Una nueva oportunidad.

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PRICHI14
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Cesárea de Galilea

Otoño del año 28 D.C

Estaba sentada en su cama mirando a lo lejos por la ventana, que dejaba ver una excelente vista desde allí, su cabeza era un mar de pensamiento, no podía creer lo que acaba de escuchar, surgió una halito de esperanza en medio de un corazón ya roto por cada vez que se vio burlada. ¿Realmente esta vez seria cierto?, ¿Tomaría ese riego?, bajo la mirada a sus manos descoloridas, no era fácil lo que ella estaba viviendo, pero se las había arreglado para llegar al día de hoy. Suspiró una vez más intentando recobrar el dominio de su cabeza. Sé levanto de la cama y caminó despacio hacia su tocador se miró en el antiguo espejo de bronce bruñido  y vio reflejado las mellas de la enfermedad que padecía.

— ¿Por qué sería diferente esta vez?— se preguntó a sí misma. Mientras se preparaba para salir tras su solución los recuerdos inundaron su mente, hacía doce años padecía una enfermedad incurable, nadie supo porque la contrajo, pero del momento que recibió una herencia no paro de invertir el dinero en una posible cura, la herencia venia de unos antepasados que ella no tuvo la dicha de conocer, un poco de dinero llenaba el vacio de estar sola, enferma y sin amor. Su enfermedad era condenada por la sociedad en que vivía, las mujeres en periodo menstrual eran llamadas impuras, y llamaban impuro a toda cosa o persona que esa mujer tocaba, este periodo apenas duraba unos cuatro días pero en ella había durado doce años. Recordaba lo desesperada que se sintió en la visita al primer médico que consultó, era uno de los más prestigioso de la cuidad de Cesarea.Casi podía sentir aquellas dolorosas palabras como si fueran hoy.

— Buenos días — dijo el médico mirándola a los ojos.

— Buenos días—contestó algo avergonzada.

—He analizado su caso detenidamente, lamento informarle que usted padece de Metrorragia.

— ¿Meto... Qué es eso?— preguntó confundida como si el cerebro le pedía a gritos la clave de esa palabra.

— Usted tiene una hemorragia de la matriz, que nada tiene que ver con el periodo menstrual—contestó serio el doctor.

— Entiendo— asintió, midiendo sus pensamientos

—Antes que nada quiero decirle que no puedo seguir atendiéndola, no sería justo para mi reputación si alguien se enterara de...

— Entiendo— dijo algo molesta, ella no quería que una vez más le soltaran en la cara las ridículas normas sociales.

— Déjeme decirle también que su enfermedad...— dudó un momento y dijo—no tiene cura. Señora temo decirle que le queda poco de vida.

— Gracias— dijo dejando rápidamente el consultorio.

Se estaba muriendo, poco a poco fue la frase desesperante que como resultado disparó en ella una necesidad ferviente de ir en busca de alguna solución, ella no quería morir, no así, sin poder saber lo que era vivir una vida sin... esa enfermedad.

Visitó cientos de médicos, cada uno con una visión diferente de la enfermedad, pero con el mismo resultado, no había cura. Cuando más cerca estaba de una posible solución, la cruda realidad abofeteaba su cara y la empujaba al vacio cien metros más abajo.

Lo más desesperante para ella eran los métodos y alternativas más descabellados que se vio realizando. Un médico le hizo probar miles de tónicos y pócimas astringentes, con un sabor tan feo que cuando debía tomarlos pensaba en que era eso o la muerte segura, cuando se dio cuenta que no había efecto alguno, se sintió morir en una profunda y amarga oscuridad. Después de un mes de dejarse morir en su lecho intentó con una tercera opinión, este  médico le aconsejó llevar durante todo el verano en una bolsa de lino un huevo de avestruz bajo su vestidura y así lo hizo, cargo con ese bulto caluroso y pesado como un gato, sin ver resultado alguno.

Luego de haber llorado a mares por la desesperación y la humillación, se gastó las últimas fuerzas y dinero que le quedaba en ir a ver una adivina, ésta después que escuchó sus males, le juró y le perjuró que sus dioses la curarían, pero para ello debía encontrar un grano de maíz blanco en el excremento de una mula, y solo así sanaría. Se vio tan avergonzada de solo pensarlo que desistió de la idea de andar hurgando en excrementos ajenos. Sin fortuna y sin esperanza se marchó a su casa dispuesta a esperar el resultado que tanto temía. Al final la enfermedad ganaría, le había quitado todo su belleza y las esperanzas de una nueva vida.

