Conservación desesperada

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Bestia insana
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Poblador desde: 02/05/2013
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He bajado al valle y me he encontrado el pueblo tomado por los perros. Nuestros buenos canes, en otro tiempo tan mansos, se han asilvestrado, ahora recorren las calles como una banda de alborotadores. Con todo, me ha hecho gracia: el mejor amigo del hombre por fin se ha rebelado, ya no reconoce sus voces de mando. Un pequeño macarra me ha mordido en el pie y se ha destrozado los colmillos, otro con algo de lobo me ha saltado al cuello, lo he enviado a un jardín por encima de un seto de dos metros. Me han perseguido sin tregua, subidos al pilón, a los cubos de basura, desencajados y estrepitosos. A fuerza de patadas he entrado en mi casa, pero en el recibidor me ha enfrentado un jabalí, un colérico padre de familia que salía al encuentro del intruso; he esperado a que embistiera, tensos los músculos: ha rebotado como si hubiera arremetido contra una columna de hormigón. Y en el dormitorio me he encontrado con un hermoso zorro, acostado en la cama sobre un camisón; en la almohada, un cepillo para el pelo, como si el animal se hubiera peinado con él la piel lustrosa. Aun a esa distancia, desde la puerta, he detectado, conservado en la ropa, el olor a hembra perfumada de mi mujer.

He salido del pueblo, acosado por la marea de perros y gatos, con la idea de que se habían invertido las cosas: las fieras moran ahora en las habitaciones de los hombres, los humanos vivimos en el monte, los que quedamos.

He vagado inquieto hasta que se ha hecho de noche, y después también; para ver me basta y me sobra la poca luz que hay, ninguna de hecho, es noche cerrada, aunque no para mí.

 

Después de muchos días de errar por la montaña sin encontrarme con nadie, ni hombre ni bestia, he descendido hoy hasta la gran fisura, al oeste, donde la Tierra se ha fracturado como un plato. En la falla, cuerpos y cuerpos y cuerpos, los cadáveres llenan casi por completo la grieta; todos los que huyeron del fuego aquí cayeron. He salvado el desnivel de metro y pico, y durante un rato, de pie sobre los hombros de los muertos, me he entregado a la tarea de buscar a mi mujer, he vuelto rostros, apartado brazos y piernas, convulso por las arcadas y sollozos; podía sentirla en algún lugar abajo, muy abajo, enterrada bajo la montaña de cuerpos, mi dulce y podrida Blanca.

 

Otra vez en el monte. Solo. Me cuesta creer que, aparte de mí, no hubiera nadie que desobedeciera la orden de evacuación, que en mis vagabundeos no me haya encontrado siquiera con un animal; no es posible que el hambre haya forzado a todos a bajar al pueblo.

Desconozco el tiempo exacto que llevo aquí arriba. Al principio llevaba la cuenta de los días, que marcaba con un palito en el suelo, pero una lluvia de barro caliente se llevó por delante el registro junto con mi choza.

No sé el día en el que vivo, pero sé en todo momento la hora precisa. Un dato cierto en medio de la desintegración. Me consuelo. Soy un necio.

Tomo la libreta, quiero dar cuenta de lo que pasa. Al cabo la dejo caer como otras veces; en esta hoja, como en las demás, solo garabatos de impotencia.

 

Hará cinco o seis lunas descubrí en la montaña la cueva que me cobija. Sobre su entrada, una peña que la oculta en parte con su sombra sonríe con la boca torcida. Hay que entrar agachado y, una vez dentro, si te quedas de pie inclinar la cabeza si no quieres raspártela en el paladar estriado del techo. A cambio recubre el suelo una arena fina color galleta. Sobre ella, entre un puñado de vértebras y falanges, se encontraba una vestimenta tosca de piel de lobo, una especie de chaleco deslustrado, maloliente pero abrigado. Ese mismo día me arropé con él cuando, convencido al fin de que la cueva no tenía dueño, me decidí a pasar en ella el resto de la noche. Ya no me lo quité.

Pues bien, el chaleco se ha pegado a mi piel. Pegado, soy incapaz de quitármelo. Más que eso, el cuero se ha fundido con la carne hasta tal punto que el pelo, mezclado con mi vello rubio, parece mío. Miro y no lo creo, con estupor paso la mano por la pelambre de mi hombro.

Pienso en ello mientras mastico un puñado de hojas de encina, cercado por pequeñas cortinas de humo que avanzan por la parte del fuego extinto. Ya las tolero bastante bien, las hojas; a estas alturas lo digiero casi todo: hierba, corteza, tierra, ceniza. Incluso me comí tiempo atrás mi pañuelo de tela, por probar, ya apenas vomito. De vez en cuando hasta me como alguna china; pienso que debo alimentarme de cosas duras, hacerme fuerte, duro por dentro, una tripa de piedra. Como, como sin parar, igual que los elefantes. Al principio yo era un blando, todo se me rompía, los dientes, la piel: papel de fumar. Luego un día tuve que sacarme una muela, a lo bruto, darme de pedradas en el carrillo hinchado. Aprendí la lección: si te duele un dedo rómpete los nudillos contra un árbol; esa es la idea, más o menos.

