Encuentros sospechosos

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Lord_Ruthven
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Poblador desde: 28/06/2013
Puntos: 929

Borja abre los ojos a una claridad molesta, con pereza, mira el reloj; son las cinco de la tarde. Su cabeza le duele como si cien enanos la golpearan desde dentro con martillos puntiagudos; tiene una de las peores resacas de su vida. Intenta recordar la noche de ayer, como lo intenta casi todos los domingos, pero esta vez tiene suerte; el recuerdo es excepcionalmente claro. Recuerda que sale de fiesta y, cansado de los mismos lugares de siempre, decide vivir una aventura. Vestido de negro de los pies a la cabeza, con unos vaqueros ceñidos y la camisa de los funerales, Borja, va a un bar gótico. Recuerda como se encamina hacia allí con miedo y aprensión. No frecuenta esos lugares. Él es un chico bien que va sitios de gente bien, no a bares de mamarrachos, drogadictos, ni invertidos. Piensa que los góticos son gente rara y peligrosa, inadaptados, gente de barrio bajo, sin clase ni dinero. Pero aun así representa la aventura, el fin de la monotonía y Borja, como todos, necesita hacer alguna locura de vez en cuando.

Llega al bar y entra, se queda asombrado del tipo de gente que hay ahí; tipos altos, delgados y pálidos, vestidos de negro de la cabeza a los pies. Las mujeres en cambio son la sensualidad pura: faldas muy cortas o pantalones muy ajustados, corsés, medias de fantasía y piercing juguetones en las labios y lengua. Abrumado por tanta novedad, por el ruido rítmico y ancestral de la música, se acerca a la barra; pide un chupito que engulle de un trago y una copa de bourbon. Intenta bailar, integrarse en el ambiente, al segundo whisky, no se sabe cómo, pero está hablando con una belleza salida de un cuento de Poe. Una preciosidad maquillada de blanco y unos colmillos de vampiresa asomando entre unos labios carnosos.

Todo esto recuerda Borja. Recuerda aún más, como van a hostal, como juguetona y desvergonzada, recorre cada centímetro de su piel, sin tan siquiera quitarse los colmillos ni aun para jugar con las partes más intimas y recónditas de su cuerpo. Esa mujer es la lujuria y el misterio, gestos tranquilos y medidos pero decididos y directos a las zonas de placer.  Borja recuerda destellos de una noche de sexo salvaje y prohibido en medio de una bruma de licor. Y al acabar ella se va. Nada le dice ni le pide, ni teléfono, ni e-mail. No hay adioses, ni un ¿te volverse a ver? o un ¡llámame mañana!. Sencillamente desaparece, misteriosa, solitaria, tan sólo deja tras de sí un nombre que Borja intuye falso; Tatiana. Y luego, en su soledad pasmosa, el júbilo del sexo celebrado con otra copa, u otras dos, o quizá cinco, los recuerdos se hacen borrosos, luchando en su cabeza con un dolor cada vez más pronunciado.

Por fin, con los sentidos embotados y el estomago revuelto se levanta de la cama. Va al baño, donde ve su rostro en el espejo, un rostro pálido y ojeroso. Se encuentra mal, sí, pero no solo por la bebida, algo en su cabeza le atormenta. En el fondo de su ser su conciencia de niño bien se revela contra lo que hizo anoche. Se acostó con una completa desconocida, con alguien de quién no sabía nada. Ese no era él, ese no era Borja. Él era un hombre educado y con clase, alguien que no se acuesta con desconocidas en la primera cita. “La tía de ayer era una guarra, una de esas que, casi sin mediar palabra, se lleva al primero que pesca a la cama y se larga sin decir nada. A saber a cuántos y a quiénes se habría tirado”. Borja empieza a sentirse mal, los remordimientos y el miedo le asaltan. Se encuentra mal, quizá no sea sólo el alcohol, quizá esa tía le haya pegado algo raro, ladillas o algo peor. “¿Qué clase de mujer es esa que ni tan siquiera te da su nombre? ¿Qué degenerada sale a la calle disfrazada de vampiresa y no se quita los colmillos ni para hacer el amor? ¿Quién aguanta semejante incomodidad sólo por morbo?” Un miedo atávico e irracional asalta a Borja, “¿Y fuese una vampiresa de verdad? ¿Qué otra explicación hay?” Borja se pone nervioso, empieza temblar y un ligero sudor frío le invade. Algo oculto en su mente sabe que ha hecho mal y le tortura con el miedo. Borja sacude la cabeza. “No, no puede ser, eres un hombre adulto. Los vampiros no existen y lo sabes, deja de pensar tonterías, siempre que bebes piensas tonterías”