Dejando de intentar hundirse más en la miseria, esa mañana se vistió y decidió ir a dar un paseo, nadie la reconocería, nadie sabría que ella era la inmunda. Al salir de su casa se dio cuenta del hermoso día que era, el sol brillaba intensamente y su calor era exquisito, sentía como sus pulmones se llenaban de un aire renovado, caminó a paso pausado unos 50 metros, anhelaba ir al mercado y recorre los muchos puestos de ventas y comprarse lo que quisiera, pero recordó que no tenía dinero.

Se dirigió hacia una plaza cercana desistiendo de la loca idea de ir de compras, se sobresaltó de emoción al ver un grupo de gente discutiendo acalorados, no escuchaba bien de que hablaban pero ¿que importaba? Si lo que ella quería que nadie la llame inmunda .Se acercó curiosa al círculo donde provenía la algarabía.

— ¿Cómo que sana?—oyó preguntar a una mujer regordeta de acaloradas mejillas.

—Sana. Hecha fuera demonios y muchas maravillas más— se jactó el hombre.

— ¿Cómo Sabes tú eso?—preguntó la misma mujer.

— Lo he visto con mis ojos— dijo señalándolos— al parecer todos dicen que es una clase de hechicero.

— ¿Un hechicero?— sé preguntaban todos.

—Otro charlatán—intervino ella en la conversación.

—Mmm... Yo no estaría tan seguro, verdaderamente sana a las personas y los atormentados son libres— siguió jactándose el pequeño hombre.

—¿ Dónde lo puedo encontrar?— sé escuchó así misma que preguntaba.

— ¿Es que acaso no ha escuchado de él?— le preguntó bufándose de ella uno de los tantos que estaban ahí.

— Calla Simón y deja que Alfeo nos diga dónde podemos encontrar al tal hechicero— dijo la mujer regordeta de acaloradas mejillas.

— Que no es un brujo— retrucó Alfeo— se hace llamar Jesús el nazareno y se encuentra en Capernaum es allí donde le vieron zarpar.

—Gracias — dijo apenas siendo escuchada por los demás, se alejó a toda prisa intentado que su corazón no se desbocara, ella sabía que ese tal Jesús podría sanarla, esa seguridad no provenía de algo superficial, provenía de un corazón deseoso de encontrar la salida.

Con lo poco que le quedaba viajó hasta Capernaum, dispuesta, decidida a reclamar lo que tanto deseaba.

Al cursar el gran rio llegó a la hermosa ciudad, se dispuso a buscar información, lo primero fue acercarse a cada lugareño preguntándole del tal Jesús.

Una anciana casi sorda le señalo que estaba a orillas del rio, rodeado de una gran multitud. Se dirigió al lugar indicado sin perder más tiempo.

Al llegar deslumbró la gran multitud y se maldijo por dentro cuando recordó que no había pedido referencia alguna de las características físicas de Jesús, ¿Cómo lo reconocería?

— Quítese—le gruño un hombre que pasaba casi por encima de ella, tan alarmada por la brusquedad decidió seguir al hombre que con tanta urgencia de seguro buscaría al mismo Jesús.

Ella observó perpleja al hombre cuando se inclinó hasta el suelo, y le pidió a gritos que lo acompañara, al parecer su hija de doce años había fallecido. Ella palideció, sabía que aquel hombre podía sanarla lo creía en lo profundo de su corazón, vio que Jesús se levantó y seguía al hombre corpulento y con él toda la multitud, ella se escabulló entre la gente como pudo y en su mente solo había una frase “si tocare solo su manto seré sana” una y mil veces soñó con ese momento, la sanidad. Así lo hizo con empujones en su contra logró tocar el manto y al instante sintió como el flujo ya no estaba.

Noto que el dueño del manto detuvo su marcha y comenzó a hacer preguntas.

— ¿Quién ha tocado mi manto?— preguntó a la multitud.

— ¿Qué dices?, una multitud te apretujea y preguntas quien te toco?— le contestó con preguntas uno de los seguidores.

— Es que he sentido que poder ha salido de mi— decía estas palabras mientras buscaba entre la multitud.

Después de luchar con un sinfín de sentimientos agolpados en su cabeza ella se postró a los pies de Jesús, aterrada, avergonzada y sumamente agradecida, confesando que había sido ella la que tocó su manto.