En fin, de una forma que se me escapa, tal vez por medio del sudor o de otra sustancia segregada, mi epidermis ha disuelto la piel del chaleco y la ha incorporado a su composición, al tiempo que ha inyectado nueva vida en los bulbos pilosos de lobo. Sin la menor duda, la finalidad de esto es obtener una piel resistente y protegida que sustituya a la vieja epidermis vulnerable. En definitiva, medidas urgentes de conservación, fórmulas desesperadas de supervivencia, ahora que soy al parecer uno de los últimos representantes de mi especie.

Soy consciente de lo extravagante de mi tesis, incluso admito que como parte o consecuencia de mi transformación el pensamiento irracional pueda haberse visto potenciado; pero no se me ocurre otra, y alguna explicación tiene que haber, lo contrario sería admitir que el chaleco es una prenda mágica que me ha convertido en lobo.

En cualquier caso, los cambios no se limitan al exterior, donde la cobertura de pelo se prolonga hasta el vientre, y por extensión, aunque en menor medida, recubre también las extremidades. Aparte de velludos, brazos y piernas se han vuelto gruesos y musculosos en extremo, en contraste con mi complexión anterior; demuestran agilidad, constancia y fuerza extraordinaria. Con mi brazo bueno soy capaz de partir de un golpe un árbol mediano, con la izquierda puedo desmenuzar un canto. Tampoco los pies son los mismos y bajo el boscaje del vientre sobresale un palo tremendo. Ignoro si mi rostro se ha modificado más allá de la barba que lo recubre, pero es evidente que los sentidos se han desarrollado. De nuevo el objeto de esta metamorfosis es claro: sobrevivir. ¿Y estoy yo ahora en mejores condiciones de hacerlo que un hombre corriente? Sin duda.

 

La luna está próxima, mi piel lo sabe. En efecto, luego de un instante en el que veo desde la cueva correr ladera abajo a un arbolillo, el disco flota durante un momento ante la entrada como el ojo de un reptil que inspeccionara la madriguera. Me dispongo a incorporarme cuando detiene el movimiento una punzada de lucidez. Nada tiene sentido, la sinrazón ha tomado el mando de mi cerebro. Me dejo caer para encogerme de horror, de asco. Mi desnudez, que la luz cubre con su lepra, me repugna. Afuera se suceden chasquidos, hay un vaivén de ramas filosas. El mundo en su intemperie es un hueco restallante.

El viento se ha posado; tras comprobar cómo anoche se dedicó a estrujar el monte, me decido a ascender hasta la cumbre bajo el cielo tirante. De vuelta sobre mis pasos observo con extrañeza en un nevero mis huellas de humano, mis huellas de cánido. Prosigo y mi sombra me precede como un lobo jiboso. En el azul se marca ya la luna, una clavícula de niña.

El rigor del invierno me afecta muy poco; conforme la estación avanza y el frío se recrudece se espesa también mi pelaje, que ha recuperado el lustre. Por otra parte, el reloj, como el resto de mis cosas, se ha perdido, no está en la madriguera. Lo más fácil es pensar que mi muñeca terminara por reventar el cierre y que se extraviase, pero tampoco descarto que mi piel haya por fin asimilado el metal para, como hiciera con las fibras naturales, añadirlo a su estructura. Prueba de ello sería el viso azulado que ha tomado mi antebrazo.

 

Mi pensamiento se vuelve perezoso, débil como un animal enfermo, intermitente. Pasan los días sin que en la cabeza tenga otra cosa que un vacío luminoso. Me limito a responder a los estímulos inmediatos con acciones básicas, emociones simples. La visión de una oveja que se convulsiona junto a mí me deja indiferente, ni siquiera siento asombro ante su rostro de libélula. El crujido de su tráquea entre mis mandíbulas me sobresalta.

Con el buen tiempo ha regresado al monte cierta clase de vida animal hipertrofiada, anómala, y en número apreciable. Mi dieta ha pasado a basarse en la carne, carne cruda pues a pesar de mis esfuerzos no he sido capaz de encender fuego. En mi persecución de un jabalí, que ha resultado ser otra cosa, tal vez una rata, he alcanzado la otra vertiente, la cara norte. En ella la presencia de un bosque que se conserva intacto me ha tentado a emprender el descenso.

