Albino
Durante años, la doncella regresó en cada plenilunio al lugar acordado con la esperanza de reencontrar al valiente capitán. El astro, conmovido por su soledad, la preñó con lágrimas argénteas sin pensar que un día él regresaría triunfal y acunaría al bebé ilegítimo en un lecho de algas marinas.
Polvo astral
–¿Llevas protección? –preguntó Luna entre jadeos en medio del calentón.
–No, pero no te preocupes, nena, que yo controlo –respondió Júpiter loco de lujuria.
Un mes más tarde Luna se presentó ante Sol.
–Papá –dijo entre lágrimas–, estoy embarazada.