Borja intenta olvidar, intenta que su día transcurra con normalidad. Pasa el resto de la tarde viendo la tele, intentado alejar pensamientos oscuros de su mente y luchando contra el malestar y la jaqueca que le aprisionan. Cuando empiezan las noticias se da cuenta de que son casi las nueve de la noche. Se ha levantado a las cinco y el día se le ha ido volado, ni tan siquiera ha comido, no le entra nada en el estomago. Entonces una nueva chispa de oscuridad aflora en su mente; se ha levantada tarde, muy tarde y no ha sentido hambre. Sabe que los vampiros se levantan tarde y que no se alimentan si no es de sangre. Movido por un impulso estúpido corre a mirarse en el espejo. Sus colmillos son normales, pero su rostro sigue pálido y ojeroso. Casi sin querer, obedeciendo a sus impulsos más que a la razón, acaba consultando foros y blogs sobre vampiros, hombres lobos y otros seres oscuros. Descubre asustado que cuando se hace el amor con un vampiro el humano se transforma también en vampiro. Se asusta más aún y empieza sudar. Sabe que usó condón y que por tanto nada puede pasarle “¿O sí? ¿Es totalmente fiable? ¿Podría un condón protegerte de un vampiro? Si es un virus lo que causa el vampirismo tiene que ser un virus terrible, tan terrible que a lo mejor una fina capa de plástico no es capaz de contenerlo” Sigue leyendo, asustado, historias de hombres enterrados con ladrillos en la boca, mirando hacia abajo, con hierros atravesándoles el pecho. Sabe que toda leyenda tiene su viso de verdad y empieza a asustarse de veras. ¿Y si se ha infectado? En medio de un terrible nerviosismo decide irse a la cama, es tarde, la madrugada ha avanzado bastante. Mañana será otro día y su cerebro, libre de resacas, se habrá desecho de pensamientos y temores estúpidos.

Ya en la cama sueña, sueña que despierta convertido en vampiro, nota como al pasar la lengua por sus dientes los colmillos son largos y afilados, tan afilados que se hace un corte en la lengua. Empieza a sangrar y a beber ansioso su propia sangre. En medio de ese sueño busca asustado un espejo, pero éste no devuelve su reflejo. Suda, corre en su cama y se agita histérico. A pesar de no ver su reflejo en el espejo sabe que ha cambiado, que no es el mismo, que es un ser salvaje y sanguinario, un depredador sediento de sangre. Rojo, todo en su sueño se vuelve rojo, ríos de sangre le rodean, sangre que cae deslizándose por la paredes, sangre que brota de los grifos, que sale a borbotones de los desagües y el retrete. Ese humor carmesí, ese olor dulzón, esa pestilencia de coagulo viscoso le invade penetrando por su nariz. Grita, grita y se despierta asustado, envuelto en sudor y con el corazón saliéndose del pecho. ¡Un sueño!, ¡sólo ha sido un mal sueño!, Borja intenta aplacar su nerviosismo y dormir de nuevo.