Penetro en el bosque y reencuentor el abrazo de la espesura, una vieja amante que aprieta mis flancos. El gozo hace que patee la broza, que eche a correr entre zarzas. Al cabo me detengo, he detectado un rastro que es tan fuerte que marea. Lo sigo, al paso, al trote. Enseguida trunca el avance un chasquido que mi piel recuerda demasiado bien. Me tambaleo, una sierpe de hierro me ha mordido en el pie. Con sensación de pánico arrastro el cepo un largo trecho detrás de mí, antes de detenerme y arrancar de mi carne la boca de dientes oxidados. De vuelta en la cueva, aplico sobre la mordedura un emplasto de tierra y saliva. Me siento desdichado. Devoro una pata de cerdo. Al poco me tumba el sopor. Sueño con una luna rodante que, de bote en bote, como un balón, atraviesa un escorial. Cuando despierto, la herida ha encarnado.

 

El bosque oculta a una mujer, mi olfato no puede engañarme. Basta con que detecte en una carroña un átomo de su fragancia para que sienta en el cuerpo un dolor urgente. Hay además otros rastros que ha dejado: restos de fogatas, porque ella al contrario que yo aún es capaz de hacer fuego, huellas de pies y manos, un montoncito de tiras traslúcidas que he tomado por piel desechada. El bosque oculta a una mujer que sin embargo me evita, se esconde, ignora mi llamada.

Con tranquila desesperación remuevo las cenizas de una fogata apagada hasta que consigo abrir una garganta roja en el manto espeso, introduzco luego en ella una ramita que al cabo prende como un fósforo. Observo la llama, su pequeño pico oscilante que cava en lo oscuro una oquedad viva. Acerco la lumbre a la maleza. Por encima de la fronda, la luna asciende como la moneda que un suicida lanza al aire.

El bosque arde una noche, un día. La caza, espantada, pasa a mi lado, la creación de un lunático; un ciervo gigante que viste una armadura de cuerno por poco no me derriba. Salen todos, la última ella.

Después de una transformación aún más radical que la mía la mujer se ha convertido en una preciosa hija de perra, el pelo rojo la ciñe desde las orejas hasta la rabadilla. De veras que lucía hermosa sobre el fondo de la arboleda en llamas. Ha sido verme y evaporarse todo rastro de temor. Me ha mirado con curiosidad primero, aprecio después. Aun así ha arrugado el morro cuando le he tocado un pecho, redondo y peludo como un coco. La he tomado por la nuca, pero es obvio que ha olvidado lo que es un beso porque de un mordisco me ha arrancado la boca. De inmediato se ha dado la vuelta y me ha dado el culo. Solo entonces he reconocido a Greta, la panadera, en otro tiempo pecosa y dulce, antes como después pelirroja, siempre con un collar de perro alrededor del cuello. ¡Pero qué maneras gasta ahora! Nada más vaciarme me he salido y escapado a la carrera: temí morir despedazado.

Me mantengo a distancia, es imposible entenderse con ella, ha perdido el habla, el habla articulada, su conversación ha descendido al monosílabo, más aún, al gruñido. Solo nos juntamos para follar como bestias y rompernos la cara. Recibo golpes por todos lados y en cada ocasión pierdo uñas y dientes. Temo que acabe conmigo en cuanto se asegure la descendencia. O encuentre un macho mejor. Es posible que esto último termine por suceder; recién he descubierto un rastro temible: cinco o seis encinas arrancadas de cuajo. No he podido evitar acordarme de King Kong.

 

Le he visto, me ha olido, solo resta la huida. Un árbol de metal cargado de músculos como panes con la altura de una torreta eléctrica. Bajo la frente de acero corrugado sus ojos iracundos son los ojos de Germán, el herrero.

En mi carrera, maleza y matorral retroceden aterrados. Cobro ventaja. No es suficiente. No es suficiente. Mi perseguidor me alcanza de un salto formidable. Es el terror de la carne traspasada, del hueso que chilla removido, bajo la furia del aliento del contrario. Me arrastro sobre un manto de dolor, lana empapada en sangre, estremecida. Mi enemigo no acaba conmigo, se conforma con herirme de gravedad para darme tiempo a masticar el terrón duro de mi muerte.

 

Llueve con mansedumbre sobre la Tierra exhausta. En mi garganta las gotas saben a ceniza. Mojo en sangre aguada un palito con el que marco en el terreno trazos desiguales; es la caligrafía de un moribundo. La lluvia lava mis heridas, mis últimas palabras.

Me he quedado frío, al mismo tiempo ardo como un abrojo. Con un fogonazo mis ojos se funden, el bosque, solo un espectro, retrocede. Un largo gemido me recorre. Las fuerzas, el ánimo me abandonan; también el lenguaje escapa por último con la voluta de mi aliento.

