto de aparición casi te hace desear que te hubieras equivocado en las percepciones. Ese giro hacia lo extraterrestre lo dota de lago de originalidad, aunque el aire usado de leyenda contada junto al fuego, casi lo hace aparecer como anecdótico. El coche tirado en medio de la nada, el conductor que va a buscar ayuda y la chica que sale a su encuentro, es algo demasiado utilizado en esas leyendas que digo se cuentan en noches junto al fuego. Quizá se podría haber buscado otra fórmula para llevar la historia por otros caminos menos manidos.

  Pero la he disfrutado y me ha gustado.

 

★★★☆☆

3 estrellas para quienes no puedan verlas.

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Invierno
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Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

Estilo sencillo y efectivo, manchado por algunos errorcillos dispersos, como muchos "qué" sin tilde cuando deberían llevarla, o frases interrumpidas en las que al menos debería haber unos puntos suspensivos.
Creo que, para decir que alguien cecea, sería mejor utilizar una frase donde tenga más oportunidades de hacerlo. En la frase en la que se usa sólo hay dos palabras con ese: "Nogales" y "están". Puede que en otros sitios no sea así, pero donde yo vivo hay mucho ceceo y esas eses en particular se harían como una "h" aspirada. No sé si es el término adecuado para describirlo, pero creo que se entiende. Por ejemplo, luego comienza otra frase con un "Sí", y ahí sería un ceceo rotundísimo. No deja de ser una chorrada y no lo cuento como algo negativo, de todas formas.
Me llama también la atención que la periodista sospeche que pueden haberlos confundido con detectives cuando justo lo que acaba de decir el muchacho es que él ha avisado al periódico.

El relato no comienza mal, crea suspense... pero luego creo que se transforma en, como ha dicho un compañero, "una peli americana", lo que se traduce en recursos muy típicos. No me convence de todo ese final, es una escena y poco más. Luego, el vampirismo lo veo algo secundario.

Me sabe regular, porque detrás veo una buena mano, pero le pongo dos estrellas.

★★☆☆☆

 

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Vampiros del otro lado del charco, una idea interesante. El desarrollo, no obstante, no me termina de convencer. Por un lado, los diálogos del pastor y el joven no me resultan creíbles. Se parecen demasiado al propio modo de hablar de los periodistas y, demás, tienen un lado explicativo que suena artificioso. Luego, toda la presentación de la historia no deja de conducirnos al final que anuncia la propia presentación, lo que le roba el giro del cierre. La tensión del asalto tampoco la veo muy conseguida. Es una escena algo apresurada. También creo que hay demasiadas erratas y, sobre todo, ausencias de signos de puntuación.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Léolo
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Poblador desde: 09/05/2009
Puntos: 2054

Relato entretenido aunque previsible, muy del estilo de los viejos capítuo de Expediente X, que incluso cita a modo de homenaje. Se ve lastrado ortográficamente por la ausencia de varias tildes, así como por lo canónico de su esquema: misterio inicial - pareja de investigadores que se queda aislada - ataque del monstruo. No obstante, cumple con el propósito del certamen, que es el de proponer una historia divertida, y además hace alusión a una de aquellas figuras temidas de nuestra infancia: el chupacabras.

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Aldous Jander
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Poblador desde: 05/05/2011
Puntos: 2167

Hay muchos fallos de forma. Acentos en los "qué" interrogativos y admirativos, en un "cómo", las rayas de diálogo, frases sin puntuar (las de los puntos suspensivos y otras). Algo que he notado es que muchas acotaciones son innecesarias, como por ejemplo en este fragmento: 

Aquella anomalía tenía que ser muy de su gusto y así decidió comunicárselo— Esto tiene que interesarte mucho.

Lo normal sería dejar el diálogo o la acotación (lo que llamaríamos un diálogo indirecto), pero no las dos.

Los diálogos son quizá poco creíbles, siempre hay que trabajar esto (porque por otro lado es una de las cosas más difíciles que hay, dominar la voz de los personajes).

La historia en sí es simpática (X-files mola) pero está incompleta. Algo succiona la sangre de los animales. ¿El qué? Una criatura gris envuelta en luz. Para mí eso sigue siendo el planteamiento o como mucho el nudo, todavía me falta mucho para cerrar la historia, por mucho que el principio haya sido muy, muy largo. Acerca del "hombre/agente/industria farmacéutica/monstruo/bestia/loco/cosa" que chupa la sangre, los periodistas hacen suposiciones muy alocadas y sin verdadero fundamento, pero estas no se confirman en ningún momento. ¿De dónde viene el bichito gris? ¿Qué pretende? ¿Por qué hace lo que hace y por qué de esta manera? Dado que ya sabíamos que algo así iba a pasar desde mucho antes en el relato y no presenta ninguna sorpresa que justifique el final abrupto, este (el final) debería traer una revelación o un giro de la trama, por lo menos una explicación (porque el "han venido a desangrar a nuestras cabras"... no sé, no se sostiene por sí solo).

Por entrar en la temática y enfocarla con originalidad, le doy al relato 2 estrellas.

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L. G. Morgan
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Poblador desde: 02/08/2010
Puntos: 2674

Empieza muy bien, con la investigación que te mete de lleno en el misterio y la dosificación de la información, que conduce a las deducciones de los protas.

Luego, como ya han dicho, se vuelve un poco la típica peli, en la que siempre te dan ganas de gritarle al chico: "no vayas, idiota, que ahí está el malo esperando", y a la chica: "¡pero no te quedes sola!. Mujer, que a él le van a matar y luego vienen a por ti"... Risa Pero me gusta el enfoque diferente de este vampiro chupacabras.

Faltan tildes y signos de puntuación antes y después de las rayas de diálogos y antes de interrogación.

2 estrellas.

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jane eyre
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Poblador desde: 02/03/2009
Puntos: 10051

Vale, este es de los relatos que te dejan con cara de: ¿Y? Me ha gustado que la autora fuese honesta y no buscara un giro para desdecirse de la posibilidad extraterrestre peeeero, creo que me hubiese gustado más el que la criatura descrita fuese el científico de las estrellas y no su mascota.

La idea de mezclar vampiros con extraterrestres me ha resultado original y la trama fluye con naturalidad.

Mi puntuación es de 3 estrellas.

 

 

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Dersu
Desconectado
Poblador desde: 26/01/2009
Puntos: 343

Se lee con agilidad y está escrito con corrección, pero resulta demasiado previsible. Sigue un esquema muy manido y no he encontrado nada que me estremezca o me llame la atención. 

2 estrellas.

¡No disparen, soy gente!

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