Amanece para Borja, otra vez a las cinco de la tarde y con mal cuerpo. Sigue sin encontrarse bien del todo. La noche ha sido agitada; una noche de pesadillas y horrores, una noche de visiones espantosas. Pero no solo está agitado por los productos delirantes de su mente, tampoco se encuentra bien físicamente; tiene frío y está algo mareado. Su cabeza aún tiene un dolor sordo que se resiste a desaparecer.  Se dirige hacia el baño, con miedo, con un miedo que, acurrucado en un rincón de su mente, dirige sus pensamientos. Se mira de soslayo al espejo.; su rostro aún se refleja, Borja suspira aliviado aunque no le gusta lo que ve. Sigue pálido y sus ojeras crecen. Tiene mal aspecto, el aspecto de un hombre enfermo. Tiene frío y se encuentra débil. Decide que debe comer algo. Ante el vacío que llena su nevera se viste y baja al bar de enfrente. Pide un bocadillo de morcilla y se lo come con el ansia de una persona que lleva más de treinta horas sin apenas probar bocado. Disfruta embelesado del sabor de esa masa, caliente y especiada, que se forma en su boca. Al acabar de comer un sobresalto invade su mente. “¡Morcilla! He comido morcilla ¡Maldita sea! ¡Sangre!, frita, sí, pero sangre. ¿Qué me ha llevado a pedir morcilla, ¿Por qué no unos calamares?” El miedo, casi ya el pánico, vuelve a invadir su mente. La situación comienza a desbordarle, se está obsesionando con algo que no tiene sentido, pero aun así no puede evitarlo. No es dueño de sus pensamientos y el miedo a convertirse en vampiro se ha anclado en su mente. Puede que sea un miedo sin sentido, irracional, pero los miedos no siempre obedecen a la razón, y la mente de Borja está sucumbiendo al pánico. Su inconsciente ha tomado el control y la razón de Borja es incapaz de hacerle frente. De nuevo en su casa intenta tranquilizarse. No se siente a salvo, tiene miedo de sí mismo, de lo que habita en su interior. Tiene miedo de transformarse en un monstruo, de sufrir las consecuencias de unos actos poco recomendables. El miedo y el remordimiento se alían contra él. Necesita distraer su mente, sus miedos, dejar que la sensatez recupere de nuevo el control. Intenta distraer sus pensamientos, y para ello, lo mejor que se le ocurre es empezar a ver pornografía. Un instinto primario como el sexo debe poder de vencer a otro tan primario como el miedo. Funciona, rápidamente se excita, tanto que casi sin querer empieza a tocarse, cuando se da cuenta lleva ya un buen rato. Es una tras de otra. En ese momento el miedo contraataca; un centelleo de memoria aparece en su cabeza, ayer leyó en un foro que los vampiros son muy promiscuos. La angustia vuelve a su ser. Debería estar contento por su potencia, no preocupado por ella. Pero aun así se asusta, se viste apresuradamente y comienza a andar nervioso por la casa. Mil ideas inconexas pasan por su mente. Ideas absurdas sobre vampiros, sobre enfermedades que se transmiten sin saber como, ideas de culpa por fornicar con desconocidas, por juntarse con gente extraña. Impulsivamente coge una botella del mueble bar y echa un trago de whisky que le quema la garganta. Cree encontrarse algo mejor y toma otro trago, una copa siempre viene bien para templar los nervios. Quien dice una copa, dice media botella. Esa noche Borja vuelve a acostarse borracho.

Borja amanece, tiene mal cuerpo, le duele la cabeza y está cada día más pálido y ojeroso, el whisky de ayer le ha hecho poco bien. Tiene hambre; descongela en el microondas un filete, y lo hace a la plancha.. Disfruta de la carne, carne tierna que se deshace en su boca, se deleita con el jugo que suelta la ternera, moja el pan en ese liquido sanguinolento de la carne poco hecha y lo saborea como un manjar. Cae en la cuenta, ha vuelto a probar la sangre, está vez sangre liquida. Y la ha disfrutado. No es grave, no debería ser grave, a mucha gente le gusta la carne poco hecha. Pero no a él. Siempre le ha parecido una guardería, algo asqueroso más propio de lobos que de hombres. Asqueado, se lava los dientes, con energía, intentado exorcizar el asco y el miedo. Intentado limpiar algo más que su dentadura, casi intentando conjurar algo sucio, algo maligno. Al escupir la pasta ve sangre en su esputo. Se mira preocupado al espejo, las encías que rodean sus colmillos están sangrando. Mira fijamente sus caninos, no cabe duda, son ligeramente más largos que ayer; están creciendo y él se está convirtiendo en un vampiro. Su aspecto no deja lugar a dudas, sus dientes son más largos, su piel más pálida, está ojeroso e incluso el blanco de sus ojos tiene un marcado color rojizo, con venas que lo surcan en todas direcciones. Además esta su exigua dieta de los últimos días; la morcilla, el filete sanguinolento... A Borja ya no le cabe duda, se está transformando en vampiro; no es fácil asumirlo, nota como se marea, como la tensión sube, como su sangre golpetea sus sienes; le cuesta respirar, está al borde del ataque de ansiedad. Su cabeza es un torbellinos de pensamientos desordenados, una cacofonía de miedos y temores. Un sudor frío recorre su cuerpo tembloroso. El pánico se apodera de él, se encuentra mal, sabe que la muerte le acecha, que tiene que morir para ser un no muerto. Tiene miedo a morir. En un impulso salvaje vuelve a coger la botella y bebe, bebe como un animal. Se imagina convertido en vampiro, se imagina sin poder volver a ver la luz del sol, sin ver a su familia, se imagina matando a los suyos, haciéndoles daño, se imagina vivir una eterna soledad, ser un ser maldito, rehuido por todos, odiado. El terror y la desesperación alcanzan un punto que Borja ya no soporta, ya no teme la muerte; teme la resurrección.