Como ella no levantó la vista, Jesús tomó su rostro e hizo que lo mirara a los ojos, en ese mismo momento parecía como que el tiempo no existía, solo ella y  su sanador. Se limitó solo a mirarlo pero en su interior quería bailar en sus brazos, abrazarlo llena de gratitud por haberle quitado esa horrenda carga de su vida. El tiempo volvió a su curso cuando èl le dijo:

—Tu fe te ha sanado, ve en paz.

Esa frase le dio no solo paz sino la gran seguridad que el flujo no volvería jamás. Sana se dijo para sí misma, sin beber brebajes  inmundos, sin rituales ridículos, Sana por el poder y el amor de Jesús su Sanador.

Nadie sabe como siguió la vida de esta mujer, nadie cuenta si lo siguió a Jesús en agradecimiento o solo fue a vivir una vida que nunca espero tener, seguramente fuera cual fuera su decisión debió ser maravilloso.

Saber que una vida llena de aventuras prometedoras estaban a un paso, la hizo reflexionar, debía cambiar su manera de pensar, debía ser más honesta y de ahora en más debía cuidar bien su dinero para ayudar a los demás. Ahora sí podría frecuentar lugares que en doce años no pudo. No se supo mas de ella, pero sí de Jesús dicen que murió en una cruz por amor a la humanidad, fue vituperado, maltratado hasta que encontró una muerte y que por esa sangre nosotros tenemos entrada libre a su presencia.

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Olethros
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Poblador desde: 20/06/2015
Puntos: 352

En lo formal, necesitado de una revisión seria, profunda e intensa.

En cuanto al fondo, la posesión no se ve, por más que se cite con disimulo y de forma indirecta.

Mi calificación es 1 estrella.

Ceterum censeo Carthaginem esse delendam... ;oP

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Ya desde el principio me quedó claro que estaba ante el episodio bíblico de la hemorroísa sanada por Jesús de Nazareth, preguntándome dónde aparecería en tal historia un asomo de posesión... bueno, como me temía, es inexistente, no he visto posesión por ninguna parte y sí numerosos errores ortotipográficos, geográficos: el pueblo de Cafarnaúm se encontraba junto al Lago Tiberíades, no junto al "río" (supongo que se refiere al Jordán) y anacronismos: las casas de la época no tenían amplias ventanas, los diálogos del médico y su consultorio totalmente fuera de lugar... en fin... no me explayo. Una estrella:

*

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Sanbes
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Poblador desde: 16/10/2013
Puntos: 1273

Un relato que, como bien han indicado, necesita unas buenas revisiones por parte del autor.
Primero indicar que me resulta chocante empezar un relato en el cual nos indica que nos encontramos en el siglo I y después leerlo como si nos estuvieran contando una historia actual. Al menos hasta el momento en que se nosnhabla por primera vez de Jesús.
Salvo por la frase en la que dicen que puede salvar a uno de los demonios, no he visto posesión por ninguna parte.

1 estrella.

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Ibrahim Adarga
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Poblador desde: 23/02/2015
Puntos: 135

Estoy de acuerdo con los comentarios sobre la necesidad de una revisión formal.

He intentado aislarme de ello para poder disfrutar el contenido, y me ha gustado el planteamiento: un mundo donde tener la regla está mal visto y la protagonista la tiene siempre. También me resulta simpático considerarlo como una historia de posesiones, porque me obliga a abrirme y... ¿por qué no?

Sin embargo, falla la estructura: el prolijo planteamiento da paso a un nudo muy acelerado y a un desenlace tipo deus ex machina (literalmente) que no cierra claramente la evolución de la protagonista.

El final parece contener un mensaje ideológico que desvirtúa el contenido literario. Eso sí, quizás me equivoque y haya algo de cachondeo en el hecho de que Jesús cure a alguien de dudosa fe, cosa que me hubiera gustado, pero no parece que vayan por ahí los tiros..

Puntuación: 1 estrella.

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Molu
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Poblador desde: 16/11/2015
Puntos: 243

Me parece que hay algunos problemas de puntuación. Oraciones muy largas que encierran varios conceptos diferentes. Veo también un problema de contexto. En el año 28, en Cesárea ¿se saludaban con "buenos días"? "He analizado su caso detenidamente, lamento informarle que usted padece de Metrorragia." Parece un diagnóstico moderno, dentro del actual paradigma médico. No hace falta aclarar que el paradigma médico del siglo I era otro bien diferente. Por ejemplo, la distinción entre médico y adivino no creo que fuera tan clara como la que tenemos hoy en día. 
No me resulta creíble que una mujer tan dolida como la protagonista, se convenza de la nada de que Jesús puede curarla.
Estoy de acuerdo con Ibrahim de que al final del relato se percibe un tono ideológico que le resta valor al texto. Esperaba algún giro al final, pero no. En su lugar queda un mensaje propagandístico.
De acuerdo con los otros comentaristas: no veo posesión.
1 estrella.

