En el clavo
Todo parecía un libro normal. Una investigación concienzuda, unos datos elegidos delicadamente, unos personajes muy trabajados y una trama circular que ofrecía una fácil lectura. Un futuro best seller como los otros. Era mi noveno libro y el último de la saga. Unas tramas paralelas inconclusas me permitirían continuar con el trabajo y un blog en internet perfectamente alimentado que mantenía a los fans en estado de espera.
Pero algo sucedió. Algo oscuro desaté. Algún secreto oculto que nunca, nunca debería haber sido conocido.
Los libros giraban en torno a un investigador privado al que le encargaron realizar pesquisas en torno a la desaparición de una joven. Nada del otro mundo. Pero poco a poco iba girando hacía temas más y más oscuros y al final se concluye que una organización secreta con tentáculos en el poder mundial estaba controlada por seres oscuros y demoníacos. Todo sacado de diversas novelas, juegos de rol y videojuegos. Una trama que había enganchado a multitud de seguidores tanto en España como en el resto del mundo. Había conseguido hacerme rico, vivir de la literatura y firmar contratos millonarios con diversas agencias publicitarias y una productora que iba a llevar la serie a la televisión o al cine, aún no lo sabían.
Pero, como he dicho, debí, sin saberlo, dar en el clavo.
La presentación de mi última novela se iba a realizar a lo grande. Tras ello iba a firmar libros y a hacer una sesión fotográfica para la prensa. Todo muy normal. Desde el segundo libro la gran mayoría de fans eran góticos, aficionados a lo oculto: vampirismo, licantropía, y demás ciencias ocultas. Durante un par de horas en las que mi muñeca se movía por inercia, me había deleitado con infinidad de dedicatorias, a cual mas extraña. Pero la guinda del pastel llegaría al final. Un tipo de unos 45 años, totalmente fuera de lugar, vestido como un ejecutivo de cualquier gran empresa, elegante pero anticuado, se acercó con unos papeles. Una de las muchachas de la organización le dijo que debería adquirir un ejemplar de mi novela si quería un autógrafo. Él la miró y ésta se apartó inmediatamente, como guiada por un extraño impulso. Se acercó con los papeles, los colocó encima de la mesa y señaló un espacio con su dedo. De repente algo extraño sucedió. Todo se oscureció, como si las luces hubieran desaparecido. Sólo veía el papel, la cara del hombre y su mano. De su dedo índice salía una enorme y amarillenta uña terminada en punta. El papel antes en blanco, ahora tenía una sola palabra, que esa monstruosa garra señalaba. "Gracias". La luz volvió y el hombre había desaparecido. Ahora la hoja tenía un frase escrita, cuyo significado era aún más extraño y terrorífico: "ahora todo comenzará".
En ese momento, guiado por una sensación de desasosiego, di por finalizada la sesión. Mi redactor, así como los dueños de la librería discrepaban, pero yo no podía seguir con aquello. Algo en mi interior me estaba forzando a irme de allí rápidamente. Agarré mi abrigo, mi mochila bandolera y mi Ipad, y desaparecí. Cogí el primer taxi que encontré y me fui a mi piso.
Nada más llegar, me di una relajante ducha y, seguidamente, me acosté con la intención de pasar el resto del día en la cama. Un dolor invadía mi corazón y no me dejaba respirar. Por mi cabeza giraban una y otra vez aquellas palabras. "Gracias" y "ahora todo comenzará". ¿Qué significaría todo aquello? ¿Sería una broma? Todo señalaba en esa dirección, pero algo en mi interior decía que aquello ocultaba algo más siniestro.
Enseguida lo descubriría.
El sonido de mi teléfono me sacó del ensimismamiento. Era una amiga. Me preguntó sin más preámbulos si estaba bien. Sí, le respondí. Entonces me dijo que pusiera las noticias, cualquier canal. Y eso hice. Al momento descubrí la razón por la que mi amiga me preguntaba aquello. Un espeluznante incendio había arrasado toda una manzana de edificios en el centro. Entre los lugares que habían ardido estaba la librería. Escalofriante. Hacía una hora que yo mismo había estado sentado dentro de ese edificio y ahora no existía. Apague la televisión y llamé a mi editor. El teléfono no daba señal. Un mal presagio recorrió mi espalda. Enseguida recibí una llamada. Era de la oficina editorial. Luis, había fallecido totalmente calcinado, al igual que medio centenar de personas más allí dentro. El incendio había sido fulminante. En tres minutos toda la zona se había convertido en una pequeña parcela del infierno.
Pero aquello no había hecho nada más que empezar.