Solamente queda una salida.

* * *

Es sábado por la mañana, Luisa está sentada en la cocina de su humilde apartamento. Sobre la mesa tiene abierto el periódico y en mano sostiene una taza de café. Está contenta de no haber tenido que madrugar, cada vez le resulta más insípida su vida diaria y ese insulso trabajo de administrativa. Distraída lee el periódico; una noticia llama su atención:

 

“Supuesto vampiro encontrado muerto”

“Ayer se encontró el cadáver de un joven llamado Borja. J. L. El finado fue encontrado en su casa con la pata de una silla clavada en el pecho. Según una nota de suicidio pensaba que se estaba transformando en vampiro y decidió poner fin a su vida para evitarlo. Al parecer el joven rompió una pata a una de las sillas del comedor, tras llenar su boca de dientes de ajos, se dejo caer sobre la punta astillada de la improvisada estaca haciendo que ésta se le clavara en el corazón. Fuentes medicas señalan que el joven presentaba, no sólo grandes cantidades de alcohol en sangre, sino restos evidentes de haber estado bebiendo de forma compulsiva en los últimos días. El aspecto del joven era blanquecino y demacrado, al parecer debido una inadecuada alimentación y el abuso del alcohol. Lo más sorprendente del caso es que al parecer sus colmillos si presentaban una longitud ligeramente superior a la media. El equipo medico cree que puede ser fruto de una fuerte autosugestión, al parecer el paciente era fácilmente impresionable y estaba diagnosticado como hipocondríaco”

 

Luisa se rió y cerró el periódico.

—La gente está mal de la cabeza, —pensó.— En fin. lo mejor es disfrutar un poco de la vida, a la porra malas noticias y a la porra esa mierda de trabajo. ¡Hoy es sábado y toca divertirse!. ¡Preparaos chicos, una noche más Tatiana sale de caza!

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Belagile
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Poblador desde: 09/12/2013
Puntos: 829

Buenas.
En general me parece original la perspectiva que tiene este relato de exponer el vampirismo.
Sin embargo creo que hay muchas frases mal estructuradas, comas que son puntos y puntos que no están, así como palabras y expresiones que se repiten constantemente y ahogan al propio texto.
Es sí es una historia simple, sencilla, bien estructurada y con un final algo cómico pero que podría haber estado más logrado.
No me ha entusiasmado mucho, pero animo al escritor a seguir por ese camino, puliéndolo un poco creo que saldría un buen relato.

Le doy 1 estrella.

Giny Valrís
LoscuentosdeVaho

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Bestia insana
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Poblador desde: 02/05/2013
Puntos: 1928

Edito para añadir una cosa

Otro relato escrito a toda pastilla y casi sin mirar la pantalla, como temiendo que se agotara el rapto de inspiración(o la hora de tiempo disponible); hay faltas para llenarse los bolsillos (incluso una divertida “guardería” en lugar de “guarrería”). El principio me ha gustado, por eso me he animado a continuar (y porque ya son varios los relatos que me he dejado a medias), pero la primera parte se hace muy larga. Eso sí, no me esperaba reencontrar a Tatiana en la última frase, eso me ha gustado.

2 estrellas

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Sanbes
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Poblador desde: 16/10/2013
Puntos: 1273

Un relato que mejora a medida que avanza, pero hay un par de detalles, que por mucho que mejore no consigue arreglarlo.

Para empezar, se ve muy clara la mano del autor guiando a Borja hacia donde a él le interesa. Y esto es algo que el lector nunca debe de darse cuenta. Por ejemplo, nos cuentas que el protagonista se dirige a un club gótico a la vez que pone a parir a esta gente. Y que lo hace para vivir una nueva experiéncia. Pues bien, creo que nadie va a un sitio que detesta por muchas nuevas experiencias que quiera vivir. Sí que me lo creería si acompaña a un amigo a ese club, o si decide ir porque a pesar de todo las goticas le ponen cachondo

Tampoco se me hace creible que sea un chico autodominado adulto, con facilidad para beber alcohol, pero que se sienta tan mal de tener sexo con una desconocida. Si el chico hubiera sido cura, pues ya sería otra cosa.

La parte final mejora bastante, y me encanta que su vampirismo sea la causa de ser hipocondriaco (aunque creerse haber tenido sexo con una vampira real solo porque no se quitó la dentadura es más de enfermedad mental. Y de las serias para clavarse una estaca, jaja)

Creo que salvando estas cosas (siempre bajo mi punto de vista)
podría ser un relato muy digno

Mi puntuación es de 2 estrellas.

