Corrección política

La reflexión del artículo está muy bien hilada y es importante y no carece de sentido, pero peca de cierto juego de manos al poner el acento sobre el chiste, la idea, lo abstracto. Evidentemente, el insulto, el chiste o lo que sea, jamás hará por sí mismo daño a nadie. Pero pueden convertirse en las herramientas para hacer la vida imposible a otras personas.

En un mundo en el que la homosexualidad estuviese aceptada después de tanto tiempo que ningún homosexual pudiese sentirse realmente agredido por ello, es evidente que soltar un "maricón" a alguien en un contexto distendido nadie se lo tomaría a mal (bueno, nadie: siempre hay alguien). Pero es que no es el caso. Si a ti te sueltan un insulto del Siglo de Oro igual ni lo pillas o te hace gracia. No sé, que te acusen de amancebado. Ya ves.

Los insultos y los chistes que pueden hacer daño actualmente es porque son eso: actuales. Y esta particularidad depende del contexto. Y como depende del contexto, cambian y la intencionalidad tiene mucho peso.

El gran tema de las redes sociales es que al amplificar las cosas de un modo difícil de controlar, ese contexto es muy interpretable y, como tal, se presta a hacer unas armas arrojadizas de primer nivel (véase el caso Zapata).

Así que sí, muy de acuerdo con muchas cosas del artículo, pero le falta anclaje con la realidad cotidiana. Yo en una conversación cara a cara con gente puedo medir su grado de madurez y sus sensibilidades. En Internet, no. Y así, inevitable, a veces las cosas explotan. ¿Renunciaría a Internet por ello? No, ni de palo. Pero que esto sea un campo de minas no es por los casos extremos ilustrados con superhéroes que se han marcado en el artículo, sino precisamente por toda esa masa intermedia que, oh, sorpresa, en algún momento van y sacan las antorchas porque te han pillado las cosas por donde no eran (o donde tú no querías que fueran).

ps.- ejemplo, el comentario de Omnio sobre matar al Señor X. Él cuenta con que evidentemente lo tenemos que tomar como una broma. Yo lo veo así, un comentario jocoso de mal gusto y poco pertinente o interesante. Si Omnio de repente se convierte en una estrella del pop internacional o un referente del movimiento independentista catalán es muy probable que de repente alguien encuentre INACEPTABLE media docena de palabras que, en un mundo normal, se llevaría el viento rápido y sin consecuencias.

Creo que eso se debe a lo vacíos que son los discursos.

En los medios se trata de decir algo que agrade a la mayor parte de la gente y san seacabó, no de discutir ideas o modelos que aburran a la gente. Si alguien comete el error de soltar una gansada,  rellenar mal un trámite, aparcar mal o comerse unos langostinos Pescanova en público, corre  por las redes igual que si hubiese estado liándola parda durante quince años con dinero ajeno, y ya de modelos de producción, política exterior  o estado ni hablamos.

Lo importante es que el perro de Ricky Martin se ha comido la mermelada de la bandera de España en las mangas de Piqué, y cosas por el estilo. Toda la política se ha reducido a comunicación que entre en treinta seguindos, antes de que la gente nos aburramos.

Volviendo a Madrid, la última campaña 'Carmena mira al suelo' está hecha a base de fotos de papeleras, y cuando el ayuntamiento dio la posibilidad de hacer sugerencias, gran parte de las iniciativas ciudadanas con más firmas versaban sobre  cacas de perro.

Nos queda de consuelo de tontos de que al parecer en Estados Unidos pasa igual. Todavía no he visto el debate de ayer, pero por lo que he leído fue igual de cutre.

El artículo es interesante, pero no sé si toma el todo por la parte. Es decir, creo que habla de un entorno muy particular (yo no he visto universidades en las que hagan espacios seguros con música relajante y peluches para abrazar) para abordar un problema mucho mayor. No creo que los espacios seguros sean los que hayan permitido el acceso de Trump.

Durante las elecciones vi de todo menos espacios seguros aquí en España y, desde luego, no tengo la impresión de que sean las nuevas generaciones las que tienen la piel más fina. Quizás en Estados Unidos sea así, pero me da la impresión de que en España vamos en la dirección contraria: es el gobierno el que ha querido crear una burbuja en Internet en la que no se pueden decir determinadas cosas.

Llamativo, sí. Al final hasta los productos culturales irán con un recetario primero, por si acaso. Supongo que a nosotros nos queda el ignorarlo o no. Sin embargo, ¿no va más en consonancia con la idea americana de denunciar a ver si se rasca algo?

Quiero decir que no me veo en Francia poniendo en la contra de un libro "Cuidado: puede contener lenguaje soez y el autor no se identifica necesariamente con los puntos de vista de todos y cada uno de los personajes que aparecen". Ya en su día sorprendía que Guns n' Roses viniera con el "Parental advisory" aquel y todavía nos resulta chocante encontrar el sonido capado en los vídeos de Youtube.

Igual las nuevas generaciones son muy sensibles a estas cosas, pero yo, desde luego, no me he cruzado adolescentes ni jóvenes que soliciten un espacio seguro.

No es por defender la intolerable política de restringir la libertad de expresión en las redes sociales pero eso es un fenómeno muy distinto a la llamada "corrección política".

La corrección política ha fracasado porque se ha prestado demasiada atención a gilipolleces mientras se han descuidado las cosas realmente importantes. Mientras los defensores de la corrección política debatían sobre si tal película o dibujo animado era ofensivo para alguna minoría se ha permitido que los debates políticos se hayan degradado al nivel de la basura. Trump no es una anomalía sino el alumno aventajado. Sólo hay que ver un poco los debates políticos en USA para darse cuenta de la mierda que son. Se premia la arrogancia y el desprecio al contrario y se trivializa la política. 

Para mí la mejor muestra del fracaso de la corrección política está en películas como el remake de los cazafantasmas con mujeres. La gente no quiere ver películas con contenido social o político pero luego discute apasionadamente sobre películas palomiteras sin trascendencia alguna. Se banaliza la política y se politiza la banalidad.