Recuerdo sus caricias —te quiero—, el silencio, las amenazas, el color rubí de su furia, mis manos implorantes, los vómitos, el olor a orina, el pestillo, las puertas cerradas —eres mía—, mi odio, su mirada incrédula y sus estertores.
Limpié el cuchillo, sonreí, lloré y olvidé mi ira.
Quisiera contarlo todo
Recuerdo mi vida pasada, cuando tenía la tienda de flores. El olor a café desbordando el local de María. El trajín de la Rambla. Y sé que todo lo olvidaré en unos meses; que pena. En fin, lloraré para que venga mamá a darme el pecho.
La derrota es el camino del débil.