★★☆☆☆

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jane eyre
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Poblador desde: 02/03/2009
Puntos: 10051

Lo primero decir que le falta un último pulido porque hay palabras de menos, otras cambiadas y la ausencia de un buen puñado de tildes.

Me ha gustado que el enfoque del vampirismo se haya abordado desde la perspectiva de alguien que cree estar convirtiéndose en uno. Peeeeeeeeero, el final, al ser tan abierto, me ha dejado completamente fría.

Mi puntuación es de 2 estrellas.

 

 

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Cruz Diablo
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Poblador desde: 09/07/2013
Puntos: 488

Me ha parecido una gran idea que ha caído un poco en su ejecución. Original y gracioso, me ha mantenido todo el rato con una sonrisa, pero está claro que habría que repasar bastante la ortografía. Hay alguna cosa que se me ha hecho un poco forzada, como lo de que se vaya él solo al bar gótico cuando los detesta, pero en general está bien hilvanado con su hiponcondría, me gusta cómo ahonda en su personalidad psicótica al comer morcilla, ver porno, etc. Personalmente, le cambiaría el título (puede parecer una tontería) y que use el pasado cuando hable del pasado y el presente cuando hable del presente (por ejemplo cuando se despierta el domingo es presente, vale, pero se me hace raro que al recordar la noche anterior siga usando presente, y luego vuelve al presente, pero cuando vuelve a recordar la noche anterior es pasado).

Le doy 2,5 estrellas, pero si hubiera estado escrito con mayor corrección le habría dado mucho más.

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Léolo
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Poblador desde: 09/05/2009
Puntos: 2054

El relato no está trabajado, lo que le resta muchísimo valor. Redunda en expresiones que no aportan, sino que describen. El relato ha de hacer sentir, fluir, expresar y nunca describir sentimientos con insistencia, ni mucho menos hacerlo redundante y enroscado en sí mismo. Es una pena porque la historia de fondo podría haber dado para un relato interesante. Animo, no obstante, a que el autor le dé un buen repaso y sanee ese nudo que pretende generar angustia, pero que resulta algo tedioso. 

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sharkbook
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Poblador desde: 29/01/2013
Puntos: 584

   Relato claramente falto de una exhaustiva y minuciosa revisión. Muchos errores con los signos de puntuación, falta de palabras y numerosas repeticiones a más de construcciones mal trazadas y engorrosas. Una curiosa "guardería" por "guarrería", producto inequívoco de esa ausencia de revisión previa, aunque no es el único ejemplo.

   Un claro intento del autor por generar una angustia que no se crea, es más, en ocasiones es hasta cómico el ver hacia dónde le están llevando sus obsesiones. Sobran explicaciones en algunos tramos y, sin embargo, faltan en otras: no me ha parecido creible el hecho de que fuera al bar de góticos si no le gustaban. Yo no lo haría y creo que nadie en su juicio, sino es porque lo obligan.

   El hecho de ser hipocondriaco tampoco da explicación suficiente a creerse convertido en vampiro; algún tipo de demencia quizás, pero no este argumento. Sin embargo, el relato no está ausente de cierta originalidad, lo que le suma algún punto.

   El final abierto ofrece toda una gama de resoluciones, lo que en algunos casos no está mal, aunque aquí, yo hubiera sido más claro, pues la historia lo necesita. Un relato muy mejorable.

 

★★☆☆☆

2 estrellas para quien no pueda verlas.

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Hedrigall
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Poblador desde: 14/01/2011
Puntos: 1132

El peso del relato, lo que debe darle cuerpo y sentido, recae en la obsesión del protagonista. En como la mente le juega una mala pasada sin motivo racional alguno. Sin embargo, ese devenir de sensaciones en las que va perdiendo la cabeza hasta su final resulta poco natural, haciendo al personaje poco creíble. 

Las descripciones redundan en exceso hasta el punto de ralentizar (casi paralizar) el relato. La nula credibilidad del personaje se basa en expresiones como: «¿Y fuese una vampiresa de verdad? ¿Qué otra explicación hay?», «Sabe que los vampiros se levantan tarde» , «Si es un virus lo que causa el vampirismo tiene que ser un virus terrible, tan terrible que a lo mejor una fina capa de plástico no es capaz de contenerlo». Son construcciones que entrañan una ingenuidad increíble en una persona adulta; la única explicación que esperaba pudiera mantener cierta coherencia es la de una enfermedad mental seria del protagonista a la que no se hace referencia.