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Aparte algún nímio despiste, muy bien escrito, mantiene un cierto tono lírico.

Lo único que a mi contador de veracidad le chirría es el porqué de la animalización de todos lo supervivientes... cuando él se topa con el chaleco, me dije, ah, vaya, los restos de un cambiapieles, pues puede ser, pero todo se va al traste cuando veo que a ella le pasa lo mismo, ya sería mucha casualidad que en esos bosques hubiera otro y su prenda también fuera encontrada... aunque claro que también todo puede ser una alucinación del moribundo, ¿o el flipe de un pirado? Tres estrellas y media:

***'

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Bote
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Poblador desde: 12/11/2012
Puntos: 1477

Pondría la puntuación directamente sin comentar, pero voy a hacerlo... Comentar, digo.

Una de las cosas que más me gusta de este tío es el enfoque onírico que le da a sus cuentos. Ese obligarte a estar atento a si lo que ocurre tiene o no explicación o si es el simple delirio de alguien que ha perdido la cabeza. Y la respuesta, para mí, siempre es la misma. Da igual. Me da igual que el mundo se haya vuelto absurdo de verdad o que sea la interpretación que la mente de un perturbado le da al mundo. Yo elijo, y elijo que me da igual. El protagonista lo ve así, por lo tanto, es así. Si la historia la contase Greta la panadera, tal vez, sería de otro modo. Pero bueno, aparte de eso, voy al tema licántropo: una de las cosas que busco en cada cuento es la originalidad con la que se trata el tema, que de manido deja poco margen para ello. Pero este tipo de licantropía me ha parecido, ya no original, que lo es, sino sublime en su concepción. Se ha transformado en hombre lobo a partir de una piel abandonada. Su mente lo ha traducido así, o no. Podría ser que estuviera ocurriendo de verdad. Da igual. El mundo ha cambiado y ha tenido que transformarse en algo bestial, ya no física, sino mentalmente. Y solo para descubrir que no es el único y que vuelve a ser un pez pequeño en un estanque pequeño. Como giro final, inesperado. Y encima dentro de lo previsible, pero es que te pasas el relato entero pensando que se va a convertir en el rey del nuevo mundo sin tener en cuenta que, en realidad, el mundo nunca cambia. Al final, de un modo u otro, siempre hay alguien que podrá contigo, alguien mejor adaptado al entorno que tú creías controlar.

Por poner algo negativo, el título me parece terrible.

En fin, que ya tengo dos favoritos que creo deberían salir en la antología. Si esto ocurre y salen los dos me las veré y desearé para elegir al mejor, pero eso ya ocurrirá. O no. De momento...

5 estrellas

Mírame a los ojos...

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Mzime
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Poblador desde: 01/02/2016
Puntos: 352

Un muy curioso relato sobre un licántropo apocalíptico que lleva un diario un tanto desorganizado. De hecho, la forma viene a ser, más que menos, la del diario y sin embargo esto se vuelve un poco irreal una vez que el protagonista ha devenido ya en bestia. En cualquier caso, la idea en su conjunto es buena, original por estos pagos, y me ha gustado bastante en su primer desarrollo, cuando el protagonista nos describe indirectamente el mundo destruido. Esto tiene más interés, para mí, que sus posteriores encuentros con otros sobrevivientes. Tiene alguna muy buena imagen (el chaleco, la falla y los cadáveres) y alguna buena metáfora (la luna-moneda, por ejemplo), pero también algún que otro exceso y algún descuido formal que arreglar. Me ha dado un poco la impresión de que el relato se ha iniciado sin plan previo, desarrollándose tal y como los sucesos le venían a la mente al autor; lo cual no tiene tampoco mayor significación...

En conclusión: lo he disfrutado y me ha traido a la memoria otras historias apocalípticas de Sci-Fi (El día de los trífidos, Ciudad,Dahlgreen, Un mundo devastado...) o historietas (Mutant World). Con un poco más de pulido, le hubiera dado con gusto mayor valoración de los 3.75 que creo que, en mi modo de ver las cosas, le corresponden.

Nota.- Habría que arreglar, porque destaca mucho, la frase "Solo entonces ...alrededor del cuello". Ahí se ha perdido algo por el camino, creo. 

 

 

"Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina acompañado", (proverbio masái)..

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

Tremendo relato plagado de magníficas frases y metáforas. Por poner un solo ejemplo:

En el azul se marca ya la luna, una clavícula de niña.

Hay una cosa que me choca y que debo haber entendido mal. Al principio se dice que lucha contra un jabalí que sale rebotado. Si él es un humano no entiendo cómo vence al animal con esa facilidad.

Y también veo algo ilógico que lleve la cuenta de los días con un palo en el suelo cuando tiene una libreta donde poder hacerlo con más seguridad.

