Revelaciones

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E.J.Morgan
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Poblador desde: 01/02/2016
Puntos: 10

Sonó el interfono.

-Buenos días, señor Presidente.

-Buenos días. ¿Está todo preparado?

-Tal como ordenó.

-Gracias, Nikolai. Descanse.

Se estiró sobre la cama unos segundos, antes de levantarse. Se deshizo de las sábanas de seda, y descorrió las cortinas. Así, recortada su figura desnuda al sol de la mañana temprana, resultaba apolíneo, casi podría haber sido tomado por un dios. Pero no. Sólo hay Uno.

 Lo sintió desperezarse en algún lugar recóndito de su alma. Poco a poco notó cómo su sustancia divina se expandía por su cuerpo, colonizando sus brazos y sus piernas, tomando el control de cada articulación, de cada falange. No era una sensación desagradable. Lo había acogido en su seno con amor, y Él lo había nombrado su heredero, el Elegido.

Sus ojos, y tras estos los de Dios, observaron la ciudad helada. Todo aquello era suyo ahora. De los dos. Cada esquina, cada piedra y cada persona estaban en su poder. Así se había escrito, y así debía ser. Se avecinaban momentos importantes. Los más importantes de la historia del mundo. Y él estaba en el centro de todo. Era el elegido. América y Europa estaban ya subyugadas, pero ahora admirarían de verdad su poder. Él, y no Obama, ni Merkel, ni ninguno de esos insectos blasfemos representaría a la Humanidad en los ejércitos del Señor. El Creador estaba con él. Había hecho tanto esos años, había ascendido desde la nada, todo por la Obra de Dios. Recordaba la llamada como si fuera ayer.

Olía a muerte por todas partes. El gas se había disipado ya, pero los cadáveres flotaban en un hedor ocre que penetraba con saña. Era difícil caminar sin tropezar con los restos de los soldados, corrompidos por el gas. Era muy joven, pero ya se había acostumbrado a los olores de la guerra. No flaquearía. Contempló el cielo carmesí, respiró profundamente, y comenzó a recoger chapas de identificación. Lo hacía de forma sistemática, sin dedicar un solo instante a pensar en los cadáveres como personas. Eran solo números, para él. Cada uno significaba un paso adelante en la lucha por la supremacía de los que por derecho la merecían. Los alemanes, los ingleses, los americanos y los italianos podían pudrirse en su Occidente decadente. Las nieves volverían.

Llevaba un rato trabajando perdido en sus pensamientos cuando uno de los cuerpos llamó su atención. Estaba tumbado boca abajo, pero con la cabeza girada en un ángulo absurdo. Había visto cientos de cuerpos, y jamás había podido contemplar un rostro semejante. La piel de su cara había desaparecido casi por completo, como devorada por un ácido, pero mitigaba la fuerza aterradora de la mueca de horror y dolor abismales que habían seguido al soldado después de la muerte. Se recompuso, tragó saliva, y se dispuso a buscar sus placas. Pero al levantarlo… Bajo el cuerpo del soldado había un hongo como no había visto nunca. Una pequeña cabeza iridiscente cubierta de cortos cilios que parecían sostener millones de gotas microscópicas de agua. Se quitó la máscara para observarlo más de cerca. Entonces, con un susurro quedo, el hongo vibró, y miles de diminutas esporas flotaron en el aire. Se apartó sobresaltado, pero las esporas siguieron su movimiento, como si tuviesen vida propia, y no pudo sino inhalarlas. Rápidamente notó como subían por sus fosas nasales y profundizaban en su cerebro. Sintió una sacudida eléctrica, y se sumió en un profundo éxtasis. Millones de imágenes se sucedieron, continuadas pero simultáneas, penetrando su alma en tropel. En lo que dura un instante, imperios se levantaron y cayeron, reyes envejecieron y murieron, las montañas se hicieron antiguas bajo la vigilancia sempiterna del Ojo. Allí estaba Dios, sobre todos y todo, esperando el día en que sus huestes enfrentarían por fin los ejércitos malignos del Caído. “Vladimir”, dijo, “, toma mi mano, y lleva a los míos a la victoria.”. Y él lo abrazó como a un padre, un hermano, y le dio su cuerpo y su fuerza. Se consagró a su Señor.