Al entierro asistimos únicamente un pequeño grupo de familiares y algún que otro amigo. No era muy sociable a pesar de su profesión. Todo fue muy triste, muy oscuro. Yo decidí sentarme en la parte de atrás de la pequeña ermita donde se oficiaba el acto. Delante de mi un hombre de unos cuarenta años, perfectamente trajeado,tomó asiento. Inmediatamente todo volvió a suceder. Todo se oscureció y las voces tanto del sacerdote como del resto de asistentes dejaron de existir. El hombre se giró, se levantó y se sentó a mi lado. Yo estaba aterrado y totalmente paralizado. De repente una voz grave comenzó a salir de la boca de aquel ser.
"Gracias por tus servicios. Ahora todos saben de nuestra existencia. No sabemos como has conseguido esa información, pero tampoco nos importa. Somos Vampiros y durante miles de años hemos intentado pasar desapercibidos. Libros, películas y juegos de rol han hablado sobre nosotros con más o menos acierto, pero lo tuyo fue como si nos conocieras de toda la vida. Al principio pensamos aniquilarte y usar nuestros poderes para hacer olvidar al mundo tu existencia, pero pensamos que quizá podrías ayudarnos. Y lo has hecho. Con creces. Ahora nada nos podrá parar. Ha empezado una nueva era donde los humanos son las piezas de caza y los Vampiros los cazadores, dueños y señores de todo. Y gracias a ti".
Todo volvió a la normalidad, relativamente. Me encontraba fuera de la ermita y esta ardía por los cuatro costados. Los gritos del interior me pusieron la piel de gallina. Pero no era lo único que era pasto de las llamas. A lo lejos varias columnas de humo se levantaban. En mi mente resonaban como tambores esas palabras. "Ha empezado una nueva era. Gracias a ti". Grité y salí corriendo de allí.
Por toda la ciudad el caos se había desatado. Monstruos sedientos de sangre atacaban a todo ser vivo que se cruzaba por su camino. El fuego y la sangre inundaban todo y los cadáveres se amontonaban en las calles. Todos los vampiros me ignoraban. En lo más profundo de mi alma necesitaba que alguno de aquellos seres me desgarrara la garganta, llenara su cuerpo con mi sangre y muriera y así podría escapar de aquello. Aquello que yo había desatado. Pero nadie le hacía caso. Corrí intentando huir de,..., todo.
De repente la solución apareció en mi mente. Si ninguno de aquello engendros quería acabar con mi vida, el suicidio era la solución. Y conocía el lugar adecuado: la azotea de mi edificio. Ocho plantas sin posibilidad de salvación.
Ascendí lo más rápido que pude, deseando poner fin a aquello, quizá demostrando ser un cobarde por no plantarle cara. Yo había desatado la ira de aquellos demonios, pero no había sido a propósito. Pero aún así me sentía culpable.
Llegue a lo alto, respirando entrecortadamente. Y sin pensarlo, corrí en dirección al borde. Pero algo me paró en seco: mi amigo de nuevo se encontraba allí. Me dirigí a él, como guiado por una fuerza desconocida.
De repente todo volvió a cambiar, pero esta vez no se oscureció todo. Me encontraba en mi casa, delante de mi ordenador. Sabía que era aquello. La primera vez que me puse ante el teclado para comenzar mi obra, la culpable de todo. Pero encima del teclado un papel con una letra que ya conocía. "Te doy la oportunidad de volver atrás. No escribas nada".
Podía volver atrás y que todo aquello no sucediera. Yo sería un hombre normal. Ni famoso, ni conocido. Simplemente un parado más en este país. La duda me corroía.
Y, sin pensarlo, comencé a escribir de nuevo....
Relato que tiene un problema con las comas, pues las hay que sobran y faltan en algunas frases. Nada que no se pueda solucionar con un repaso a la caza de las comas.
La historia está bien escrita. No cuesta leerla y es entretenida.
Lo malo es que se hace muy difícil creer aquello que sucede. Por un lado, ¿qué demonios escribe para que los vampiros decidan salir a la luz? ¿Por qué los vampiros han estado tanto tiempo ocultos y ahora, de pronto, deciden mostrarse al mundo? El "amigo" del protagonista le dice que ahora éste les ayudará. Pero no se sabe en qué les va a ayudar.
Creo que para mostrar una revolución vampiresca debería de haber algo mucho más gordo que una simple novela en la que parezca que les conocen muy bien.
Es por eso que se lee este relato como algo tan solo entretenido.
El final me ha parecido lo más original. Y es lo que más me ha gustado del relato.
Mi puntuación es de 2 estrellas.