También comentar que cuando se encuentra con la chica dice que ella le da el culo, yo pienso que quedaría mejor decir que le ofrece el culo. Aunque esto es una opinión personal.

Defectos formales no suelo buscar, a no ser que me llamen la atención, como en esta frase en la que se ha colado una r de sobra.
 

Penetro en el bosque y reencuentor el abrazo de la espesura...

Como pega le pongo el título, que no me convence nada, y mi puntuación final son 4,75 puntos.

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Olethros
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Poblador desde: 20/06/2015
Puntos: 352

En cuanto a la forma, comas que parecerían invitar a otros signos de puntuación o, en otros casos, que parecen alterar la intencionalidad de las frases ("Incluso me comí tiempo atrás mi pañuelo de tela, por probar, ya apenas vomito"); algún "dedazo" aislado ("reencuentor") y alguna sintaxis rara ("una oveja que se convulsiona junto a mí").

En cuanto al estilo, hay muchos pronombres que se pueden obviar porque el contexto lo permite y también hay repeticiones cercanas evitables ("en", "si", "por"). Ofrece muchas imágenes potentes y logra una atmósfera palpable, pero termina por perder la capacidad de fascinación por alargado.

En cuanto al fondo, se acerca al tema de la convocatoria a su manera, muy a su manera, y desde el surrealismo ¿apocalíptico? ¿local? ¿global? ¿personal? ¿irreal?

Mi calificación es 3,75 estrellas.

Gracias por compartirlo y suerte en el concurso.

Ceterum censeo Carthaginem esse delendam... ;oP

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insomne
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Poblador desde: 17/04/2014
Puntos: 227

Un relato con una prosa magnífica que me ha tenido enganchado de principio a fin. La originalidad del enfoque le hace ganar aún más enteros a una historia que ya de por sí resulta de lo más interesante y entretenida. Metáforas sublimes y un tono onírico que le va como un guante al texto. Por decir algo negativo, y como ya han comentado el resto de compañeros, el título no me gusta nada de nada. Y en cuanto a los pequeños fallos formales, no empañan para nada el resultado final.

Le doy cuatro estrellas y media.

 

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Easton
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Poblador desde: 06/11/2011
Puntos: 416

Un relato escrito con muy buena mano (sólo me ha sonado mal la construcción "músculos como panes" porque, cosa mía, la tengo asociada al tono humorístico). Hay metáforas muy buenas (la luna como clavícula, por ejemplo) y un lenguaje bastante cuidado. El escenario es un apocalipsis del que poca explicación tenemos.

Se suceden imágenes potentes que a veces me han resultado exageradas (cuando por primera vez ve a la mujer, ella le arranca la boca, después le hace perder dientes y uñas... a esas alturas debería ser un guiñapo de criatura). Queda la duda de cómo se transforma él por el contacto de una piel. Cuando se acepta dicha duda, aparecen otros personajes transformados en animales y ya la duda que casi habíamos olvidado vuelve con más fuerza. Es más difícil de creer o saber cómo (¿también encontraron pieles de animales con las que se cubrieron?)

3,25 estrellas

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Bio Jesus
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Poblador desde: 11/07/2014
Puntos: 1514

Un excelente relato, con imágenes sublimes como la frase "mi dulce y podrida Blanca". Si yo lograse algo parecido daría botes en la silla.

Ojo spoiler

El relato avanza ágil, lleno de momentos memorables (esa visita al pueblo tomado por perros y gatos...) en una historia que, mezclando licantropia con un mundo postapocalíptico, engancha y te obliga a seguir leyendo.
El final, es lógico. El prota conserva demasiada humanidad para sobrevivir en un mundo donde la bestialidad se ha impuesto.
Peor encajo lo del chaleco o lo de comer hojas de encina, me chirrían muchísimo.
En suma, una buenísima historia con algunos puntos que, según que lector, serán fuertes o débiles, pero no indiferentes.
Nota: 4,25

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torpeyvago
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Poblador desde: 29/02/2016
Puntos: 1890

Sobrecogedor.

Se nota que ha sido revisado en profundidad, a pesar de algún DDT díscolo intrascendente. Es cierto que cambiaría algún signo de puntuación o el orden de alguna frase [tras escribir el comentario, veo que alguien más está de acuerdo con el cambio de alguna coma]. El lenguaje me ha parecido detallado y detallista.

El argumento, que realmente no lo tiene como tal puesto que narra en forma de «anécdota» el final de la vida del protagonista, originalísimo. La hecatombe, sea cual fuere, desencadena los hechos que comienzan con una imagen de alguien que me ha recordado un híbrido de armadillo gigante y armadura del siglo XV con la fuerza de superhéroe hasta su más detallada descripción homo lupus: desde ahí ya no he podido parar de leer, de sucumbir a la ficción de la transformación animal y extraña de todos los seres vivos que lo rodean. La extraña fusión de elementos del entorno en una suerte de cyborgs mutantes me ha atraído especialmente. De hecho, podría continuar con una serie de relatos con esos entes como protagonistas —que digo yo, que el autor puede hacer lo que le venga en gana—.