Ahora estaba tan cerca que casi podía oler la victoria. Pronto las mesnadas angelicales marcharían gloriosas por la tundra nevada, y surgirían vencedoras entre los demonios caídos. Se puso el uniforme y desayunó un mendrugo de pan y un vaso de agua helada. No necesitaría más. En su interior, Dios se relamió. Era la hora.

Bajaron, y subió al coche que lo llevaría a su nuevo palacio.

-Un día magnífico, ¿no es verdad, señor Presidente?

-Magnífico sin duda.

Cuando llegaron al salón este se hallaba ya abarrotado. Más allá de las puertas abiertas de par en par se agolpaba el vulgo, impaciente por ver a su presidente. Para ver al Zar.

Se sentó digno en el trono, henchido de vigor y fe. “Todos ellos son nuestros”, le decía Dios mientras el Arzobispo seguía con su perorata. “Qué sabe él. Y dice que intercede por el Señor. El Señor somos nosotros”. Cuando acabó, se acercó a él con la corona entre las manos.

-En pie.

Se levantó del trono, pero en lugar de arrodillarse, tomó la corona de manos del Arzobispo, y la ciñó a su cabeza. “Eso es”. Sonó un estruendo, pero no cedió. El público se alborotó. Observó el exterior a través de las puertas abiertas. Pero aquello no era una lluvia de fuego. Eran esporas. Miles, millones de esporas caían como nieve fosforescente. Haciendo caso omiso de la muchedumbre, corrió a la calle. Las nubes se congregaban, oscuras y turbulentas. Algo sonaba allí arriba, como un rugido profundo. “Eso es”. Las nubes se abrieron en girones, de los que se extendieron gigantescos tentáculos ciliados que fustigaron a la multitud con latigazos enloquecidos. Las esporas comenzaron a crecer, y a transformarse en horrendas arañas que devoraron a los hombres con fruición. Pronto el aire estaba cargado de un denso vapor de sangre. “¿Qué es esto, Señor?”. Las nubes se disiparon, y pudo verlo: un ente gigantesco, algo que parecía orgánico, y a la vez no podía ser de este mundo. ¿Qué clase de Dios permitiría algo así? El ser desplegaba sus tentáculos inmisericorde, y los cuerpos podían contarse ya seguramente por miles. “Mira”. Dios tomó el control. Abrió los brazos, y le hizo mirar al horizonte. Horrorizado, intentó gritar, pero Él lo impidió. Su cuerpo ya no era suyo. Y allí, en el cielo, cientos de seres alienígenas cubrían hasta donde la vista alcanzaba. “Así es como acaba. Es Armaggedon.” Y Dios se desprendió, desgarrando su lóbulo frontal, y destrozó sus pituitarias para emerger de su nariz con un torrente de sangre caliente que describió un precioso arco. Dios se unió a los suyos por fin en la última batalla. La Humanidad levantó la vista por última vez.

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Olethros
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Poblador desde: 20/06/2015
Puntos: 352

En cuanto al aspecto formal, texto limpio y agradable de leer pero que presenta problemas con los signos de puntuación, especialmente en el caso de las comas, con frecuencia. El asunto guiones convencionales en lugar de las rayas de diálogo tal vez sea un problema de formato, pero el autor sabrá.

En cuanto al estilo, rápido, fornido, ajustado al tema y que lo acompaña mientras hace más interesante la lectura. Quizá algún adjetivo que otro no terminan de ajustarse del todo al tono y salen un poco hacia terrenos más floridos, pero el autor sabrá.

En cuanto al fondo, hay posesión. El autor la usa para contar una historia con derroteros diferentes al concepto pero está, sin duda. La trama no parece compacta ya que, tal y como termina, no queda claro (al menos no le queda claro a este lector) para qué la posesión (o simbiosis) si, al final...

Mi calificación es 3 estrellas.

Ceterum censeo Carthaginem esse delendam... ;oP

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Bestia insana
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Poblador desde: 02/05/2013
Puntos: 1928

Para empezar el relato me parece demasiado corto para todo lo que se quiere contar, va muy rápido, sobre todo al final. La parte que más me ha gustado es aquella en que el autor se toma su tiempo para describirnos el hongo (por cierto que yo no me habría quitado la máscara para examinarlo :). Luego me parece que habría ganado si se desarrollara en un lugar y momento imprecisos, creo que ubicarlo en el presente le resta fuerza a la historia. Está bastante bien escrito (he vuelto a ver unos girones con g) y la prosa es vigorosa (ese dios saliendo por el lóbulo frontal). Tal vez si se prescindiera de algunos adjetivos (susurro quedo, precioso arco) ganaría (otra vez) en contundencia.