Además de las erratas ya señaladas por los compañeros, quiero apuntar las constantes repeticiones que delatan la ausencia de un repaso:  "Levantada-levanta»,  «Se siente mal-se encuentra mal», «impulso,impulsos» , «reflejo-espejo, espejo-reflejo»,   «sentido-miedo,  miedo-sentido»... Son tantas y tan seguidas entre sí que creo posible se hayan escrito a propósito; si ese fuera el caso, decir que no denotan un juego de palabras sino poco léxico.

Dicho esto, la idea me parece buena y el final ajustado y sorprendente. Es un relato arriesgado, en el cual si el descenso a la locura del protagonista no consigue transmitir, (el núcleo entero de la narración) entonces el efecto queda en nada.

2 estrellas.

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

XD Solo te ha faltado llamarlo Borja Mari. El relato es hiperbólico pero dentro de una normalidad mayor. Conmigo ha funcionado muy bien aunque se perciben las prisas: hay bastantes erratas, algo que es tónica general del concurso y, bueno, de los concursos en general. Creo que le hubiera venido bien un punto más de trasfondo al protagonista y un punto menos de explicaciones sobre lo evidente, pero, en cualquier caso, confieso que me he reído en más de una ocasión.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Coincido en los errores ortotipográficos y leves incoherencias, sin embargo, la historia me ha gustado y también me ha hecho sonreir en algún momento. Tres estrellas:

 XXX

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L. G. Morgan
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Poblador desde: 02/08/2010
Puntos: 2674

Bueno, eso de que los chicos bien no se acuestan con desconocidas... juas, juas... Lo que ya cuadra más es que después la considere una guarra y empiece a preocuparse sobre lo que haya podido pegarle. También está bien la transformación de Borja (jolín, ya te vale, nombre tópico para un pijo Risa cachonda ) y su tortura interna, necesaria para creer el final. El problema es que llega a hacerse un poco repetitivo, con remordimientos continuos y las mismas preguntas sobre alimentos y colmillos. Yo recortaría un poco después del sueño, que ya es lo bastante explícito para retratarle el inconsciente.

El final desvela el enfoque, muy original, del relato.

2 estrellas.

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Aldous Jander
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Poblador desde: 05/05/2011
Puntos: 2167

Caña a esos pijos Risa cachonda. Me ha hecho gracia el nombre, la morcilla, la hipocondría, pero me ocurre lo que a los compañeros, que el nudo se me hace reiterativo y largo, mientras que el final no hace todo su efecto (no me atrevo a decir si es bueno o malo que sea un final abierto). Además las faltas ortográficas son muchas...

Pesándole mucho sus fallos (que sin embargo son fáciles de corregir en el futuro) y por lo que aporta en originalidad, le doy 2 estrellas.

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Invierno
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Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

El texto necesita un repasillo. No es una plaga terrible, pero hay problemas con tildes y comas y un "guardería" que debería ser guarrería.

Ha comenzado regular, para mí. Eso de sentir de pronto ganas de vivir una aventura e irse a un sitio que detesta para rodearse de gente que odia... pues no lo pillo. No le veo sentido alguno; hay mil cosas que hacer en la vida, un millón de locuras que no implican hacer algo así. Es como si yo un día digo: "Odio a muerte las lentejas, pero quiero vivir una aventura, así que voy a comerme tres platos. ¡Carpe Diem!"  Creo que el autor debería haber buscado otra idea de llevar al personaje a ese lugar.
Luego, se nota que Borja está bastante desequilibrado. Hay detalles tan tremendamente exagerados que terminan sacando una sonrisa, como lo de la morcilla, el condón o el porno por distracción, lo mejor del relato, para mí. Lo malo es que se hace largo y reiterativo, y termina cansando.
Le doy dos estrellas.

★★☆☆☆

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Dersu
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Poblador desde: 26/01/2009
Puntos: 343

Considero que el relato ganaría con un buen repaso para pulir la redacción, pero me he reído mucho con ciertas ocurrencias y en conjunto me gusta cómo las obsesiones del protagonista irrumpen en su cotidianidad mediante la exageración y el absurdo.

Opino que la reaparición de Tatiana es innecesaria, es un recurso fácil y manido, no aporta nada y ya había quedado claro que a Borja le falta un regón.

3 estrellas.

¡No disparen, soy gente!

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