Por cierto, que es la tercera vez que leo sobre el hueso penineano de manera más o menos explícita: eso es un 6% de los relatos cuyos autores deben —debemos— lavar sus sucias mentes angry

El título me produce sentimientos encontrados. Por un lado me parece muy original y atractivo, por otro me da la sensación de estar no conectado del relato incluso siendo adecuado por el argumento. [Leo que alguien más parece incómodo con el título].

En cualquier caso un excelente relato, entretenidísimo, de lectura no demasiado fácil —y esto no es malo, ni mucho menos— pero muy agradable. Vaya, pues, un cuatro y medio (4,5).

___________________________________________________________

En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...

https://historiasmalditas.wordpress.com/

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Svanda
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Poblador desde: 29/01/2017
Puntos: 112

CC: 4. Un hombre lobo que no es realmente un licántropo: es un humano mutado. Es bueno :D (Si realmente es eso, porque a veces dudaba de si esa era la explicación o de si no se trataría de un pirado que en realidad es licántropo pero que al que se le ha ido la olla. Total, muy cuerdo no parece, la verdad)

CF: 2. Sin duda está muy bien narrado pero me ha resultado un personaje excesivamente falto de emociones. Excepto cuando escarba en la fosa buscando a su esposa, el resto del tiempo no parece sentir nada. El mundo ha cambiado radicalmente, él va cambiando a pasos de elefante hacia algo desconocido y ha perdido a su famila, pero nos lo narra desprovisto de emoción alguna. Creo que querías crear un relato crudo, que al lector le generase algún sentimiento negativo, pero la falta de emociones ha hecho que yo misma lo lea sin emociones y al final el efecto es el contrario. (Esto es obviamente una opinión y seguro que habrá mucha gente que aprecie la inclemencia de la exposición. Además es tu relato y tu personaje puede ser todo lo sociópata que quieras XD)

F: 4. Lo he leído bien, intrigada incluso por cómo acabaría. En ningún momento he sentido que faltase información o que sobrasen cosas. Has escrito lo justo y necesario.

GG: 4. Bien todo. Alguna coma la cambiaría por un punto para facilitar la comprensión, pero eso ya depende de cada uno.

La nota: 3,5555. Es decir, 3.5 estrellas.

Suerte :)

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Hedrigall
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Poblador desde: 14/01/2011
Puntos: 1132

Muy buen escrito, un estilo con clase y un montón de imágenes que valen mucho la pena.

Me da la impresión de quedarse a medio camino en las dos ideas que presenta. El cambio que sufre para la adaptación a ese nuevo mundo (la sorpresa, la desesperación) y el empeño por encontrar compañía (iba a decir humana) de cualquier clase. El tono onírico e irreal casa muy bien en los primeros estadios descriptivos de ese escenario, pero encuentro a faltar que se diluya algo en su segunda parte, o que al menos se deje más espacio a lo que siente o lo que quiere el protagonista.

Un buen viaje de pesadilla, fascinante, donde creo que la licantropía se toca muy de refilón.

 

3.5 estrellas

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L. G. Morgan
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Poblador desde: 02/08/2010
Puntos: 2674

Bien, Bestia no defrauda. Otro estupendo relato «insano» con marcado sello de fábrica, pero con sus propias maneras. Esto es para mí algo muy a tener en cuenta, pues tiene mérito que un autor con un estilo tan peculiar y característico (en forma y en temática) logre escribir cada vez obras que resulten frescas y tengan su propia identidad.

Opino como Doc respecto al título, no me gusta. Para mí la historia es la de una gran metamorfosis contada en primera persona. Se muestra en los cambios físicos e incluso en la evolución del discurso mental del personaje (tampoco creo que te haya costado mucho el desvarío, ¿eh? angry), muy logrado. Y el relato recalca varias veces el tema de la supervivencia, así que yo interpreto que tras la tragedia (el fuego en la ciudad) las criaturas, humanas o no, se van transformado para sobrevivir. Pura (y fantástica, ya lo creo) adaptación al medio. Primero adquieren fuerza y resistencia, músculo, instinto animal... Y cada vez la transformación se hace más global, en esos híbridos de humanos-lobos tan sui géneris.

4.25 estrellas.

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Germinal
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Poblador desde: 08/03/2016
Puntos: 1307

No sé muy bien cómo calificar este relato, ¿metafórico? ¿surrealista? Pues en su surrealismo o en su metáfora (y quizás me he perdido parte de ella) me ha gustado, desde luego. Juega en contra que has de sumergirte por completo en ese mundo y creértelo desde un buen principio, o sino puedes acabar perdiéndote.