*** estrellas

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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salino
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Poblador desde: 22/05/2012
Puntos: 347

E.J. Morgan, gracias por compartir tu relato. Decirte que soy un aficionado acérrimo del Horror Cósmico es poco. Me encanta este género, y por ello no puedo leer tu relato con generosidad, pero sí con apego. Supongo que mi visión es muy personal.

El fin del mundo, el Armagedón, es una fuente de inspiración muy recurrente en este género. Por ello, como lector, pido un poco de frescura en el planteamiento que nos muestras en la trama. O por lo menos algo que acerque la historia a la realidad. Sin embargo el argumento de tu relato pasa del alfa al omega sin detenerse en otro punto intermedio, y a esa carencia alego con mis comentarios.

Me gusta el círculo que se describe: presente, pasado (recuerdo de cómo entra en contacto con las esporas), y de nuevo vuelta al presente. La trama es compacta, sin añadidos. Eso está bien si lo analizamos por encima. No obstante, todo sucede de manera atropellada, sin matices, sin credibilidad, sin originalidad, sin profundizar (según mi opinión). No es algo que puntúe negativo, ni positivo.

Tampoco nos acercas al protagonista, a sus sentimientos; el lector difícilmente se puede sentir reflejado con él ya que es una figura plana sin apenas pasado ni objetivos. Esto es muy importante ya que la temática intrínseca es, de alguna manera, la lucha de dos voluntades dentro de un mismo cuerpo. En la obra que nos presentas no hay una discrepancia entre las voluntades, no hay un punto de clímax. Todo sucede, del alfa al omega, sin obstáculos.

El relato carece de ambiente. Se nos presenta un escenario específico y real, pero no imprimes detalles de su política ni costumbres (cosa importante, aún siendo un relato breve). Tampoco nos mencionas cómo llega el protagonista a coronarse, qué hace que ese soldado se convierta en zar, ni siquiera nos muestras una imagen real de la ceremonia (echa un vistazo por youtube y verás el despliegue de la coronación de Nicolás II: el ejército, la nobleza, el desfile, la llegada en carroza al palacio…).

En general, el relato carece de los matices importantes que hacen creíbles una historia.

Otro detalle que me hizo releer el texto en dos ocasiones fue la falta de una sinapsis clara en los cambios de tiempo (cuando nos narra el pasado y cuando vuelve al presente). Lo comento como anécdota de mi lectura.

A parte de lo mencionado, el relato cumple con la temática, está bien escrito y eclosiona en un desenlace rápido y muy visual. No me esperaba ese final, la verdad; aunque tampoco logró sorprenderme debido a la falta de clímax. Veo entre líneas la pluma de un buen escritor, pero un trabajo poco trabajado.

Por estos detalles, mi votación es de 2,75 estrellas   

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Molu
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Poblador desde: 16/11/2015
Puntos: 243

Me gusta la variable que se le da al concepto de posesión. Lo único que no me cierra es que el protagonista, rodeado de gas (el cielo carmesí) se saque la máscara. El autor aclara que el gas ya se disipó, pero de todas formas no parece prudente. Si en el momento de su "coronación" la entidad obtiene control, ¿para qué lo ha poseído tanto tiempo en el pasado?

3 estrellas

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Mzime
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Poblador desde: 01/02/2016
Puntos: 352

Es este otro relato con uso incorrecto y sistemático de guiones y signos de admiración o, en algún caso, interrogación.
Desd el punto de vista argumental, este Apocalipsis me plantea una inquietud importante. ¿Para qué necesita "Dios" al Presidente-Zar y, más aún, por qué necesita que se corone?  Parece suficientemente capaz de desatar cualquier Ragnarok cuando le apetezca. Una explicación de esto, le hubiera venido bien al relato y le hubiera dado más peso y poso.
La atmósfera, auque leve por la brevedad del relato, no desentona. Y de la resolución, pues me chirría lo ya dicho sobre el argumento.

A la vista de lo dicho, creo que, en relación con el resto ya valorado, le corresponden dos estrellas.

 

"Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina acompañado", (proverbio masái)..