 

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Mzime
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Poblador desde: 01/02/2016
Puntos: 352

El trabajo presenta algunas deficiencias formales que requerirían revisión. Desde el punto de vista argumental, es la transposición de uno de los milagros de Cristo y parece un tanto extraño que el autor, pudiendo hacerlo, haya elegido el de la hemorroísa y no el de la sanación del poseso en la sinagoga de Cafarnaún. No aprecio en el texto concurrencia de posesión y por eso, tal y como vengo haciendo, no lo valoro. 

"Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina acompañado", (proverbio masái)..

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Bestia insana
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Poblador desde: 02/05/2013
Puntos: 1928

El autor casi no parece conocer más signo de puntuación que la coma, falta un puñado de tildes y sobran otras. Cesárea digo yo que será Cesarea, Capernaum será Cafarnaúm. Se podría ver posesión por parte de Dios, que se enseñorea del alma de la hemorroísa, supongo. El final sí que resulta un tanto embarazoso.

* estrella

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Hedrigall
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Poblador desde: 14/01/2011
Puntos: 1132

Aparte de las fallas formales, soy incapaz de apreciar la temática, aunque sí el torpe ánimo proselitista.

 

1 estrella.

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L. G. Morgan
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Poblador desde: 02/08/2010
Puntos: 2674

Está mal escrito. Faltas ortográficas, signos de puntuación inadecuados o inexistentes, incluso alguna que otra errata fruto de despiste, como letras cambiadas de lugar. Por otra parte, se observan incongruencias: la visita al doctor tal como está descrita es impropia de ese tiempo y lugar, el médico habla como lo haría uno actual, incluso le facilita un cuadro diagnóstico como si tal cosa. El resto del relato se lee penosamente, debida a la deficiente redacción. Y la posesión no está, por más que uno quiera buscarla.

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Lis
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Poblador desde: 07/12/2015
Puntos: 209

Este es un concurso y, desgraciadamente, ni todos los relatos pueden ganar ni todos pueden formar parte de la antología porque compiten entre sí.

Si tuviera que elegir trece relatos entre los presentados al certamen para publicar una antología sobre posesiones, éste no entraría en mi lista de preseleccionados tras la lectura de todos ellos.

No se ajusta al tema de la convocatoria y además, por comparación con el resto, le costaría muchísimo más que a otros contribuir al éxito de la antología mediante una historia llamativa, calidad literaria o tirón comercial.

★★☆☆☆

Sin embargo, siento muchas ganas de escribir por parte del autor o autora y le animo a que siga haciéndolo. Ojalá me permita leer otras de sus obras en próximas ediciones del concurso.

¿En qué puedo ayudarte?

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LCS
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Poblador desde: 11/08/2009
Puntos: 6785

También leí hace tiempo este relato, pero no lo comenté para no decir más veces lo mismo.

La sensación que tuve, después de leer este relato, es que se trataba de una parábola. La autora se ha basado en la Biblia para contarnos esta historia un tanto desaliñada. Es lícito que cada uno busque los argumentos donde le convenga, pero lo que ya no me parece tan lícito, al menos, en un relato (no ya en una parábola) es la moralina del último párrafo. El fin de un relato no es el adoctrinamiento moral o religioso.

Mi puntuación: una estrella y media.

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Este relato es más bien un remake de un pasaje bíblico, pero que además se ha ejecutado sin mucho acierto ni en el apartado formal (hay muchos errores sintácticos y ortotipográficos), ni en la ambientación (que tiene sus anacronismos, entre otras cosas).

Por otro lado, no tengo ningún problema con la introducción de temas religiosos en la literatura. Quo vadis?, por ejemplo, me pareció una buena novela en su día. Pero creo que hay que afinar más el valor literario para que los textos se consideren propiamente literatura. Si no se hace, queda la sensación de que no están en el lugar adecuado. En este caso, la sensación se acentúa porque no hay posesión, y mira que hay unos cuantos pasajes bíblicos que podrían haber dado juego...

Es llamativa también la cantidad de relatos de este corte que las convocatorias de terror atraen. Al menos las nuestras.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

Creo que coincido con el resto de comentarios sobre este relato. Por mi parte, como no veo posesión por ningún lado (y mira que la esperaba, teniendo a Jesús como estrella invitada), no lo voy a puntuar.

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