4 estrellas

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1048

Brutal, otro relato que creo que destaca por su originalidad y la crudeza de la narración. No sabía que era tuyo hasta que he entrado hoy a comentarlo y me ha sorprendido, porque no se parece en nada a Denís lobo, ni en la prosa ni en el contenido, y sin embargo ambos relatos son de mis favoritos en este certamen.

El mundo descrito es horrendo, estrafalario y muy inspirador. Ya me habría gustado a mí tener una idea parecida para el concurso de Distopías... La transformación progresiva del protagonista tiene muchísima fuerza, me dejó muy enganchado.

Las metáforas utilizadas me gustan, dejan muy buena impresión, aunque algunas requieren bastante esfuerzo mental para seguir leyendo.

La luna está próxima, mi piel lo sabe. En efecto, luego de un instante en el que veo desde la cueva correr ladera abajo a un arbolillo, el disco flota durante un momento ante la entrada como el ojo de un reptil que inspeccionara la madriguera.

Esta creo que es de las mejores y sin embargo me he perdido un poco... ¿Un arbolillo corriendo ladera abajo? ¿Cómo?

Los otros dos ex humanos con que se topa... Terribles, monstruos de pesadilla muy bien descritos, me he enamorado de ellos. No me gusta, sin embargo, que conozca a ambos (demasiada casualidad, ¿no?), quiero creer que simplemente le recuerdan a personas que conoció en el pasado y su mente trastornada juega a sacar parecidos razonables.

En definitiva, es un relato que merece 4,5 estrellas. Gracias por compartirlo.

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IMayayo
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Poblador desde: 18/12/2016
Puntos: 59

Relato plagado de imágenes, algunas de ellas muy poderosas pero que por comparación, empequeñecen las más "ligeras". Mientras lo leía a veces me parecía que se debilitaba la estructura argumental pasando de una imagen a otra.

Personalmente eché en falta la presencia de aves en este nuevo mundo salvaje. Por ejemplo los buitres hubieran sido perfectos compañeros desde la sima de cuerpos hasta el final.

También me ha chirriado, como decían arriba, que conociera a los otros habitantes.

En general el relato me ha gustado y para mí la nota son 4 estrellas. Un saludo y suerte.

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Invierno
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Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

Un espectáculo fascinante. Muy original esta súper adaptación y potentísimas imágenes, una detrás de otra. El desarrollo lo encuentro algo irregular, con picos geniales y otros que se quedan un poco atrás. Pero tiene un mérito enorme; qué dificil es hallar el equilibrio entre la desorientación obvia que debe causar el hecho de que lo experimentemos todo a través de una mente cuya naturaleza se aleja progresivamente de la nuestra, y la capacidad de mantenernos enganchados sin perder el hilo. Y lo logra con creces.

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Patapalo
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Puntos: 208859

Muy bien escrito, sin duda, y muy original a la hora de abordar la licantropía como esa transformación. Al principio cuesta un poco, pero al final te sumes en ese universo dislocado por quién sabe qué requiebro del destino. Es un lienzo magnífico y está muy bien descrito. Y ahí es donde le veo el punto flaco: es una descripción, no un relato propiamente.

Falta, a mi parecer, algo más concreto en el narrador protagonista: una motivación, un pasado, un objetivo, un elemento que nos haga seguir su acción con un anhelo que vaya más allá del placer de la contemplación. Es un opinión muy particular, por supuesto, pero es la sensación que he tenido. Me pasó ya con el relato aquel del jardín de Poe.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Bestia insana
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Muchas gracias a todos por los comentarios. Al menos en una cosa parece estar la mayoría de acuerdo, el título es horrible, soy muy malo para eso, cierto. Se me ha ocurrido cambiarlo por "Relato del superviviente". ¿Qué os parece?

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Bestia insana dijo:

Muchas gracias a todos por los comentarios. Al menos en una cosa parece estar la mayoría de acuerdo, el título es horrible, soy muy malo para eso, cierto. Se me ha ocurrido cambiarlo por "Relato del superviviente". ¿Qué os parece?


Yo dejaba el título mejo que lo del Relato...

Bueno, lo que realmente haría sería sería aprovechar esa magnífica metáfora del final, Tierra exhausta

"Diario de la Tierra exhausta", "Relato de la Tierra exhausta", "Crónica de la Tierra exhausta"...

Pero es mi opinión y tu relato :-)

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torpeyvago
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Bestia insana dijo:

Muchas gracias a todos por los comentarios. Al menos en una cosa parece estar la mayoría de acuerdo, el título es horrible, soy muy malo para eso, cierto. Se me ha ocurrido cambiarlo por "Relato del superviviente". ¿Qué os parece?