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L. G. Morgan
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Poblador desde: 02/08/2010
Puntos: 2674

Un relato eficiente. Bien narrado (salvo el problema ya señalado de las comas) y con un argumento que discurre directo al blanco. No sorprende, porque desde el principio ya te ves venir que ese Dios no puede ser el habitual, pero le aporta el toque alienígena, con lo que tampoco es el demonio que se esperaba. Yo entiendo que la supuesta deidad ha utilizado al Presidente para que vaya preparando el terreno, afianzándose sobre los demás países y, sobre todo, unificando el propio y asegurándose de que las masas estarían reunidas para la caza final. Pero todo esto lo pone uno en ejercicio de buena voluntad, porque en el relato no se desarrolla. Debería mostrar (al menos mínimamente) el proceso, contarnos un poco el desarrollo de esa conquista.

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LCS
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Poblador desde: 11/08/2009
Puntos: 6785

Aunque el enfoque es original, al menos a la vista del resto de relatos, no acaba de gustarme del todo el relato.  Sí, ya lo sé, soy un maniático, pero no me gusta el uso de las dos grafías ni siquiera para mostrar dos puntos de vista diferentes. Por otro lado, aunque empieza bien, esceficando la narración, luego el relato se acelera. Da la impresión de que el autor se ha dejado llevar por la emoción y deja de respetar la forma inicial de dialogar. Me refiero a que al principio usa guiones para los diálogos y luego pasa a las comillas. Vuelvo con mis manías: o se una forma o se usa otra, pero no las dos de forma arbitraria. 

En cuanto al contenido, es evideente que hay posesión. Además, una posesión original hasta ahora, si no me equivoco. Pero, el tema me parece demasiado apocalíptico. Creo que necesitaría un tratamiento algo más sutil.

Lo siento, compañero, pero no puedo darte más de dos estrellas.

 

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Para mí es un dios lovecraftiano y alienígena, claro, pero tampoco entiendo porqué ha estado tanto tiempo calladito dentro del humano, sí visto lo visto podría haber iniciado la invasión cuando desease. ¿Por qué ha esperado a la lenta ascensión del soldado y por qué la señal para el comienzo de la invasión tenía que ser cuando el poseído alcanzase el máximo poder en su país? Tres estrellas:

***

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Lis
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Poblador desde: 07/12/2015
Puntos: 209

Este es un concurso y, desgraciadamente, ni todos los relatos pueden ganar ni todos pueden formar parte de la antología porque compiten entre sí.

Si tuviera que elegir trece relatos entre los presentados al certamen para publicar una antología sobre posesiones, éste no entraría en mi lista de preseleccionados tras la lectura de todos ellos.

Encaja en el tema de la convocatoria pero, por comparación con el resto, le costaría más que a otros contribuir al éxito de la antología mediante una historia llamativa, calidad literaria o tirón comercial.

★★☆☆☆

Sin embargo el autor o autora ofrece fuerza al narrar con una calidad ajustada a la media general de los relatos. Ojalá me permita leer otras de sus obras en próximas ediciones del concurso.

¿En qué puedo ayudarte?

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Una propuesta original, concisa y potente y ejecutada con una prosa eficaz. Solo le veo un arista evidente, y es el tema de la máscara, algo que queda flojo dentro de la solemnidad del desarrollo general. Luego, tampoco es un relato excesivamente ambicioso, pero tiene la virtud de tratar su tema con el foco bien puesto, lo que le da fuerza y coherencia.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Hedrigall
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Poblador desde: 14/01/2011
Puntos: 1132

Una historia narrada con brío, eficaz y evocadora de imágenes muy precisas. Corto, cortísimo, pero eso es porque lo estaba disfrutando. En todo caso, el último párrafo es brutal, coge desprevenido y hace que esboce una sonrisa malsana ante tamaña destrucción.

Hay una evidente buena mano escribiendo y solo echo en falta, por pedir que no quede, una trama más elaborada para que ese desenlace final hubiera llegado como un buen bofetón y no una simple palmada de sorpresa.

 

3,5 estrellas.

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

No me parece lógica la reacción de quitarse la máscara precisamente para observar el hongo, aunque supongo que es necesario para que se produzca la posesión. Me gustan ciertas partes del relato, como cuando le invaden las esporas del hongo o toda la escena final.

En conjunto me ha gustado el relato, aunque se me hace corto. Le doy tres estrellas.

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