Jubilación
Él, como tantos otros, deseaba el cambio. Ella lo sabía. Cada noche encontraba la ventana abierta y su cuello expuesto, ofrecido a sus mordiscos. Ella, cruel, le absorbía la vida sin convertirle nunca.
Él no se frustraba. Una semana más de anemia y podría pedir una pensión de incapacidad.
Tomad y comed todos de él
El misionero se dio cuenta muy tarde que explicar el sacramento de la comunión a aquellos salvajes caníbales no era una buena idea.
¡Por mi dama y por mi honor!