Yo estoy de acuerdo con Bio Jesus: «Darío de la Tierra exhausta» sería chulo y creo que adecuado.

Pero vamos, que no deja de ser una decisión muy personal.

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En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...

https://historiasmalditas.wordpress.com/

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A mi me gusta mucho eso de jugar a poner títulos, así que, con permiso del autor, voy a intervenir. Lo  primero para señalar que hay dos cosas esenciales en el relato: que es un diario y que, como tal diario, es llevado por una persona (semoviente o cosa). Eso significa que el "diario",  o la "crónica", no puede ser de la Tierra, sino del sujeto que padece los hechos. De este modo, el término "diario" debe aparecer, pero en consonancia con el protagonista, con sus hechos o con su final, no con el mundo, del cual se cuenta poco. "Diario", "Crónica" o "Relación de los últimos días" me parece que conjugaría ambas cosas: las últimas boqueadas del personaje y los extertores de la "civilización" tradicional. Este último término, "extertor", también podría ser muy bien utilizado en el título...
Por decir algo, vamos... 

 

 

"Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina acompañado", (proverbio masái)..

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Duplicación por tardoneo de la Red... heart

 

 

"Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina acompañado", (proverbio masái)..

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heart Tardó demasiado y me dio tiempo a trirrepetir...

 

 

 

"Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina acompañado", (proverbio masái)..

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Vaya, veo que el título segundo ha gustado menos que el primero, ya dije que era en eso muy malo. Los que me sugerís me gustan, me quedo con la idea, a ver qué sale. Gracias.

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Hola… No, no voy a borrar el relato. Es que al releer el original y las notas que escribí he dado con este párrafo, que suprimí y que en la primera versión debía cerrarlo. ¿Hice bien? ¿Mal? ¿Da igual? Aquí lo dejo. Saludos.

 

"El aullido se extingue al fin en la noche sin luna. Luego, mucho más tarde, en la oscuridad sin bordes una voz se derrama como una infusión de plata. La voz, lejos, dice: requiere cuidados. Calla. El silencio es alto, frágil. La voz dice: no tiene por qué ser irreversible. Ahora otra voz se inmiscuye, débil; palabras sollozadas. La primera voz dice: nada que el grado de asilvestramiento no explique. Al fondo, otra frase gimoteada. La voz inteligible dice al tiempo que se aleja: múltiples heridas, sí, todas ellas leves. La llantina persiste, cerca. Un susurro, y la oscuridad se pone en pie. Estalla una luz. Cierro los ojos. Abro los ojos. Me encuentro en un cubo radiante. En el vano, una sombra, un fantasma. Blanca."

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Bestia insana dijo:

Hola… No, no voy a borrar el relato. Es que al releer el original y las notas que escribí he dado con este párrafo, que suprimí y que en la primera versión debía cerrarlo. ¿Hice bien? ¿Mal? ¿Da igual? Aquí lo dejo. Saludos.

 

"El aullido se extingue al fin en la noche sin luna. Luego, mucho más tarde, en la oscuridad sin bordes una voz se derrama como una infusión de plata. La voz, lejos, dice: requiere cuidados. Calla. El silencio es alto, frágil. La voz dice: no tiene por qué ser irreversible. Ahora otra voz se inmiscuye, débil; palabras sollozadas. La primera voz dice: nada que el grado de asilvestramiento no explique. Al fondo, otra frase gimoteada. La voz inteligible dice al tiempo que se aleja: múltiples heridas, sí, todas ellas leves. La llantina persiste, cerca. Un susurro, y la oscuridad se pone en pie. Estalla una luz. Cierro los ojos. Abro los ojos. Me encuentro en un cubo radiante. En el vano, una sombra, un fantasma. Blanca."

Me lo he copiado todo a un solo texto, poniendo este párrafo como final. La sensación de final ambiguo se multiplica exponencialmente. No, no es que empeore, es que cambia por completo la impresión que el lector —al menos este servidor—  recibe del relato. Ya digo: lo cambia por completo. Especialmente en cuanto a la dificultad de lectura, que aumenta muuucho —e insisto, como dije en su día, esto no es malo... según—.

Sin embargo, la experiencia lectora, llena de imágenes, ese onirismo que ha mencionado alguien, permanece.

En definitiva, mi puntuación hubiese sido muy similar, pero considero que quienes son más «puristas» en cuanto a la necesidad de claridad en un texto breve lo habrían penalizado.

No sé si la respuesta te es útil, a pesar de la perorata no, pero ésta es mi opinión 

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Gracias, Torpeyvago. Tus sensaciones vienen a confirmar que ese párrafo no debía estar y que hice bien quitándolo, así que me quedo tranquilo. Ya ves que me has ayudado :)

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